El Parlament sancionó este viernes el inicio de la XIII legislatura catalana con la elección del gobierno de la cámara, una Mesa presidida por Laura Borràs en la que entra, por primera vez, la CUP. Una sesión que sirvió para constatar que el bloque independentista tiene una mala salud de hierro y que no existe el "unionismo" por mucho que se empeñen los independentistas, políticos y medios.
En septiembre de 2017, a las puertas del referéndum del 1-O, la CUP lanzó su campaña más célebre: Ahora empieza el mambo, en la que simbolizaban el fin del procés estrellando una furgoneta Volkswagen por un barranco. El estreno de Borràs de este viernes y la declaración de intenciones, tanto de la CUP como de Vox, permiten avanzar que "el mambo" volverá al Parlament en esta legislatura.
Borràs ha sido escogida presidenta gracias a los votos de ERC, mientras la CUP votaba en blanco. Y lo celebró con un discurso que fue una bofetada a Esquerra y un guiño a la CUP. Mientras, el supuesto bloque constitucionalista se quedaba sin un tercer representante en la Mesa por la incapacidad de tejer acuerdos entre Cs y CatEC-Podem, o entre Ciudadanos y Vox. Los socialistas Eva Granados y Ferran Pedret estarán muy solos en la Mesa.
Desprecio a Roger Torrent
En su discurso de estreno como presidenta del Parlament, Borràs se declaró "heredera de Carme Forcadell", pero obvió ostentosamente a su antecesor, el también republicano Roger Torrent. Eso sí, aseguró que "trabajaré para recuperar la dignidad de la cámara", dando por supuesto que el Parlament la había perdido durante el mandato de Torrent.
En la memoria de todos, la negativa de Torrent a aceptar la investidura telemática de Carles Puigdemont o la retirada del acta de diputado a Quim Torra tras su inhabilitación, los dos momentos cumbres de los enfrentamientos de JxCat y Esquerra en la pasada legislatura. Preguntada por ese discurso, la portavoz republicana Marta Vilalta aseguraba que su formación no se sentía humillada por el desprecio de Borràs. Pero nombres de peso de Esquerra la contradecían en redes.
El ex líder de ERC en el Congreso, Joan Tardà, ha sido el más gráfico, insistiendo en la idea avanzada durante estos días: reeditar el gobierno de ERC y JxCat será "un Vietnam diario".
"Descortesía institucional al margen, que Borràs no mencionara a Torrent es una prueba más de que en la relación Junts-ERC pesan más las facturas pendientes de cobrar que las ganas de construir algo juntos que valga la pena", abunda Eduard Voltas, uno de los ideólogos de cabecera de los republicanos.
Aviso de la CUP
La predisposición a la confrontación de Borràs será puesta a prueba pronto. La CUP, que se negó a votar su candidatura por su situación judicial, pero también por la estrategia negociadora de Junts para imponer a Borràs, ha dejado claro que "no darán cheques en blanco" a sus socios. "La CUP tiene la llave y seguiremos ejerciéndola" advertía Dolors Sabater.
Para poner a prueba el compromiso independentista en el Parlament, los antisistema han escogido como representante de la CUP en la Mesa a Pau Juvillà, que comparte con Borràs la condición de imputado y la amenaza de una posible inhabilitación, en su caso por desobediencia. El pasado enero se supo que la Fiscalía le pide ocho meses de inhabilitación por no retirar los lazos amarillos de su despacho en la Paeria, la alcaldía de Lleida, durante la campaña de las generales de 2019.
De hecho, la regidora de Cs en la Paeria, Angeles Ribes, denunció los lazos de ERC, JxCat y los comunes, además de los de la CUP. Pero el resto retiraron los símbolos ante la advertencia de la Junta Electoral Local. No así Juvillà, que decidió "llegar hasta el final" con su envite ante la JEC.
Los comunes se desmarcan de Esquerra
Esquerra tendrá que gestionar con estos socios parlamentarios una legislatura en la que pretende reconducir la relación con el Estado para centrarse en la recuperación económica tras la pandemia. Especialmente después de una votación en la Mesa que ha cerrado la puerta a los acuerdos con CatEC, el socio con el que Esquerra esperaba inclinar más a la izquierda que al independentismo la hoja de ruta del Govern.
"Es ERC la que nos manda a la oposición" afirma la líder de los comunes, Jessica Albiach, que ya antes de la votación hablaba de "rodillo independentista" en la Mesa. Según los comunes, no podían prometer la investidura de Aragonés a ciegas por un sitio en la Mesa. Desde ERC aseguran que los morados podrían haber dejado "la puerta entreabierta", ofreciéndose a pactar futuros presupuestos, pero su negativa a todo hacía imposible el acuerdo.
El PSC les había animado a buscar un acuerdo con Cs que les permitiera hacerse con la cuarta secretaría con los apoyos de socialistas y naranjas. Una maniobra que habría permitido amarrar al partido de Pablo Iglesias fuera de la órbita de Esquerra. Pero CatEC no entró en el juego.
Vox y Cs tampoco se entienden
Tampoco Cs, que optó por buscar una entente con Vox y sus once diputados para volver a estar en la Mesa, pese a haber caído de 36 a 6 escaños. Los de Inés Arrimadas confiaban en que el "cordón sanitario" pactado por todos los partidos independentistas, PSC y comunes animara a Ignacio Garriga a aceptar su propuesta, un representante de Cs con los votos de Vox y, presumiblemente, el PP.
Pero Vox se negó. "Entendemos que a Vox le tocaba el cuarto puesto de la Mesa" en su condición de cuarta fuerza del Parlament, argumenta Garriga. "Han sido otros partidos los que no han querido apoyar a nuestro candidato. Los que nos intentan señalar como los responsables, que se olviden de repartirse los botines con nosotros, venimos a representar lo que los catalanes han elegido en las urnas" concluía el líder de Vox en Cataluña. Un dardo que esta vez no tenía como objetivo a los independentistas, sino a Ciudadanos.
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