Alivio y satisfacción. La marcha de Pablo Iglesias de la vicepresidencia segunda para intentar encabezar una lista de la izquierda alternativa a la Comunidad de Madrid ha generado estos sentimientos entre los ministros de la cuota socialista del Gobierno, sobre todo con los que ha protagonizado enfrentamientos en poco más de año de coalición. De hecho, una de las ministras del PSOE ha resumido su estado de ánimo tras conocer la noticia con un "yo no voy a derramar una lágrima".
La noticia les pilló a todos por sorpresa. Salvo la titular de Igualdad y pareja de Iglesias, Irene Montero, ningún otro vicepresidente o ministro sabía de sus intenciones. En Moncloa la conocieron, poco antes de que se hiciera público, Pedro Sánchez y su director de gabinete, Iván Redondo.
La marcha de Iglesias rebaja la presión interna en el Gobierno. Además, le sustituye un perfil sin duda mucho más conciliador, el de Yolanda Díaz. La ministra de Trabajo ha intentado huir de los frentes que ha ido levantando Iglesias y sólo ha disputado sus propias batallas, como la de los Ertes o el cálculo de las pensiones. Se vio arrastrada, muy a su pesar, al debate sobre la normalidad democrática de España, que cuestionaba Podemos, incluso al de la Monarquía, porque a pesar de ser una declarada republicana no ha visto la necesidad de enarbolar esa bandera para convertirlo en elemento de confrontación.
La relación de Iglesias con varios miembros de lo que puede entenderse como el núcleo duro del Gobierno era tensa e, incluso, inexistente. Había acumulado enfrentamientos con Carmen Calvo, Nadia Calviño, Juan Carlos Campo, María Jesús Montero y José Luis Escrivá, con el que la relación fue muy buena al principio. Con Díaz, dicen fuentes del Gobierno, "hay debate pero no tiranteces personales" y eso también allana la relación con el propio Sánchez, que finalmente no ha celebrado esa reunión extensa que le había pedido el todavía líder morado.
La marcha de Iglesias rebaja la presión interna en el Gobierno
Quizá la parte más sorprendente de la ya de por sí inesperada decisión de Iglesias es haber designado a Díaz como sucesora en la vicepresidencia -nombramiento que, conforme a los términos del pacto, Sánchez debe aceptar- y en la candidatura a las elecciones generales, sean cuando sean. Porque ayer también se desataron las especulaciones respecto a si el inquilino de la Moncloa podría estar acariciando un adelanto electoral, que en su entorno niegan.
La ministra de Trabajo también lleva camino de ser en un futuro no muy lejano la nueva líder de Podemos, aunque ahora su único carnet sea el del PCE. Eso coloca a Irene Montero fuera de la ecuación, salvo que se esté pensando en una bicefalia Díaz-Montero, dejando para la titular de Igualdad el poder orgánico del partido.
Un antiguo dirigente de Podemos no duda en destacar que Iglesias "se ha portado como José María Aznar" en 2003, cuando eligió a Mariano Rajoy sucesor por el sistema del "dedazo". Y, como hiciera el ex presidente del Gobierno, también ha dejado a su propia guardia pretoriana en torno a la sucesora. Son Montero e Ione Belarra, que será ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030.
Iglesias deja junto a Díaz a su guardia pretoriana, Irene Montero e Ione Belarra
En Moncloa admiten que están "contentos" y que entienden la decisión de Iglesias. Por lo demás, y a pesar del giro de los acontecimientos, insisten en que "Ángel Gabilondo es el candidato" socialista a la presidencia de la Comunidad de Madrid. No sería la primera vez que un candidato ya proclamado es sustituido de forma sorpresiva, como se hizo con Miquel Iceta para poner al frente de la lista catalana al ex ministro de Sanidad Salvador Illa.
Porque uno de los grandes interrogantes que abre la candidatura de Iglesias en Madrid es si beneficia o perjudica las opciones de Gabilondo. En el PSOE no contemplan un sorpasso de los morados, en cambio creen que es movilizador del voto de izquierdas. "En Madrid la derecha siempre se ha movilizado y acude a votar hasta la mascota, pero la izquierda es más crítica y exigente", señalan fuentes próximas a Gabilondo, por lo que es de esperar "que suba la participación" a pesar de votarse en martes y en mitad de la pandemia.
Por su parte, Gabilondo seguirá "en nuestra línea y con nuestro tono" a pesar de que vamos a una campaña muy polarizada en la que los términos del debate girarán en torno a comunismo o alerta antifascista, muy alejado del estilo del socialista.
"Gabilondo es el candidato", aseguran en Moncloa descartando un cambio de última hora
El pacto con Más Madrid es la otra gran cuestión a dilucidar. ¿Quiere de verdad ese acuerdo? A un antiguo crítico no le cabe duda de que "no quiere la unidad, quiere echarle la culpa a Errejón" y, ya de paso, laminar a la formación de su otrora compañero de filas con quien fundó Podemos. "Entre Mónica García y Pablo Iglesias, el votante apostará por Iglesias", afirma.
Se trata, sin duda de un golpe de efecto para una contienda electoral que tenía reservado a Podemos un papel muy secundario. El foco se dirige ahora hacia Iglesias, como uno de los grandes protagonistas junto a Isabel Díaz Ayuso. En el entorno del vicepresidente aseguran que aunque la izquierda no consiga gobernar en la Comunidad de Madrid "no se irá a su casa", pero la decisión de no volver a encabezar la lista a las generales tiene mucho de despedida.
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