La maniobra de colocar a Salvador Illa como candidato del PSC a la presidencia de la Generalitat le ha valido a Sánchez para lograr una victoria sin precedentes en las elecciones autonómicas catalanas, pero el bloque independentista (ERC, JxCat y la CUP) ha logrado superar la mayoría absoluta de los 68 escaños que fija el Parlament. Salvo en la provincia de Barcelona, el independentismo ha triunfado en todas las circunscripciones catalanas, tanto en número de votos como en número de escaños.
Tras un recuento de infarto en que el PSC ha conservado en todo momento el primer puesto en el tablero político catalán y con el 97% del voto escrutado, Illa se ha hecho con la victoria con el 22,98% y 33 escaños, aunque finalmente han empatado en diputados con ERC, que se han quedado no obstante por detrás de los socialistas catalanes en porcentaje de voto y han salvado el 21,34%. JxCat se conforma con la tercera plaza y logra el 20,12% de los apoyos y 32 escaños, suficientes como para conservar la mayoría del independentismo en Cataluña gracias a los 33 de los de Oriol Junqueras y el enorme impulso de la CUP, que crece de los 5 a los 9 escaños.
El que sin duda ha sido otro de los protagonistas de la jornada electoral ha sido Vox, que ha logrado un éxito sin paliativos al irrumpir en el Parlament de Cataluña con 11 diputados y un porcentaje de voto que ha rozado en todo momento el 8%. Los de Santiago Abascal superan de largo a la CUP, que ocupan la quinta plaza política tras arañar el 6,70% de los votos. Mientras, En Comú Podem aguanta el golpe y mantiene prácticamente la marca de los pasados comicios, con el 6,86% de los apoyos y 8 escaños.
Sin duda, los grandes perdedores de la noche han sido Ciudadanos y PP, que juntos no llegan ni hacer sombra al resultado de Vox. Los de Inés Arrimadas han asistido a un grave hundimiento y pasa de ganar las elecciones en Cataluña en 2017 con 36 escaños a sumar sólo seis gracias a un exiguo 5,6% del voto. La pelea del PP ha sido en todo momento la de quedarse por encima de la barrera del 3%. Finalmente, han logrado salvar tres de los cuatro diputados que tenían los populares en Cataluña, aunque el objetivo de Pablo Casado era el de, al menos, doblar los resultados de 2017.
Los catalanes han acudido este domingo a las urnas en una jornada electoral atípica marcada por la amenaza del Covid y el fantasma de la posibilidad de una repetición electoral por el triple empate en las encuestas entre JxCat, ERC y el PSC que se prácticamente se ha mantenido durante todo el recuento y el pacto suscrito por los independentistas para vetar cualquier acuerdo con los socialistas o con formaciones no soberanistas. La otra batalla de la jornada se ha librado en los puestos más bajos del tablero político catalán, con Vox peleando por el sorpasso al PP y a Ciudadanos que, finalmente, ha logrado cómodamente.
La participación, que ha rozado el 54%, se desplomó a las 18:00 horas en las cuatro circunscripciones catalanas en comparación con los comicios celebrados en diciembre de 2017. Así, a esa hora y según los datos de la Generalitat, han participado el 45,73% de los electores frente al 68,26% que se registró en esa misma franja hace tres años, es decir, la participación cae casi 23 puntos menos. A estos datos hay que sumar el voto por correo, ejercido por un total de 260.000 personas, lo que elevaría la participación al 51% cuando restaban dos horas para el cierre de los colegios electorales. Un dato que refleja el hundimiento de la participación en estos comicios es que a mediodía el porcentaje de catalanes que habían depositado ya su voto en las urnas ha sido el más bajo de toda la serie histórica desde 1992, con el 22,7% de los votos.
El Parlament de Cataluña está formado por 135 escaños, de modo que la mayoría absoluta se alcanza con un mínimo de 68 escaños. El independentismo ha conseguido una amplia mayoría pero, a diferencia de las anteriores autonómicas, esta vez sí hay otras fórmulas de Gobierno posible por el impulso que ha cogido el PSC al cambiar la candidatura de Miquel Iceta por la del ex ministro de Sanidad, Salvador Illa. La que resulta imposible es cualquier suma constitucionalista que dejase fuera las candidaturas soberanistas.
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