Pablo Casado sigue pagando las consecuencias políticas de la corrupción. La sorpresiva confesión de Bárcenas en plena campaña de las elecciones catalanas pilló por sorpresa a la dirección del PP, que desplegó todas sus defensas para tratar de encajar las embestidas del ex tesorero del partido... sin éxito. Las urnas fueron el reflejo de una "cadena de errores" que se cometieron a nivel estratégico ya que, en última instancia, no se supo "manejar" desde la dirección la crisis de Bárcenas, según evidenciaron distintas voces autorizadas de la formación.
En su primer examen vital tras la ruptura manifiesta con Vox y la ratificación del rumbo del "nuevo" PP, Casado suspendió. Perdió un diputado en Cataluña respecto a 2017 -aspiraba, al menos, a ocho y se quedó con tres-, no logró frenar el auge de Vox -que creció hasta los 11- y tampoco consiguió atraer a los votantes de Ciudadanos, pese a que los naranjas perdieron más del 80% de su representación y cuyos electores prefirieron irse a la abstención, al PSC e, incluso, a Vox antes que al PP. Tras la derrota, el presidente de los populares tomó una decisión vital: abandonar la sede de Génova, 13 para romper con el pasado, ya que la cúpula del partido achacó en todo momento el mal resultado en Cataluña al desgaste ocasionado por "la corrupción del pasado".
Más allá de la decisión del cambio de sede, que también ha generado opiniones enfrentadas dentro del partido, lo que algunos sectores del PP evidencian es la ausencia de autocrítica por parte de la cúpula y la negativa de Casado a abrir el debate sobre la necesidad de acometer una cierta remodelación en su cuadro más cercano. El día siguiente de las elecciones en Cataluña,en Génova ya había una sentencia: "Por un diputado menos no va a haber dimisiones", comentaban. Y, al menos de momento, no ha habido un cambio de parecer.
Voces autorizadas del PP consultadas por El Independiente opinan justo lo contrario, y transmiten un "malestar creciente" y "muy extendido", especialmente en los flancos territoriales, por la "debilidad" que transmite la actual dirección. Las fuentes consultadas no dudan del liderazgo de Casado ni de que "otros" puedan hacerle sombra en este momento -en relación a las posibles aspiraciones nacionales que puedan tener barones como Alberto Núñez Feijóo o Isabel Díaz Ayuso- pero sí instan al jefe de filas populares que haga cambios en la cúpula para consolidar su imagen y afianzar su liderazgo. "La sensación creciente es que en la organización hay una estructura muy débil, y en gran parte de ahí viene el fracaso en Cataluña", reivindican.
Estos sectores del partido ven viable cambios importantes sin que ello genere necesariamente un nuevo desgaste para las siglas populares, ya que el "esquema" que se abre ahora ante el PP lo permite: sequía electoral -no hay nuevos comicios previstos hasta finales de 2022-; un cambio de sede, que desde la dirección se vende no como signo de fragilidad, sino de rearme político; y la Convención Nacional prevista para el próximo otoño. Las fuentes consultadas apuntan precisamente a la celebración de esta asamblea como el momento idóneo para abrir esa remodelación y "fichar nuevas caras" que reemplacen a perfiles que, aunque "eficientes", son "muy débiles". Ese nuevo talento puede venir de la sociedad civil, de Ciudadanos -Casado se plantea el fichaje de dirigentes y ex dirigentes de la formación naranja en el medio plazo para "engordar" el espacio del centroderecha- o del rescate de figuras dentro de las propias filas populares.
Gamarra, Egea y Beltrán, en el foco
Uno de los nombres que más se repite cuando se pide ejemplificar esa "debilidad" organizativa dentro del 'núcleo duro' de Casado es el de la actual portavoz del PP en el Congreso, Cuca Gamarra, que cogió las riendas del grupo parlamentario cuando el presidente de los populares destituyó a Cayetana Álvarez de Toledo en agosto de 2020. "Cayetana atraía la polémica y muchas veces traía de cabeza a la dirección, pero era un perfil fuerte", opina en este caso un diputado del PP. "Cuca es muy buena gente, no da ningún problema, pero la gente nota que no es fuerte. No tiene perfil de portavoz", sentencia.
Pero el que más críticas concentra intramuros es el secretario general del PP y número dos de Casado, Teodoro García Egea. El "capataz" del partido se encuentra ahora inmerso en un proceso de renovación interna que ha comenzado por los congresos locales, a los que seguirán los regionales, y en cuyo procedimiento se ha criticado mucho las "injerencias" del dirigente en el sistema de elección, por la intención de la dirección de impulsar perfiles oficialistas y exportar "unidad" en torno a Casado. "Cuando a Rajoy le tocó hacerlo, lo que comentaba a sus más cercanos es que nunca había comido y cenado tanto como cuando tenía que hacer la renovación del partido. Porque lo mínimo que puedes hacer con una persona es echarle bien, comer, cenar y explicar por qué", comenta un dirigente del PP, con años de experiencia en las filas populares. Mientras tanto, "Teodoro descuelga el teléfono y eso es todo", lamenta.
También recibe García Egea reproches por su "cuota de responsabilidad" en el batacazo de las elecciones catalanas, pero los críticos asumen que su salida o sustitución se estima prácticamente imposible porque él y Casado son "indisociables" y, además, hace falta mucho más que cierta contestación interna para que el presidente decida cesar a su hombre de confianza. Sobre quien sí se pone el foco es sobre la vicesecretaria de Organización, Ana Beltrán, un perfil que empieza a estar cuestionado intramuros a consecuencia del naufragio catalán y cuya sustitución por un perfil con más "fuerza", según las fuentes consultadas, podría servir como "revulsivo" para levantar a la dirección.
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