La debacle en Ciudadanos se agudiza cada minuto. El goteo de bajas de cargos territoriales se ha convertido en un habitual en el partido de Inés Arrimadas. La oleada de renuncias se intensificaron especialmente a raíz del fallido intento de presentar una moción de censura en Murcia, que precipitó un adelanto electoral en la Comunidad de Madrid y, en última instancia, la pérdida de dos de los grandes bastiones del poder naranja. Patricia de Miguel, concejal de Cs en Cambrils; Sandra Julià, ex diputada en el Congreso por Castellón; o Laureano Bermejo, ex secretario de Organización de Cs Galicia son algunos de los últimos nombres propios que han cursado baja de la formación, a la que han dado portazo con duras críticas a Arrimadas y su equipo por convertir el partido, dicen, en "una muleta más de Sánchez y la banda".
Los que se van, lo hacen enarbolando la labor que desempeñó Albert Rivera al frente del partido naranja en comparación con la actual líder de la formación, Inés Arrimadas, en la que, por cierto, el ex político catalán confió para llevar las riendas desde su salida en noviembre de 2019. La actual presidenta tomó posesión a todos los efectos en marzo de 2020, pero el proyecto hace aguas en cada proceso electoral que se encuentra por el camino: en Cataluña, feudo por excelencia de los liberales, Ciudadanos perdió 30 diputados en las autonómicas; y en Madrid, perdieron los 26 que ostentaban y el Gobierno que ocupaban. Las encuestas pronostican también un futuro negro para la formación, tanto a nivel nacional como autonómico, con una representación que puede ser ínfima o nula por ejemplo en Andalucía, lo que aboca al partido a una lenta agonía. Mientras, Albert Rivera guarda silencio y evita defender al proyecto al que dedicó 13 años de su vida y a la dirigente que, al menos antaño, gozaba de su máxima confianza.
Si hablase, según afirman varias personas de la confianza del catalán, no sería precisamente para romper una lanza a favor de Arrimadas. "Se está aguantando las ganas para no explotar", aseguran las fuentes consultadas, que suscriben el "profundo desacuerdo" del ex presidente naranja con la gestión de la nueva dirección nacional. Desde que Inés Arrimadas se puso al frente de la nave, Ciudadanos se convirtió en socio auxiliar del PSOE para las sucesivas prórrogas del estado de alarma y otros acuerdos parlamentarios, aunque el punto de inflexión vino con la moción en Murcia autorizada tanto por Arrimadas como por Moncloa para desbancar al PP, el "socio prioritario" de Ciudadanos casi hasta que Rivera abandonó la política. "Está indignado, está espantado y está avergonzado", comenta un ex dirigente de la cúpula naranja.
Pero lo que más irrita al ex presidente de la formación es el manido discurso de la 'herencia riverista' para justificar los últimos varapalos electorales y, a juicio de las fuentes consultadas, "evitar ceses y dimisiones" y "encerrarse en su torre de marfil". "Está cabreado viendo cómo le achacan una y otra vez las derrotas del partido cuando hace ya mucho que se marchó, y no ha abierto la boca desde entonces", reprochan. Por ejemplo, tras el batacazo en Cataluña, la propia Arrimadas sostuvo que "es injusto comparar estos resultados con los 36 diputados de 2017" porque "cuando cogimos el partido hace un año, las expectativas de voto ya eran éstas". Y fuentes de la dirección suscriben ese mismo discurso y defienden que "ella se echó un partido roto a las espaldas" tras la debacle de las últimas generales, y "no ha habido tiempo de poner el 'proyecto Arrimadas' en marcha".
La última aparición pública de Albert Rivera se produjo la pasada semana, cuando el abogado participó en un acto organizado por Diario Sur. En la cita, el ex líder naranja eludió valorar la grave situación del partido que él mismo fundó, y se limitó a desear "suerte y acierto" a sus actuales responsables. "Claro que tengo una opinión y he visto lo sucedido en Cataluña, Murcia o Madrid, pero precisamente por todo eso lo mejor que puedo hacer es no opinar en público", afirmó Rivera, que aprovechó su intervención para reivindicar su propia gestión al frente del barco naranja. "Yo me empeñé en unir a gente muy diversa en un proyecto (...). Lo último que puede hacer uno en la vida es añorarse a sí mismo", zanjó.
Sobre las posibilidades de su retorno a la política, en su entorno descartan por completo esa posibilidad, al menos en el corto o en el medio plazo. "Pero volverá", insisten. "Le va muy bien en la vida privada", afirman, aunque las fuentes consultadas también coinciden en que "no puede evitar despegarse de la vida pública". Tras abandonar la política, el ex dirigente se convirtió en presidente ejecutivo del bufete Martínez-Echevarría & Rivera, puesto que compagina desde hace unos días con la presidencia del consejo de administración de Meeting Lawyers, una 'start-up' de asesoría legal en la que participa su despacho de abogados.
Continúan los guiños al PP
Mientras Albert Rivera evita defender públicamente a Ciudadanos en plena crisis del partido -tampoco pidió el voto para Edmundo Bal de cara al 4-M-, los guiños entre el ex presidente naranja y el líder del PP, Pablo Casado, continúan. Ambos participarán en un evento -junto al presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco; o el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi- el próximo mes de julio en Aranda del Duero (Burgos), y los dos dirigentes mantienen un contacto fluido y constante, según aseguran en el entorno del líder de la oposición. Tanto es así que, como adelantó El Independiente, fue el propio Rivera quien facilitó a Casado la incorporación de Toni Cantó al PP.
La dirección de Génova ha pisado el acelerador en su 'opa' contra Ciudadanos tras lograr absorber por completo el hundimiento del partido en la Comunidad de Madrid, y se ha lanzado a asestar el golpe definitivo a los liberales para unificar el centroderecha bajo las siglas populares. La operación se centra ahora en capitalizar la oleada de bajas en Ciudadanos a nivel local y autonómico, aunque se prevé que Albert Rivera sea precisamente uno de los principales invitados en la Convención Nacional que prepara el PP para el próximo otoño.
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