Aunque haya dejado el Gobierno y todos su cargos en Podemos -el partido que creó hace siete años junto a un grupo de amigos a los que fue depurando- Pablo Iglesias sigue siendo noticia. Un simple cambio capilar, simbólico aunque anecdótico, se convirtió este miércoles en tendencia en las redes sociales. Nunca un nuevo look había creado tal corriente de comentarios y de opiniones, a favor y en contra. Pero este era un largo anhelo de Iglesias, aseguran fuentes de la formación morada, y hasta tuvo sus implicaciones políticas.
Y es que ya sopesó cortarse el pelo cuando llevaba unos meses de vicepresidente segundo del Gobierno. Corría el verano del año pasado, tras la primera ola de la pandemia. Y, una vez más, una cuestión de índole personal se convirtió en objeto de debate político interno en su partido, como cuando consultó a las bases si se quedaba o no con el chalet de Galapagar (Madrid) so amenaza de dejar el liderazgo del partido.
Un intento de cortarse el pelo el pasado verano, acabó en debate interno en Podemos
El verano pasado no hubo sondeo a los adscritos sino debate en el seno de la dirección morada. El entonces vicepresidente segundo fue consultándolos por separado hasta que sus más directos colaboradores se "conjuraron" para frenarle. Iglesias, según las mismas fuentes "estaba cansado de la coleta", pero los suyos, entre ellos Juanma del Olmo, le recomendaron que no cambiara de imagen, que mantuviera su aspecto como seña de identidad de la coalición y "para distinguirse" del resto de los ministros que conforman el Gobierno de coalición.
"Era una cuestión de marca", aducen, aunque lo cierto es que el ex secretario general de Podemos empezaba a estar muy harto del pelo largo. De hecho, el moño fue una especie de paso intermedio que él mismo justificó en las redes. "Entre la ola de calor y que mis hijos me tiraban del pelo... tocaba nuevo look", dijo entonces y, más a más, hasta se puso pendientes.
Quizá lo más parecido en política son los «focus group» que organizó el PP a la vuelta de las vacaciones de agosto de 2019 para testar la barba del presidente del partido, Pablo Casado. La decisión fue poco menos que unánime. La barba se quedó, y a día de hoy la mantiene, porque, a decir de los encuestados, le daba "madurez".
Ahora, a falta de decidir hacia dónde encaminará sus futuros pasos, se ve libre de mantener una imagen alternativa, convertida en seña de identidad. Él ha expresado su deseo de dedicarse al periodismo crítico y para ello tiene un órgano de expresión, laultimahora, que ayer cumplió un año de vida y que, según el portavoz parlamentario de Unidas Podemos "nunca miente, se sostiene únicamente con cuotas de sus lectores y te cuenta qué hay detrás de los grandes poderes mediáticos".
Otra cosa es que a Iglesias se le quede muy pequeño.
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