Está vez sólo habrá silencio. Ni insultos ni pitadas. Será la primera vez desde 2013. El himno nacional sonará en la final que esta noche se celebra en Sevilla como culminación a la Copa del Rey. Esta vez ha sido un virus el que ha librado a Felipe VI de tener que volver a pasar el trago de escuchar en pie, con tono solemne los sones del himno mientras miles de aficionados engordaban una pitada masiva.
Así ha ocurrido de modo consecutivo en las últimas seis ediciones cuando equipos vascos o catalanes han llegado a la final de este certamen. Históricamente el Barcelona, con 27 Copas, y el Athletic Club, con 23, son quienes más veces la han ganado y sus aficiones quienes en más ocasiones han pitado al rey y al himno. No en vano, el País Vasco y Cataluña lideran el ranking de apoyo a la republica como modelo de Estado, y los más críticos con la institución monárquica.
Esta vez la pitada será doméstica y frente al televisor. No llegará a oídos de las autoridades que ocuparán el palco. En él, ni el lehendakari, ni los alcaldes de Bilbao, Juan María Aburto, ni de Donostia, Eneko Goia, todos ellos del PNV, estarán presentes. La razón oficial de su ausencia es el cumplimiento de las medidas restrictivas que limitan la movilidad sin causa justificada. Ni Urkullu, ni Aburto, ni Goia han considerado acudir al Estadio de La Cartuja en representación de las aficiones bilbaínas ni donostiarras.
Todo apunta a que esa responsabilidad con el cumplimiento de las normas y llamadas a “quedarse en casa” podrían saltársela para encabezar un recibimiento institucional al equipo ganador y que en el caso del Ayuntamiento de Bilbao y la Diputación de Bizkaia ya se estaría ultimando de modo discreto en caso de victoria rojiblanca. La historia reciente muestra que es complicado que un político deje escapar esa fotografía. Quizá en pandemia…
Sin apoyo en Euskadi
En torno a la Copa, en torno al fútbol vasco, la política siempre ha revoloteado con intensidad. Las reivindicaciones de carácter soberanista han utilizado este torneo como altavoz y la presencia del Rey como desmarque de la institución. En los últimos once años sólo en dos ocasiones las finales de Copa no han incluido un equipo catalán o vasco. Ocurrió en 2010 con el Sevilla y Atlético de Madrid y en 2013 con la final entre Atlético de Madrid y Real Madrid. En esas ediciones, también la presencia del Rey y el sonoro apoyo del público al himno fueron empleados como fervor a modo de desagravio de las pitadas que acumula el torneo.
El último ‘Deustobarómetro’ de la Universidad de Deusto, de invierno del año pasado, situaba a la Monarquía como la institución que menos confianza generaba entre los vascos. Con apenas un 1,2 sobre diez. La representación en el Parlamento Vasco también revela ese perfil más republicano que monárquico en Euskadi. En la Cámara vasca apenas siete de sus 75 parlamentarios pertenecen a partidos monárquicos (PP y Vox). También la historia lo recuerda. La localidad guipuzcoana de Eibar fue la primera en proclamar la II República el 14 de abril de 1932.
Más recientemente, incluso el lehendakari Urkullu se ha posicionado abiertamente en contra de la Monarquía que ha tildado de un anacronismo que pervive por “vía de sangre” heredada de padres a hijos. Su rechazo, y el del nacionalismo que representa el PNV se pese a todo más moderado en las formas, “no se debe cortesía con pleitesía”. En el lado más radical del nacionalismo vasco, el que representa EH Bildu sin embargo la oposición es más dura y explícita y así lo ha manifestado en las numerosas visitas de Felipe VI a Euskadi.
La 'Copa Coronación' de 1902
Este año, la larga lista de presencias vascas y catalanas suman doble ración; la Copa de la temporada pasada, -aplazada por la pandemia-, y la de esta edición 2020/21. Hoy se enfrentarán el Athletic Club y la Real Sociedad, en la que será la primera final entre ambos equipos en la historia de la competición. El apenas dos semanas, el 17 de abril, el Barcelona y el Athletic se disputarán una nueva edición del campeonato.
Incluso en el palmarés e historia de esta competición la política ha jugado su papel. En caso de que los rojiblancos lograran las dos copas tendrían la oportunidad de quedarse a las puertas de recuperar el título de ‘Rey de Copas’ que hace tres ediciones le arrebató el Barcelona. Oficialmente, de lograrlo el combinado catalán aún contaría con dos copas más. Pero si se contabiliza la Copa de 1902 que el Athletic reivindica, sólo sería una.
Aquella edición celebrada con motivo de la coronación de Alfonso XIII -al cumplir la mayoría de edad- se considera como la primera edición de la competición… en San Mamés, no en la Federación Española de Fútbol. En la pagina web del Athletic se incluye en la lista de Copas ganadas. En aquel partido de la ‘Copa Coronación’ celebrado el 15 de mayo de 1902 en el Hipódromo de Madrid, el entonces conocido como el ‘Vizcaya’ -integrado por jugadores del Athletic y del Bilbao- venció al Barcelona por 2 a 1.
La ikurriña y el 'Athlético'
Hoy en Bilbao hasta una fuente en el centro de la ciudad la reivindica. Inaugurada en la Plaza Jado de la capital vizcaína en 2007, la conocida como ‘Fuente de los Leones’ la componen tres leones de casi dos metros de altura en torno a una fuente cuyo diseño se asemeja a la copa entregada por el entonces joven rey de España en 1902.
Hubo un tiempo en el que la política de la dictadura también quiso inmiscuirse en el fútbol vasco. Lo hizo a través del decreto que desde 1940 y hasta 1972 prohibió en España los anglicismos. El Athletic Club dejaría de denominarse así y pasaría a llamarse ‘Athlético de Bilbao’. La Asamblea del Club de 1972 recuperó el nombre oficial.
El fútbol vasco también recurrió al Athletic y la Real Sociedad cinco años después para fines políticos. El 5 de diciembre de 1976 la ikurriña aún no estaba legalizada. Aquella tarde el derby vasco reservaba una reivindicación insospechada. La entrada de una ikurriña de modo clandestino hasta el vestuario de la Real Sociedad activó horas antes del partido una acción que, impulsada por los capitanes, el ‘txuriurdin’ Inaxio Kortabarria, y el rojiblanco, José Ángel Iribar, contó con el consenso de todos los jugadores. Los dos capitales saltaron al campo portando entre ambos el emblema diseñado por Sabino Arana. Aquella ikurriña se exhibe hoy en el museo de la Real Sociedad.
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