El Puerto de Navacerrada y la colonia de Camorritos, en Cercedilla, viven desde abril de 2019 en un limbo que nadie sabe cómo resolver. Sobre estos terrenos se construyeron el siglo pasado varios chalés de lujo, bloques de pisos en plena montaña y negocios para el excursionismo y el esquí. Más de 400 edificios que se levantaron en unos montes de utilidad pública cedidos por una concesión. El problema es que el plazo de la cesión caducó hace casi dos años y los terrenos y las edificaciones deben volver a manos de sus propietarios, los ayuntamientos de Cercedilla y Navacerrada. Pero los vecinos siguen en las viviendas a la espera de que se desatasquen los cauces administrativos.
La Comunidad de Madrid, que actúa como gestora y supervisora, confirmó que la concesión no se podía prorrogar. Sin embargo, en marzo del año pasado amplió a tres meses el plazo para estudiar las alegaciones de los vecinos a la declaración de la caducidad de la ocupación. Según confirman a El Independiente fuentes del Gobierno regional, el estallido de la pandemia dificultó la presentación de los expedientes y se decidió caducar el proceso. Ahora mismo se está a la espera de abrir un nuevo procedimiento, pero todavía no hay fecha concreta.
No hay que confundir la situación de Camorritos y el Puerto con el desmantelamiento de tres de las siete pistas de la estación de esquí de Navacerrada anunciado la semana pasada. El Gobierno, a través de Parques Nacionales, ha obligado a la estación a cerrar las bajadas del Telégrafo, el Escaparate y el Bosque por su impacto ambiental. El organismo estatal no prolongará la concesión que firmó en 1996 por 25 años y que caduca el mes que viene. No hay vuelta de hoja posible. La empresa de la estación deberá desmantelar los telesillas y las instalaciones de las pistas y dejar el terreno preparado para su regeneración.
La historia del conflicto en Camorritos y en el Puerto de Navacerrada, en cambio, nace a principios del siglo pasado. Estos terrenos estaban incluidos dentro del catálogo de montes de utilidad pública desde 1862. No se podían ni urbanizar ni vender. Pero debido a la gran afición a la montaña, surgió la idea de construir un tranvía que ascendiera al Puerto. Para ello se creó la Sociedad Anónima del Ferrocarril Eléctrico de Gaudarrama (SAFEG), que solicitó la concesión. La sociedad logró su objetivo entre 1919 y 1921. El Estado le cedió las hectáreas para que levantara la línea férrea, aunque no sólo fueron para eso. También permitió que la SAFEG construyera viviendas de descanso y recreo para fomentar la economía de Cercedilla. La sociedad podía, a su vez, conceder a terceros derechos de ocupación temporal para que construyeran sobre ellos.
En total se cedieron 85,5 hectáreas repartidas entre tres montes de utilidad pública. En el Pinar de la Helechosa, propiedad del Ayuntamiento de Navacerrada, no se construyó nada. Sobre el Pinar y Agregados, el terreno cedido más amplio, se levantó la colonia de Camorritos, en Cercedilla. Y en el Pinar Baldío, un área que pertenece a los dos ayuntamientos, se asentó lo que hoy conocemos como el Puerto de Navacerrada.
El lujo de Camorritos vs. los pisos del Puerto
Tanto Camorritos como el Puerto comparten el mismo problema, pero viven realidades sociales diferentes. Camorritos está al noroeste del casco urbano de Cercedilla. Es una zona apartada donde hoy resisten unos 90 chalés unifamiliares rodeados de grandes parcelas. Los primeros se construyeron en 1928, aunque el 'boom' llegó en los años 40. La colonia tiene cierto prestigio porque algunas de sus viviendas las construyeron arquitectos de la talla de José María Rivas Eulate, José Luis Durán o Fernando Higueras. Tomás Montalvo, cronista del pueblo, asegura que los vecinos de la colonia "siempre han sido conscientes" de la particularidad de esos terrenos. Recuerda como en los 70 ya intentaron demostrar que los habían comprado tras una venta en regla. "Eran gente muy rica y los descendientes no lo eran tanto. Han pasado por dos manos. Hay gente que no es capaz de mantener esas fincas", señala.
El Puerto de Navacerrada está a 60 kilómetros del centro de Madrid. Desde Cercedilla pueblo se tardan unos 15 minutos en coche. Para llegar hay que subir por la M-601, una carretera serpenteante y famosa por los atascos que se forman durante los fines de semana invernales por culpa de los excursionistas y esquiadores. A medida que uno avanza por la carreta, se van encontrando las primeras edificaciones del Puerto. La otra opción es utilizar la línea C-9 de Cercanías, que comienza en Cercedilla, pasa por el Puerto y termina en Cotos.
Álvaro Bázquez, escritor de guías sobre el paisaje de Madrid, publicó un estudio sobre el paisaje urbano del Puerto. Lo divide en tres zonas. En primer lugar está la zona baja, donde encontramos chalés y albergues construidos en los 50 y 60 y una decena de grandes edificios de cinco e incluso de ocho alturas construidos en las siguientes décadas. Son bloques poco atractivos, más propios de una ciudad que de un área que roza las cumbres serranas. En total concentran más de 300 apartamentos con superficies de entre los 40 y los 80 metros cuadrados.
Los pisos del Puerto tienen entre 40 y 80 m2. En Idealista rondan entre los 60.000 y los 90.000 euros
Andrés Pino, presidente de la Asociación Puerto de Navacerrada, se mudó a uno de estos edificios en 1988. Desde 2002 alterna su vivienda en la capital con la de la alta montaña. Calcula que en el Puerto habrá unas 115 personas censadas, además de los residentes que viven ahí sin estar empadronadas. Defiende que los edificios están en "perfecto uso" y que esa "creencia general" de que el Puerto está "abandonado y medio derruido" se debe al estado de algunos inmuebles que son "responsabilidad" del Ayuntamiento de Cercedilla.
