En mayor o menor medida, las rencillas del pasado suelen tener consecuencias en el futuro. El actual vicepresidente de la Junta de Andalucía, Juan Marín; y el ex secretario de Organización de Ciudadanos, Fran Hervías, son un claro ejemplo de ello. Para encontrar el origen de la enemistad entre ambos dirigentes hay que remontarse a la época de Albert Rivera, en que uno y otro ya pujaban por el control del poder orgánico en Andalucía. La dimisión del político catalán llevó consigo una importante renovación de la cúpula y la salida de Hervías de la Ejecutiva, quien pactó con Inés Arrimadas un cómodo asiento como senador por designación autonómica, pensando ésta que un puesto de estas características para el 'fontanero' del riverismo no le daría más quebraderos de cabeza y podría emprender una sucesión tranquila y sin contrapesos políticos que pudiesen lastrar su implantación nacional y territorial. Pero nada más lejos de la realidad.
La tormenta, lejos de amainar, se recrudeció: el ex dirigente naranja, incluso desde la barrera, conocía los entresijos de Ciudadanos como nadie y conservaba un poder orgánico que Juan Marín se empeñó en laminar: en verano de 2020, el vicepresidente andaluz dio rienda suelta a una purga interna que, con el beneplácito de la presidenta, 'limpió' de figuras disidentes las entrañas de Cs Andalucía. Muchos de esos movimientos, a día de hoy, siguen en la memoria de todos los que se vieron afectados directa o indirectamente por la 'tijera' de Marín. Incluido el propio Hervías.
Antes de senador, el ex secretario de Organización de Cs fue también diputado en el Congreso y en el Parlamento catalán. Formó parte además del reducido búnker en que Albert Rivera depositó una confianza ciega en la construcción de Ciudadanos como una alternativa política de centro en España, que a punto estuvo en su mejores tiempos de dar el sorpasso al PP. Pero el 'señor Lobo' -el apodo interno que se granjeó en referencia al personaje de Pulp Fiction encargado de arreglar entuertos de forma rápida y sin dejar rastro- fue uno más de las decenas de cargos que abandonó el barco naranja cuando la decisión de Arrimadas de presentar una moción de censura en Murcia terminó casi de hundirlo. Como muchos de los fugados, hizo gala del manido argumento de que Ciudadanos se había convertido en "una muleta más del sanchismo". "Por mis valores y convicciones no puedo seguir representando a un partido que ha cambiado su ideología y sus principios", expresó en un comunicado.
Y Hervías no ha entrado en el PP de cualquier forma. El ex dirigente de Ciudadanos cuenta con despacho propio en la quinta planta de la sede del PP y trabaja mano a mano con el secretario general del partido y número dos de Pablo Casado, Teodoro García Egea. La inmensa red de contactos que durante años forjó el 'fontanero' naranja le está sirviendo ahora para desguazar los restos de Ciudadanos en favor del Partido Popular, jugando un papel clave en el llamado proyecto de reunificación del centroderecha que pasa por la incorporación de numerosos cargos liberales a las filas populares hasta la completa absorción del partido que hoy encabeza Inés Arrimadas.
El ex secretario de Organización de Ciudadanos ocupa hoy un rango de 'asesor' en el partido de Pablo Casado. O lo que es lo mismo: trabaja en la sombra para completar, sin hacer mucho ruido, una 'opa' hostil que se intensificó a raíz de la "traición" del partido naranja en Murcia, donde Arrimadas intentó desbancar, sin éxito, al barón popular del Gobierno regional, con la necesaria ayuda de Moncloa. Hervías se ha convertido en el "filtro", según cuentan en su entorno, por el que pasan todas las posibles incorporaciones de Ciudadanos. Y ahí es justo donde se le complican las cosas a Juan Marín.
Tal y como informó El Independiente, ya no es ningún secreto que el vicepresidente de la Junta de Andalucía ha valorado y expresado a su círculo más cercano la posibilidad de dar un paso al PP llegado el momento, sobre todo en caso de que Inés Arrimadas decidiese no apostar por él como candidato, un escenario que recorre tanto los pasillos de la sede nacional como los de la delegación autonómica. "Él valoró esa opción", reconoce una fuente autorizada del partido en Andalucía, que afirma no obstante que, ahora, "está centrado en reflotar el proyecto de Ciudadanos en Andalucía" con la "promesa" del presidente de la Junta, Juanma Moreno, de no adelantar los comicios. "El futuro es futuro. Estamos preocupados por el presente", ratifica.
Fuentes autorizadas conocedoras de estos movimientos aseguran que los planes de Marín pasaban por intentar una suerte de 'Andalucía Suma' -es decir, acudir a las próximas autonómicas en coalición con el PP-. La negativa de Arrimadas fue tajante, y tampoco es un escenario que contemplen los populares ya que, según los sondeos, Moreno Bonilla estaría rozando con los dedos la mayoría absoluta también en Andalucía. Como ha ocurrido en Madrid, los populares conseguirían otra abrumadora victoria si logran capitalizar casi por completo el previsible hundimiento de la marca naranja, que salvaría en el mejor de los casos tres de los 21 diputados que obtuvo Ciudadanos en 2018.
La posición adquirida por Hervías en el PP dificulta, y mucho, que su enemigo íntimo pueda recalar en las filas populares y precipita a Marín a encontrar su 'muerte' política en Ciudadanos si el partido se hunde definitivamente en Andalucía. Esta hipótesis se ha diluido en las últimas semanas, sobre todo por la entrada de Marín en el Comité Permanente del partido naranja y el cierre de filas con Inés Arrimadas, un movimiento que algunas fuentes, tanto en PP como en Cs, atribuyen a la entrada de Hervías en la sala de máquinas de Génova. Pero fondear en el PP sigue siendo una salida que no se descarta ni para él ni para el alcalde de Granada, Luis Salvador, que ya ha dejado caer en más de una ocasión que su destino podría residir, en un futuro, en las filas populares.
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