Uno le necesita, el otro se resigna. Para una de las partes es uno de los asideros necesarios para seguir en el Gobierno. Para la otra, la menos mala de las opciones. La relación del Ejecutivo de Pedro Sánchez y el de Iñigo Urkullu no atraviesa por su mejor momento. La insistencia del lehendakari en reclamar una prórroga del Estado de Alarma en todo el país para paliar el impacto de la pandemia -con alta incidencia aún en Euskadi- fue desoída. Incluso la carta que Urkullu le remitió a Moncloa no mereció ni un “acuse de recibo”, según apuntó en lehendakari.
Por ahora la distancia se escribe más con frialdad que con palabras gruesas. Tras el 4-M madrileño el escenario parece haber cambiado para el PSOE. Por ello, el Gobierno de Sánchez no quieren que el malestar del PNV se convierta en grieta en su alianza de ‘socio preferente’. El ministro de Política Territorial, Miquel Iceta, se esforzó ayer en apuntalar el puente entre Moncloa y Lehendakaritza.
Lo hizo con hechos y con palabras. Entre los primeros, la firma de cuatro transferencias, entre ellas la de prisiones, una ansiada aspiración del Gobierno vasco. A ello añadió la promesa de, al menos, tres transferencias más antes de que termine el año, probablemente, el Ingreso Mínimo Vital entre ellas.
En donde no ahorró esfuerzos fue en las palabras, en los halagos. Iceta quiere que Sabin Etxea y el Ejecutivo de Urkullu no olviden que son apreciados, queridos incluso, por el Ejecutivo Sánchez. Para ello recurrió a un amplio catálogo de reconocimientos. Urkullu es “exquisito” hasta en la discrepancia, dijo, y las posiciones críticas del Gobierno vasco “no caen nunca en saco roto” en Moncloa. Incluso afirmó que ambos Gobiernos se entienden ya “con unas miradas”.
La 'lealtad' del PNV
Las manifestaciones elogiosas hacia la actitud del Ejecutivo vasco y el PNV las hizo el ministro desde el primer minuto. No descuidó uno de los guiños que más satisfacen en Sabin Etxea, comenzar su intervención con unas breves palabras en euskera en señal de respeto y reconocimiento. Palabras pronunciadas en presencia de varios consejeros del Gobierno vasco con los que deberá seguir negociando hasta el cumplimiento íntegro del Estatuto de Gernika.
Apenas dos horas antes había asegurado que Moncloa apoyaría una petición de Estado de Alarma sólo para Euskadi si Urkullu lo solicita. Erkoreka no tardó en responderle que no lo hará, que no habrá petición exclusiva del País Vasco.
Del PNV, Iceta recordó su “lealtad”, la “claridad” en sus planteamientos y su disposición a actuar siempre “guiado por la buena fe”. Llegó incluso a afirmar que la relación entre el PSOE y los nacionalistas vascos sigue “afianzándose”, en gran medida gracias a las alianzas de Gobierno que ambos tiene en Euskadi, y a su larga trayectoria de acuerdos.
Iceta aseguro que las transferencias que ayer firmaron ambos gobiernos no eran más que “saldar una deuda” que se tenía con el País Vasco por el incumplimiento del Estatuto de Gernika. También que el autogobierno vasco sirve “para los intereses de la ciudadanía” y que no es más que un reflejo más de “una España unida fuerte dentro de su pluralidad”.
Compromiso "intacto"
Pero los guiños con el Gobierno de Urkullu incluso aparecen en una de las críticas que desde las formaciones como el PP o Vox se hacen cuestionando la transferencia de la gestión de las prisiones. Iceta insiste en que se debe diferenciar la política penitenciaria, que seguirá en manos del Gobierno central, y la gestión de los centros penitenciarios, que es lo que asumirá el Ejecutivo vasco.
Por la tarde, ante sus compañeros del PSE, Iceta se reafirmó en su disposición por seguir desarrollando el Estatuto de Gernika, “nuestro compromiso está intacto”. También en sus palabras de cercanía con el PNV: “¿Qué complicidades tenemos con el PNV? Pues que ambos necesitamos gobiernos estables, no sometidos al ‘tiraneo’ constante” y la apuesta por “una negociación constante, sin ser rehenes de la polarización política”.
El portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban, lleva días dejando claro que el apoyo a Sánchez responde más a una falta de alternativa posible en el PP, que a un reconocimiento a la gestión política de Sánchez. Ayer se mostró “atónito” y sorprendido con la última decisión del Gobierno Sánchez de abrir la puerta a una posible cambios legales que de herramientas a las comunidades autónomas, “no admite que ha metido la pata”.
Agotar la legislatura
Por ahora el PNV prefiere intentar reconducir la relación, encauzarla, y alejarla de la presión que las elecciones autonómicas en Madrid amenazan con sobrevolar. Esteban insiste en que en realidad lo ocurrido, con la debacle del PSOE, lejos de poner en peligro su apoyo refuerza la posición del Gobierno por agotar la legislatura. Ayer Iceta lo reiteró, “tenemos vocación por agotar la legislatura hasta 2023”, dijo.
En el PNV la relación se ha enfriado, pero la disposición a seguir sosteniendo a Sánchez, no. El tono de la crítica se rebaja pero ya no se esconde. Pero la fidelidad se modula casi a la misma velocidad que se debilita el Ejecutivo. Los nacionalistas saben que con Sánchez debilitado muchas de sus reivindicaciones pueden tener una respuesta más favorable, en especial, la culminación del Estatuto de Gernika, ya compromeetida.
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