Los bloques de pisos de la zona baja del Puerto los construyeron entre 1967 y 1991 promotoras como Crestas Navacerrada o La Fama Industrial. En los últimos años, los medios de comunicación se han hecho eco en varias ocasiones del problema sobre la caducidad de la cesión de los terrenos. Aún así, pese al limbo en el que se encuentran los edificios del Puerto, el presidente de la Asociación dice que en ellos residen hoy varias parejas de jóvenes. "Cada vez se utilizan más como primera residencia por el rumbo que ha tomado el mercado inmobiliario. Las condiciones son duras (…) Son mucho más baratos. En Villalba te cuestan más de 100.000 y aquí 40.000", explica.
Al menos 14 de estos 'chollos' en venta se anuncian en Idealista. El precio del más barato, un piso de 65 metros cuadrados con "vistas espectaculares" y garaje incluido, cuesta 56.000 euros. El piso más caro, en la calle de la Estación, ofrece los mismos metros pero por 165.000 euros. También promete unas "excelentes vistas". El resto de pisos anunciados se ofertan por precios que rondan entre los 60.000 y los 90.000 euros. En alquiler se encuentran dos pisos del edificio Montepinar, en el número 2 de la calle Ginos. Uno de ellos ocupa 85 m2 y se alquila por 650 euros al mes. El otro, de 70 m2, por 380.
Justo encima está la zona media, una estrecha franja ocupada por albergues, residencias y la estación de tren. Ahí también se sitúa el chalé en ruinas del Club Alpino Guadarrama o la Residencia Navacerrada, la construcción más emblemática del Puerto. En la parte alta del Puerto están los aparcamientos y las entradas a la estación de esquí y la frontera con Segovia. En ese entorno prestan sus servicios el Hotel Pasadoiro, la Venta Arias o negocios relacionados con el esquí.
¿Un callejón sin salida?
En enero del año pasado, el Ayuntamiento de Cercedilla publicó un documento en el que analizaba las concesiones de Camorritos y el Puerto de Navacerrada y las posibles soluciones. Es una tarea legal compleja. En el informe, el gobierno municipal da prácticamente por imposible la descatalogalización, la venta o la prórroga de los terrenos teniendo en cuenta las leyes vigentes. Apuesta, sin embargo, por la que parece la "opción más factible": el otorgamiento de nuevas concesiones sobre los inmuebles de Camorritos y Puerto de Navacerrada. Si se diera este caso, los ocupantes no tendrían "ningún tipo de derecho preferente", apuntan fuentes municipales.
El plazo expiró el 16 de abril de 2019. Los terrenos deben volver a manos de sus propietarios, los ayuntamientos. Y también todos los edificios construidos sobre ellos, que pasan a ser "propiedad del titular de la concesión a título gratuito y libres de gravámenes", según detalló el Consistorio de Cercedilla en su web en agosto de 2019. Pero los cauces administrativos se han estancado durante la crisis sanitaria. Ahora mismo no existe ningún proceso abierto para estudiar las alegaciones de los vecinos. La Comunidad espera abrir un nuevo procedimiento, pero no dice cuándo. Este paso es fundamental para que los ayuntamientos tomen una decisión definitiva.
"Lo que solicitamos a la Comunidad de Madrid es que no se convierta en monte porque hay un montón de viviendas, usos comerciales y empresariales y no estamos por la labor de perder todo eso", indican las fuentes municipales de Cercedilla. En su día el Consistorio también apuntó a la 'Ley 33/2003 del Patrimonio de las Administraciones Públicas' para recordar que las administraciones públicas pueden "desahuciar en vía administrativa a los poseedores de los inmuebles demaniales, una vez extinguido el título que amparaba la tenencia".
Hablar de demoler Camorritos es una aberración porque es historia de Gaudarrama. La del Puerto es una situación totalmente distinta"
Julío víAS, ESCRITOR Y NATURALISTA
A los vecinos de Camorritos y el Puerto dejaron de cobrarles el IBI cuando caducó la concesión. Las asociaciones vecinales están muy enfadadas con el Ayuntamiento. "El problema es que se está dedicando a decir que [los terrenos] son una concesión y eso es mentira. Esto es un problema de interpretación de leyes", denuncia Andrés Pino. "En el registro de la propiedad y en el catastro figuran como figura urbana y el Ayuntamiento se empeña en decir que es monte público. Están retorciendo la ley al máximo", añade.
El diario El País accedió en enero de 2020 a algunas notas simples de los apartamentos afectados que emite el registro de la propiedad. En ellas se advierte a los titulares de que "disponen única y exclusivamente del derecho de ocupación" y que la finca está sujeta a las "condiciones impuestas" a la Sociedad del Ferrocarril en los años 20. En enero de 1990, El País publicó la denuncia de uno de los cinco compradores que denunciaron a La Fama Industrial al darse cuenta de que los terrenos eran de "utilidad pública" y estaban "sujetos a una cesión administrativa" concedida 70 años atrás.
Nadie tiene claro que ocurrirá con los enclaves de Camorritos y el Puerto. El escritor, profesor y naturalista Julio Vías insiste en diferenciar, en todo caso, una ubicación de la otra. "La colonia de Camorritos es histórica de veraneo, con casas de una calidad arquitectónica notable, construidas por arquitectos destacados y de interés patrimonial. Eso de hablar de demolición a mi me parece una aberración porque ya es parte de la historia de Guadarrama. La del Puerto es una situación totalmente distinta, en la que hay tres edificios históricos pero el resto son concesiones que se traspasaron a terceros y se creó ese caos urbanístico", explica.
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