Hubo un tiempo en el que a los debates electorales acudían escoltas y candidatos. Años en los que las cartas con amenazas de muerte eran un trago vivido demasiadas veces, casi siempre en silencio, por algunos de los aspirantes. También en los que aquellas misivas, pintadas o amenazas verbales eran ignoradas en la refriega electoral, cuando no justificadas como una consecuencia del ‘conflicto’. En aquella sucesión de atriles que, campaña tras campaña, debate tras debate, abarcaban el siempre amplio espectro ideológico vasco, siempre afloraba el episodio en el que la violencia terrorista concentraba la confrontación más amarga. Se construyeron con silencios y requiebros de oratoria imposible.
En Euskadi la vida política durante décadas ha estado contaminada por la violencia. En los debates electorales, acosados y acosadores se sentaban frente a frente, sin que nadie abandonara el atril electoral. Las víctimas lo hacían sabedoras de que debían dejarse oír más alto. Quienes justificaban aquella Euskadi de asfixia, para mantener viva la presión, la ‘socialización del sufrimiento’.
En 1994 la televisión pública vasca llevó a cabo un debate en el que intervinieron Joseba Egibar, del PNV, Fernando Buesa, del PSE y Gregorio Ordóñez, del PP. A los dos últimos ETA los mató en el plazo de sólo seis años.
En diciembre de 1997 la Mesa Nacional de Herri Batasuna, sus 23 integrantes, fueron inicialmente condenados por el Tribunal Supremo a siete años de prisión por ceder en 1996 espacio electoral gratuito a ETA. En ellos la banda difundió dos vídeos de su llamada “alternativa democrática”. En su sentencia el Supremo aseguró que lo que cedieron fue “mucho más que la voz y la palabra”. Sin embargo, en su recurso ante el Constitucional, el Alto Tribunal concluyó que fueron sentenciados sin pruebas suficientes por lo que anuló la condena y ordenó su excarcelación tras veinte meses en prisión.
"¿Me considera víctima del terrorismo?"
En las campañas electorales ETA no sólo intentó condicionar los procesos sino que no descuidó recordar a su base social cuál debía ser el sentido del voto. En numerosas ocasiones reclamó vía comunicado el apoyo a las candidaturas de la izquierda abertzale.
La exigencia a la izquierda abertzale durante los debates electorales para que condenara la violencia terrorista se ha repetido de cita en cita. Siempre sin resultado claro. En las autonómicas de 2012 a la candidata de EH Bildu, Laura Mintegi se lo exigió el candidato del PP Alfonso Basagoiti de modo reiterado. “Si condenamos a ETA luego me pedirían que condenase las guerras carlistas o las guerras de banderas”, aseguró Mintegi. Basagoiti le recordó que ella había formado parte de las listas de la izquierda abertzale en los años más duros de la violencia terrorista y que lo que lo único que él quería era “que no me maten”.
La izquierda abertzale también ha exigido en campaña a las fuerzas constitucionalistas la condena de la violencia ejercida por la extrema derecha y el terrorismo de Estado. El cruce de reproches con PSE y PP recibió durante años el silencio como respuesta.
Más recientemente, ha sido Unidas Podemos la que ha protagonizado uno de los momentos más tensos que se recuerdan en un debate electoral en Euskadi. Sucedió durante las autonómicas de 2016. La formación morada concurría con Pili Zabala, hermana de José Ignacio Zabala, asesinado por los GAL en 1983, como candidata a lehendakari. En ETB la distribución de atriles pactada por las formaciones estableció que tendría a su derecha al candidato del PP vasco, Alfonso Alonso. “¿Usted no me considera víctima del terrorismo?, le preguntó de modo directo. El entonces presidente del PP vasco, entre titubeos, le respondió afirmando que “con arreglo a la ley” no lo era, “pero usted es víctima de un abuso, de una actuación por parte de funcionarios del Estado absolutamente execrable y condenable”. Después, seis largos segundos aguantándose la mirada ante las cámaras.
25 asesinatos en 13 elecciones
En 2015 en otro foro de debate televisivo, las quejas entre partidos precipitaron la suspensión de un programa de debate en el primer canal de la televisión pública vasca. La presencia como contertulio en dos de sus emisiones de Mikel Zubimendi, exparlametario de HB y condenado, junto a José Javier Arizcuren Ruiz, ‘Kantauri’, a ocho años de cárcel por su pertenencia a ETA, provocó un profundo malestar entre colectivos de víctimas y partidos. Durante una de sus intervenciones, Zubimendi afirmó que tuvo oportunidad de conocer a ‘Santi Potros’ y del que aseguró que “es un euskaldun al que estimo”. Zubimendi fue elegido parlamentario de HB en 1994. Fue quien arrojó cal al escaño del entonces consejero de Justicia, el socialista, Ramón Jauregi, a cuyo partido responsabilizó del asesinato de Lasa y Zabala. En 1996 desapareció y tres años después fue detenido por la policía francesa.
Las campañas electorales en Euskadi durante décadas comenzaban con una pegada de carteles sólo horas después del último atentado de ETA. La banda terrorista marcó de dolor trece citas electorales entre 1978 y los comicios generales de 2008. Su particular ‘programa electoral’ se escribió en este tiempo con nada menos que 25 asesinatos entre los que había policías, guardias civiles, militares, jueces, amas de casa o taxistas.
Treinta años separan la campaña del referéndum de la Constitución del 6 de diciembre de 1978, en la que ETA mató a siete policías, y los comicios generales que permitieron reelegir a José Luis Rodríguez Zapatero en 2008. En aquella ocasión, sólo dos días antes de la cita con las urnas, la banda terrorista asesinó al ex concejal socialista, Isaías Carrasco, en Mondragón.
"¡Mientras gritáis no mataréis!"
Un clima de tensión y amenaza que obligó a algunos partidos a llevar a cabo campañas electorales casi ‘clandestinas’ y a determinados votantes a ocultar el sentido de su voto o su participación en actos de campaña por miedo. Para la historia de Euskadi queda la imagen de Ernest Lluch en un mitin celebrado en San Sebastián el 3 de junio de 1999 con motivo de las elecciones municipales. Un grupo de manifestantes intentó boicotear a gritos el acto electoral mientras Lluch elevaba el tono: “¡Gritad más, que gritáis poco!, ¡mientras gritáis no mataréis, esa es buena señal!». Fue su último mitin en Euskadi. El 21 de noviembre de 2000 ETA le asesinó en el garaje de su casa.
En las autonómicas vascas de 1984, y a tres días de las elecciones, ETA asesinó al senador del PSOE Enrique Casas a las puertas de su domicilio. En las generales del 86, la banda mató a tres militares y un guardia civil; en las autonómicas de ese año, un ama de casa resultó herida en un atentado en plena campaña… y así hasta marcar más de una docena de periodos electorales.
España celebró la cita con las urnas en las generales de 1996 con dos secuestros simultáneos de ETA. Las generales del 3 de marzo de 1996, que dieron la mayoría al PP, el empresario José María Aldaya llevaba ya diez meses secuestrado y el funcionario de prisiones, José Antonio Ortega Lara, padecía su 46º día de cautiverio. Ambos secuestros coincidieron en el tiempo durante casi tres meses, contaminando el clima social de las generales del 96 pero también de las municipales de 1995.
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