En la primera sesión de control en el Congreso tras las elecciones catalanas, la bancada del Gobierno ha explotado, de nuevo, el discurso de los vínculos del PP con la "ultraderecha" para arrinconar al principal partido de la oposición y los populares, a su vez, han tirado de las polémicas que rodean al vicepresidente segundo del Ejecutivo, Pablo Iglesias, para exigir su dimisión a Sánchez, desde sus declaraciones sobre la democracia española hasta la imputación del cofundador de Podemos, Juan Carlos Monedero, en la investigación por la presunta financiación irregular del partido.
En este contexto de ataques y reproches mutuos, uno de los momentos más tensos se ha producido en el habitual enfrentamiento entre el secretario general del PP, Teodoro García Egea; y el líder de Podemos, Pablo Iglesias, después de que el primero cuestionase las palabras del segundo sobre la "anormalidad democrática" que, a juicio del dirigente de izquierdas, existe en España. "Ojalá hubiera plena normalidad democrática pero si no la hay es, precisamente, por lo que su partido ha hecho a la democracia española", respondía Iglesias, que no ha perdido la ocasión de cargar duramente contra el pasado corrupto del PP del que Pablo Casado intenta huir. "Entiendo que cambien de sede, pero a lo que los ciudadanos les gustaría es que dejasen de robar", reiteraba.
En este sentido, el número dos de Pablo Casado ha afeado a Iglesias que "defienda más a un rapero que un hostelero" tras sugerir que ha sido Unidas Podemos quien ha instigado las violentas protestas para pedir la libertad de Pablo Hasel, condenado a más de dos años de cárcel por un delito de enaltecimiento al terrorismo e injurias a la Corona. "A mi no me parece normal que Cifuentes se vaya de rositas y Pablo Hasel esté en la cárcel", contraatacaba Iglesias. "Y no me parece normal que su partido se haya financiado ilegalmente durante décadas", recordaba.
El PP ha dado un nuevo giro en su estrategia desvinculándose por completo del pasado corrupto del partido al hilo de las declaraciones que hizo Luis Bárcenas en plena campaña catalana, lo que según el diagnóstico de la cúpula popular ha sido el desencadenante de la debacle en las elecciones catalanas. El PP abandonará la sede de Génova para romper con el pasado y, además, ha dado orden de no hablar de cuestiones del pasado, pero Iglesias ha utilizado precisamente su intervención para arrinconar a los populares con los fantasmas de anteriores etapas.
Y no se ha quedado ahí la afrenta de Iglesias con el PP. Minutos más tarde, y en respuesta a la intervención de Macarena Olona, diputada de Vox, que ha acusado a su vez a Iglesias de "ser un pirómano y una auténtica amenaza para la democracia", el vicepresidente segundo se ha dirigido de nuevo a la bancada del PP para culparles de haber "alimentado a la bestia", y que ahora "la bestia les está devorando", en relación al sorpasso de Vox al PP este domingo en las elecciones catalanas, aunque ha obviado Iglesias que los de Santiago Abascal ha superado también en votos y escaños a las siglas moradas en Cataluña. "Van a terminar como pagafantas de la ultraderecha", ha añadido, desatando enorme revuelo en los asientos de los diputados del principal partido de la oposición.
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