"El siguiente secretario general de Podemos será una mujer". Este fue el autovaticinio que hizo la entonces portavoz parlamentaria de Unidas Podemos, Irene Montero, en marzo de 2019. Y ese plan, dos años después, no ha cambiado. Porque la actual ministra de Igualdad sigue teniendo todas las papeletas para suceder a Pablo Iglesias cuando llegue el momento del relevo.
Los que hablaban de una Montero desplazada por el ascenso fulgurante de la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, no repararon en las palabras con las que Iglesias anunciaba su salto a la política madrileña. Díaz será vicepresidenta del Gobierno y candidata morada en las siguientes elecciones generales, cuando sean, pero nada dijo del liderazgo de Podemos, partido del que ni siquiera Díaz es militante. Su único carnet es el del PCE.
Y ahí es donde entra en liza la ministra Montero, que "heredará" con toda probabilidad ese cargo, salvo más giros de guion que, teniendo en cuenta la deriva de la política española, no son descartables. "Podría ser perfectamente ella, tiene perfil", admiten fuentes moradas sobre lo que tiene deparado el futuro a la actual ministra.
En principio, Podemos no debería abordar la cuestión sucesoria hasta al menos dentro de un par de años pues celebró una III Asamblea Ciudadana semiclandestina en mayo del año pasado -en pleno confinamiento domiciliario- en la que Iglesias recibió el respaldo del 92,19% de los votos. No obstante, depende de él abandonar también este cargo antes de que finalice su actual mandato y eso "lo sabe Pablo Iglesias y lo va a decidir él, de manera sorpresiva y va a volver a pillar a los periodistas preguntándose cómo es posible", ironizan.
Depende de Iglesias adelantar su salida del liderazgo de Podemos
De este modo, el futuro de Podemos se escribe con nombre de mujer y obligará a la "cohabitación" entre ambas. Y aunque distintos medios consultados aseguran que "Irene no va a ser un problema" y que Díaz "nunca va a luchar por los cargos", esta situación alberga más complejidad que la actual. El líder de Izquierda Unida, Alberto Garzón, asumió su papel subsidiario respecto a Iglesias, que aunaba en su persona el liderazgo de Podemos, el diseño de las líneas estratégicas y la candidatura a la presidencia del Gobierno, lo que también clarificaba su papel en el Grupo Parlamentario del Congreso.
Ahora se trata de un movimiento donde Díaz y Montero pueden en el futuro colisionar en el ámbito de sus respectivas competencias, sobre todo habida cuenta de que Díaz, una vez que sea nombrada vicepresidenta, asumirá todas las tareas políticas que ejerce ahora mismo Iglesias como cabeza de delegación del sector morado del Gobierno, además de la interlocución directa con el jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez.
Iglesias reúne, ahora telemáticamente, a los otros cuatro miembros morados del Consejo de Ministros, esto es, Irene Montero, Yolanda Díaz, Alberto Garzón y Manuel Castells. Se diseñan estrategias y repasan el desarrollo del acuerdo de coalición sobre todo en aquellas materias en las que chocan de plano con el sector socialista como la reforma laboral, la ley de vivienda o la ley trans. Son las tres cuestiones que el todavía vicepresidente segundo quiere dejar culminadas o, al menos encauzadas, antes del arranque de la campaña electoral para la presidencia de la Comunidad de Madrid.
Díaz asumirá todas las tareas políticas que ejerce Iglesias como cabeza del sector morado del Gobierno
Y a todo ello hay que sumar una nueva variante que, sin duda, puede contribuir a tensionar a Unidas Podemos. ¿Cuál es el papel que quiere jugar Iglesias tras las elecciones del 4 de mayo? ¿Busca quedar liberado del corsé del Consejo de Ministros para poder ejercer de oposición a Sánchez? Pues eso es precisamente lo que temen algunos ministros socialistas, a pesar de su evidente alivio por tenerle en un mes fuera del Consejo de Ministros.
Sin embargo, fuentes de su entorno aseguran que, al menos durante la campaña electoral madrileña, funciona un "pacto de no agresión". Su intención "es confrontar con Isabel Díaz Ayuso no con Ángel Gabilondo ni con Más Madrid", posibles aliados si la izquierda suma para gobernar. Pero es difícil imaginarle callando ante los asuntos que siguen creando fricciones en el Ejecutivo de coalición.
Asumen los socialistas la decisión de Sánchez de permitirle continuar hasta el arranque de la campaña autonómica, pero no ven el momento de su marcha. "Yo no voy derramar una lágrima", admitió a El Independiente una ministra. Confían en el talante de Díaz, con otro estilo de hacer política. Así lo demostró al aceptar bajar en el escalafón gubernamental, de la vicepresidencia segunda a la tercera. "La ministra no va a poner en problemas al presidente del Gobierno", dijeron fuentes de su Ministerio. Tampoco a Montero, con quien mantiene una buena relación personal, a pesar de que no pocas veces ha ido por libre.
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