"Si alguien piensa que por irse Pablo del Gobierno, temas como el de la vivienda están controlados, ya se puede echar a temblar". Quien habla así conoce muy bien a la nueva ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra, una negociadora correosa que no tiene previsto rendirse en temas como el control de los precios del alquiler, que llevaba directamente hasta la marcha de Pablo Iglesias, y que será, sin duda, la nueva punta de lanza de Unidas Podemos en el Gobierno.
Aunque es la vicepresidenta tercera, Yolanda Díaz, la que en teoría capitaneará a Unidas Podemos en el Gobierno tras la salida de Iglesias y la responsable de la interlocución con Pedro Sánchez, lo cierto es que el peso político de los morados lo llevará esta pamplonesa de 33 años, que ya fue en su momento portavoz de la coalición en el Congreso de los Diputados. Sobre ella recayó en muy buena medida la negociación del Gobierno de coalición en 2019 y hasta el reparto competencial del organigrama ministerial, que acordó con el secretario general de Presidencia, Félix Bolaños.
El peso político de los morados lo llevará la ministra de Derechos sociales
Persona de la máxima confianza de Iglesias, junto a ella sigue el secretario de Estado de Derechos Sociales y responsable del área económica de Podemos, Nacho Álvarez. Los dos principales lugartenientes de Iglesias. Además, se incorpora a este Ministerio como secretario de Estado de la Agenda 2030 el líder del PCE, partidario de una futura fusión de IU en Podemos, Enrique Santiago. Mucho más próximo a Iglesias que Alberto Garzón, ha asesorado no pocas veces al líder de Podemos en las cuitas judiciales de Podemos. Con su entrada se acentúa el perfil político de esta cartera ministerial que, según admiten en Unidas Podemos, carece de competencias reales.
Son ya famosos los encontronazos vía Twitter de Belarra con la ministra de Defensa, Margarita Robles, que, precisamente dijo de ella que "nos pagan por trabajar por los ciudadanos y no por poner tuits". La navarra no se amilanó: "Ser humilde es no dejarse adular por la derecha mediática". Y a Nada Calviño le recordó hace poco por la misma vía que "los acuerdos están para ser cumplidos".
Esta por ver si en condición de compañera del Consejo de Ministros de Robles y de Calviño Belarra baja el tono, al menos en las redes sociales, o mantiene el mismo grado de crítica en un papel que nunca ha querido jugar la hoy vicepresidenta tercera del Gobierno.
Díaz huye de consignas, de disciplina de partido y de guerras orgánicas
Es no obsta para que Yolanda Díaz tenga sus propias batallas que librar, no menores. La reforma laboral y de las pensiones son dos de ellas y eso le ha costado enfrentamientos también con Nadia Calviño y José Luis Escrivá, pero, por ejemplo, aceptó la vicepresidencia tercera para no chocar con Calviño por una cuestión de escalafón, en lugar de presentar batalla.
Pero la vicepresidenta tercera huye de consignas, de disciplina de partido y de guerras orgánicas. Dejó la militancia en Izquierda Unida finales de 2019 y ha renegado cuantas veces han hablado de ella como futura líder de Podemos. De hecho, cuando Iglesias anunció los cambios en el sector morado del Gobierno, aludió a su persona en clave electoral, no para asumir la dirección del partido morado, contienda para la que siguen intactas las opciones de Irene Montero.
Díaz ha eludido entrar en los debates que abría Iglesias bien contra la Monarquía, cuestionando la normalidad democrática en España o arremetiendo contra las fusiones bancarias. De hecho, no ha podido ocultar muchas veces su incomodidad ante ciertas controversias, no porque ella no sea republicana y no considere insostenible la situación de Juan Carlos I, sino porque no forma parte de su estrategia política y no tener carnet ni de Podemos ni de Izquierda Unida -aunque sí del PCE- le dan cierto margen de maniobra.
Iglesias hará este miércoles un doble traspaso de carteras: a Belarra y a Díaz
Uno de los últimos actos de Iglesias en el Gobierno tendrá lugar hoy, en el traspaso de carteras. Las nuevas ministras y vicepresidentas prometerán su cargo a las 9 de la mañana en Zarzuela en presencia del Rey. A las 11, el vicepresidente saliente dará el relevo a Belarra y a Díaz, aunque, en puridad, a la titular de Trabajo no le tiene que hacer ningún traspaso porque no ocupará la vicepresidencia segunda, como él, si no la tercera, que era de Calviño.
Lo que ocurre es que, según fuentes de Moncloa, las vicepresidencias no requieren de ninguna formalidad, lo que ahorra a la ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, -a la que los morados convirtieron en una de sus bestias negras-, recibir la vicepresidencia segunda de manos de Iglesias, ni, tampoco tener que ceder la tercera a Díaz. Calviño ha preferido ahorrarse ambas instantáneas.
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