A pesar de que ha sido motivo de debate interno y existe un sector del partido que firmaría un tripartito de izquierdas, el líder de ERC, Oriol Junqueras, ha terminado por imponer un veto personalísimo al PSC, con quien ha cercenado cualquier posibilidad de acuerdo. De hecho, los socialistas catalanes ni siquiera forman parte de la ronda de contactos que ha iniciado el candidato republicano a la presidencia de la Generalitat, Pere Aragonès, que sólo hablará, y por este orden, con la CUP, En Comú Podem y Junts para intentar una mayoría parlamentaria con la que ir a la investidura.
Junqueras no quiere saber nada del PSC en una actitud que mezcla cuestiones políticas con otras de índole personal. No le perdona al primer secretario del PSC, Miquel Iceta, que nunca le visitara en la prisión de Lledoners, además de sentirse muchas veces "engañados" por el socialista, explican fuentes de ERC.
"¿Vendrás Miquel?"
El líder independentista dejó testimonio por escrito de su desafección con Iceta cuando en octubre de 2019 le dirigió una carta vía elnacional.cat en la que le exhortaba a que si tenía la conciencia limpia él y sus colaboradores "vengan a la cárcel a explicarme qué hay de justo en esta sentencia, mirándome a los ojos y mirando a los ojos de nuestras familias y amigos. ¿Vendrás, Miquel? Dicen tus amigos del Supremo que tienes 13 años para decidirte". Pero Miquel nunca atravesó las rejas de la prisión.
El portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, se lo afeó a Iceta durante la primera sesión de control al Gobierno en la que intervino en calidad de ministro. "No he visitado a los presos independentistas. ¿Un grave error político?, sí", admitió Iceta, pero a continuación le replicó que "incumplir la ley es probablemente el peor error político que uno puede cometer".
Buena muestra de que con Iceta Junqueras no quiere ir ni a la esquina fue el rechazo para la presidencia del Senado. Aquel veto fue muy doloroso para el socialista, que ya había desdeñado otros ministerios que le hubieran dado la posibilidad de desembarcar antes en Madrid.
Lo paradójico es que Iceta ya no está en Cataluña, aunque siga liderando el PSC, sino que es Salvador Illa el que le ha tomado el relevo. Pero ni siquiera así, Junqueras ha abierto la mano a un posible acercamiento a los socialistas. Siempre tiene la última palabra como árbitro de las dos almas de ERC, la más identitaria, representada por Marta Rovira, y la que quiere empezar a poner el acento en la gestión de los asuntos cotidianos de Cataluña, donde se insertaría el propio Aragonès.
Los republicanos prefieren en la oposición a Illa mejor que a Borràs
Aducen en ERC que además del veto personal de Junqueras existe una especie de "trauma" por los dos tripartitos anteriores, encabezados por Pasqual Maragall y más tarde por José Montilla, entre otras cosas, por la oposición salvaje que les hizo Convergencia, desalojada del poder. Ahora se ven poco menos que condenados a un nuevo pacto con Junts, con la diferencia de que esta vez el presidente es suyo, y eso coloca a Illa de líder de la oposición, "lo que elevará el tono del debate en el Parlament".
Lo más curioso es que el veto impuesto por Junqueras al PSC no es extrapolable a Madrid, a donde precisamente se ha trasladado Iceta como nuevo titular de la cartera de Política Territorial y Función Pública. La idea de ERC es seguir colaborando en la estabilidad del Gobierno de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos. Hay asuntos de interés para los republicanos como la mesa de diálogo bilateral con la Generalitat o los indultos a los presos del procés.
Ayudar a "aislar" a Vox
Además, en el Congreso de los Diputados "ayudamos a aislar y frenar a Vox", dicen en ERC dando por amortizado al PP y a su líder, Pablo Casado, que ayer anunció la celebración de una gran convención nacional y el cambio de la sede nacional de la calle Génova, que investiga la justicia por haber pagado parte de las obras de remodelación con dinero negro.
Por su parte, Illa sigue inasequible al desaliento y ya ha comunicado a todos los partidos, incluido a ERC, su voluntad de presentarse a la investidura como ganador de las elecciones del pasado domingo.
El Parlament debe estar constituido como fecha tope el próximo 12 de marzo y el primer pleno de investidura no puede ser más allá del 26. Si no hubiera mayoría absoluta, se procedería a repetir la segunda votación dos días más tarde, para la que sólo haría falta mayoría simple. Si aún así, nadie consigue los apoyos suficientes, comenzaría a contar un plazo de dos meses antes de ir a una convocatoria automática de elecciones, allá por el mes de julio.
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