El calendario post electoral catalán fija como fecha tope para las negociaciones el próximo 12 de marzo, cuando debe constituirse el Parlament. Diez días después debe celebrarse la sesión de investidura, el 26 de marzo. Pero la constitución de la Cámara y, sobre todo, la presidencia de la Mesa, fijarán la mayoría parlamentaria de la investidura, tal como ha reconocido esta semana Oriol Junqueras. "No se puede pactar a trozos" advirtió el presidente de Esquerra en Catalunya Ràdio.
JxCat y ERC tienen por tanto doce días para superar los recelos creados por tres años de guerra civil en el Govern y el Parlament y cerrar un nuevo ejecutivo con una hoja de ruta compartida. Y encajar en el nuevo reparto de poder institucional a un nuevo actor: la CUP, que esta vez, a diferencia de en 2017, sí quiere asumir cuotas de poder en Cataluña.
Pero la batalla no sólo se da entre partidos, sino también dentro de las propias formaciones. Lo que explica por qué la rápida reacción de Aragonés tras las elecciones, abriendo el baile con la CUP, no ha servido para acelerar las negociaciones.
JxCat, entre el poder y la estrategia
En JxCat, un partido en construcción, no todos están convencidos de que la mejor opción es repetir el gobierno de coalición en una situación subalterna respecto a Esquerra. De hecho, ni el presidente del partido, Carles Puigdemont, ni su secretario general, Jordi Sánchez, tienen especial urgencia por el poder institucional, al que ninguno de los dos accederá.
En un contexto en el que Esquerra intenta diluir el papel de JxCat con la incorporación de la CUP y los comunes, una parte de Junts acaricia la idea de quedarse fuera del Govern para ejercer como oposición a ERC. Esto forzaría a Aragonés a buscar el apoyo de los socialistas. Y permitiría a JxCat erigirse como auténticos defensores de la independencia mientras los republicanos se veían obligados a gestionar un gobierno altamente inestable, con pocos visos de aguantar toda la legislatura.
Repetición electoral
En esa tesitura, en JxCat están convencidos de que una repetición electoral les permitiría recuperar los apoyos perdidos por la escisión del PDeCat y volver a superar a los republicanos. Al tiempo que permitiría desbancar a algunos de los outsiders incorporados en la lista electoral vía primarias que incomodan a la dirección del partido. Empezando por la candidata, Laura Borràs, pendiente de un juicio por malversación que puede dejarla inhabilitada para la política.
Pero esa postura choca con la evidencia de que una repetición electoral a corto plazo beneficiará sobre todo su principal rival, el PSC. Si los independentistas son incapaces de llegar a acuerdos, es difícil que su electorado no siga huyendo a la abstención. Lo que permitiría a los socialistas catalanes seguir creciendo tras la debacle de Cs y el PP.
Cuadros autonómicos
Esa posición obvia además que Junts es un partido integrado muy mayoritariamente por cuadros de la administración autonómica crecidos políticamente a la sombra de Convergencia, para los que entrar en el Govern es fundamental. También para el propio partido, en construcción, que necesita tiempo y recursos para estabilizar sus estructuras y completar el proceso de fagocitación de la antigua Convergencia.
De ahí que la portavoz del partido, Elsa Artadi, haya dejado claro que aspiran a ocupar tanto poder como Esquerra obtuvo en la anterior legislatura. En otras palabras, Presidencia del Parlament y los departamentos con más gasto social del Govern: Salud, Educación, Bienestar y Trabajo, además de la vicepresidencia económica. Al tiempo que se deshacen de la losa de la consejería de Interior, siempre en cuestión cuando se depende de la CUP.
Nueva estructura de gobierno
Pere Aragonés, sin embargo, batalla por un Govern "sólido y estable" capaz de completar la legislatura. Para ello, se ha propuesto sumar nuevos socios, ligar la investidura a un pacto presupuestario y reestructurar el ejecutivo, lo que daría al traste con las aspiraciones de Junts.
Un plan que obliga a recomponer todo el equilibrio de poderes en el futuro Govern. En ese contexto, Aragonés se propone suprimir o trocear las consejerías de Políticas Digitales y Territorio, para recuperar en el caso de la primera competencias que antes estaban en Presidencia. Y crear una consejería de Feminismos, que reservaría para Esquerra.
Confrontación en el Congreso
Pero más allá del reparto de sillas, el próximo gobierno debe pactar una hoja de ruta, en la que Junts quiere incluir la "unidad de acción en todos los ámbitos institucionales". Es decir, pactar la estrategia del Govern, pero también en el Congreso de los diputados. Un ámbito en el que los de Puigdemont tienen 4 diputados irrelevantes tras la escisión del PDeCat, mientras Esquerra aspira a seguir siendo un socio preferente del Gobierno con sus 13 escaños.
Gabriel Rufian, líder de ERC en el Congreso, dio muestras de ello en el pleno de esta semana, exhibiendo más complicidad con Jaume Asens (UP) que a Miriam Nogueras (JxCat). Pero Junts quiere romper ese idilio y prueba de ello es que ha incorporado a Nogueras al equipo negociador del futuro gobierno catalán.
Tensión en ERC
Tampoco Junqueras va a facilitar la relación con los socialistas. El presidente de ERC tiene muchas más dificultades que Aragonés para justificar los pactos con el PSOE y asegura, diez días después de los comicios, que no ha hablado con Salvador Illa, al que niega la condición de ganador en las urnas.
Sin embargo, la vía del diálogo que propugna Esquerra obligará a Aragonés a entenderse en aspectos puntuales también con el PSC, especialmente si quiere contar con el apoyo de los comunes y garantizarse una legislatura larga. Una pretensión que hace prever futuros choques con Junqueras, en la mejor tradición de ERC.
PSC, cómodo en la oposición
Mientras, Salvador Illa insiste en los encuentros con CatEC-Podem para escenificar un intento de investidura, aunque nadie cuenta ya con que los socialistas participen por activa o pasiva en la formación del nuevo Govern. El principal objetivo de Illa es explotar al máximo su papel de líder de la oposición y quiere hacerlo con la imagen de una oposición propositiva, dispuesta a exhibir programa de gobierno.
Un papel que permitirá a Illa alejarse de Vox, una vez que las urnas han dejado a Cs y PP condenados a la irrelevancia parlamentaria en Cataluña. Y espantar tambiín el fantasma de Inés Arrimadas, incapaz de poner en valor su histórica victoria en 2017, con más de un millón de votos.
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