4-M. Martes y en plena pandemia. No parece el mejor de los escenarios para animar a la participación electoral y, curiosamente, derecha e izquierda creen que ahí se esconde el secreto de su triunfo. Tanto populares como socialistas aseguran que una fuerte movilización cercana al 75 por ciento beneficia sus posibilidades electorales, lo que resulta claramente contradictorio, pero unos y otros dicen que les salen las cuentas.
El gran caballo de batalla de esta campaña va a ser, pues, la participación. A la derecha, porque la candidata del PP, Isabel Díaz Ayuso, aspira a concentrar todo el voto útil del centro-derecha, laminar a sus adversarios, esto es, Ciudadanos y Vox, y alcanzar la mayoría absoluta para hacer un gobierno monocolor. A los segundos, por considerar que el voto abstencionista siempre es de izquierdas, por lo que, a poco que se anime a ir al colegio electoral, puede sumar para echar a los populares del gobierno autonómico.
En Génova -todavía cuartel general de los populares hasta que cambien de sede nacional y regional- han calculado que "si no entra Vox, pero hay un 74 por ciento de participación, tenemos mayoría absoluta" y ya de paso, "te has quitado a un competidor -por Ciudadanos- y a otro le dejas desactivado -a los de Santiago Abascal-". Y aunque parezca una carambola a varias bandas, no les parece descabellado ese escenario.
Los socialistas acusan a Iglesias de "movilizar mucho el voto a Ayuso"
Los socialistas acusan que la irrupción de Pablo Iglesias como candidato "moviliza mucho el voto a Ayuso". El porcentaje de voto de la derecha en Madrid "siempre ha estado en torno al 52 y 54 por ciento". Pero lo contraponen a una buena movilización. "Con más del 75 por ciento de participación, la izquierda podría gobernar. Por debajo del 70, es imposible", explican. Este sábado el barómetro de Gad 3 publicado en ABC hablaba de una participación del 71 por ciento, lo que sería de las más altas registradas nunca en la región en unas autonómicas, más habida cuenta de que no se celebran la mismo tiempo que las municipales, como es tradicional, al tratarse de una convocatoria extraordinaria, que obligará a volver a celebrar comicios en mayo de 2023.
El hecho de que estas elecciones se diriman en clave nacional y no tanto autonómica anima al electorado. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se ha convertido en el oponente directo a Díaz Ayuso hasta el punto de llegar a cuestionar, en conversación informal con los periodistas que cubrieron su viaje a África, los datos pandémicos que ofrece Madrid, acusación que no repitió ante los micrófonos, pero que convirtió aquello en un ejemplo palmario de la desinformación contra la que Moncloa dice luchar.
La entrada en liza de Pablo Iglesias acentúa aún más ese carácter casi plebiscitario de una consulta en la que los votantes del PP están muy movilizados. El candidato de Unidas Podemos a la presidencia de la Comunidad de Madrid, no sólo no confronta con PSOE ni Más Madrid, sino que pide el voto para el conjunto de la izquierda, no explícitamente para las siglas moradas, que se mantienen inmóviles en los sondeos con respecto a hace dos años.
Llamamiento de Gabilondo a la "movilización masiva"
Por eso hay constantes llamamientos de la izquierda a la "movilización masiva", tal y como ha pedido Gabilondo. "Si nos movilizamos, os aseguro, lo vamos a conseguir", ha dicho. El problema de dichos llamamientos es acabar espoleando también al contrario.
Dicho esto, los antecedentes no son nada halagüeños en cuanto a participación se refiere. Las pasadas elecciones catalanas, el 14 de febrero, celebradas en plena pandemia, registraron una abstención récord del 46,44 por ciento, la cifra más alta en unas elecciones en Cataluña desde la recuperación de la democracia.
Con el fin de las mayorías absolutas -salvo excepciones como las del gallego Alberto Núñez Feijóo, el castellanomanchecho Emiliano García Page y el extremeno Guillermo Fernández Vara- "pasar del 40 por ciento de voto es un milagro", pero ya hay sondeos que dan a la candidata popular por encima de ese porcentaje. Otra cosa es que subiendo en voto pueda perder el gobierno, que es a lo que se aferra en muy buena medida la izquierda, en que muera de éxito.
En las elecciones autonómicas de mayo de 2019, Ángel Gabilondo obtuvo el 28 por ciento del voto y Díaz Ayuso el 22,7. El centro-derecha sumaba un total del 51,5 por ciento del voto (19,7 de Ciudadanos y 9,1 de Vox). Entonces la participación fue del 68 por ciento. En estos momentos, todos los sondeos empiezan a dar a la popular por encima del 40, un paso de gigante con respecto a hace dos años.
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