La crisis migratoria sin precedentes que sacude a la ciudad autónoma de Ceuta lleva implícita una lectura política para los partidos que componen la oposición al Gobierno que no es baladí. Desde que los primeros cientos de marroquíes comenzasen a acceder al país de forma irregular, PP y Vox han marcado un perfil propio en el conflicto diplomático en cada matiz, en cada gesto y prácticamente en cada discurso. Ambas fuerzas han condenado lo sucedido en las últimas horas y han pedido "contundencia" al Gobierno central y que ejerza una actuación "firme" y "coordinada" con la Unión Europea ante el desafío planteado por Marruecos. Pero ese es casi el único punto en el que han coincidido Pablo Casado y Santiago Abascal en las últimas horas.
Las posiciones políticas no sólo se fijan con lo que se dice, sino también con lo que se calla. Antes de que estallase la crisis migratoria, el jefe de la oposición ya había delineado su propia hoja de ruta para reforzar la alternativa política a Pedro Sánchez, impulsado por el 'efecto Ayuso' tras el 4-M: absorber a Ciudadanos -tanto a sus cargos como a sus electores- y arrinconar a Vox como "partido muleta" en caso de que el PP no sea capaz por sí sólo de alcanzar sus objetivos políticos, tal y como ha sucedido en Madrid. El discurso de Casado, según inciden fuentes de Génova, sigue siendo el que pronunció alto y claro durante la moción de censura del pasado mes de octubre, que conlleva la ruptura -casi- total con Vox y con la "radicalidad" de sus postulados mientras encabeza una alternativa "moderada" que mira al "centro".
Fuentes cercanas al líder de la oposición defienden que Casado ha querido reivindicar en todo momento la bandera de "hombre de Estado" en la ingente crisis migratoria por la que atraviesa el país, alejado en este caso del "ruido" y del "enfrentamiento" que a su juicio promueve la formación presidida por Santiago Abascal en este asunto. Además, insisten en rechazar frontalmente el término "invasión" en el que insiste Vox para referirse a la llegada de más de 8.000 inmigrantes desde la tarde del pasado lunes a Ceuta y, en menor medida, a Melilla, de los que el Ministerio de Interior asegura haber devuelto a unos 4.000. "No se puede tratar con tanta frivolidad ese drama humano. Entre esos 'invasores' que dice Vox hay decenas de bebés o niños que han venido a nado. La situación es extrema", comentan fuentes populares.
Entre los planes de Pablo Casado no entra, al menos de momento, desplazarse a la ciudad autónoma como sí ha hecho su homólogo de Vox, a "hacerse la foto". El presidente de los populares ahondará, aseguran las fuentes consultadas, en su perfil más "institucional" ante la crisis. Ayer se mantuvo "permanentemente" al habla con el presidente ceutí, Juan Jesús Vivas, y telefoneó por la mañana a Pedro Sánchez, al que exigió "garantizar la integridad territorial de nuestras fronteras, de inmediato y con todos los medios que sean necesarios" así como reforzar los efectivos de la Policía Nacional, de la Guardia Civil y del Ejército.
Los populares, insisten en la necesidad de "fortalecer las relaciones diplomáticas con Marruecos", un discurso, de nuevo, diametralmente opuesto al de Vox. Sin ir más lejos, Casado se reunió el pasado martes con varios dirigentes del Gobierno marroquí para "fortalecer la relación bilateral" entre ambos países tras la "irresponsabilidad" del Gobierno de Sánchez al acoger al líder del Frente Polisario, Brahim Ghali. El pasado 24 de noviembre, Casado se reunió también con la embajadora marroquí, Karima Benyaich, aunque fuentes oficiales evitan valorar la advertencia de ésta a España. "Hay actos que tienen consecuencias, y se tienen que asumir", dijo, vinculando veladamente la presión migratoria como herramienta de chantaje contra España.
Ese perfil moderado e institucional se reivindicó este martes por diferentes dirigentes y portavoces del PP, entre ellos la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que emitió un escueto mensaje en Twitter en el que quiso trasladar su "solidaridad" con el pueblo ceutí y con las fuerzas de seguridad.
Abascal: mano dura contra la "tiranía marroquí"
"No son inmigrantes. Son invasores enviados por una potencia extranjera que busca desestabilizar nuestro país. Es una cuestión de seguridad nacional". Estas palabras, difundidas en Twitter por un diputado nacional de Vox, resume las claves del discurso de los de Santiago Abascal, que critican el "buenismo" al que, a su juicio, se ha sumado el PP en la crisis diplomática y humanitaria, y que ha facilitado "la invasión". "España está siendo atacada. El enemigo extranjero tiene clara su prioridad", denunciaba también el portavoz de Vox en el Congreso, Iván Espinosa de los Monteros, quien censuraba al principal partido de la oposición y al Gobierno por no emplear los términos que consideran adecuados para referirse al desafío marroquí. "Cuando uno no quiere aceptar que existe un problema, es muy difícil que se resuelva. España ha sido atacada. Ha sido invadida. España tiene la obligación de defenderse", ratificaba.
Vox viene de unas elecciones en las que ha quedado eclipsado por el 'efecto Ayuso', que a punto estuvo de no necesitar siquiera sus apoyos para gobernar. El 4-M frenó la trayectoria ascendente de los de Abascal -venían de dar el sorpasso al PP en Cataluña-. Pero la crisis migratoria sin precedentes que sacude a Ceuta les devuelve a la cresta de la ola, desde la que azuzan una de sus principales banderas: el discurso antiinmigración. Los de Santiago Abascal se ven crecidos, fuertes, y apuntan a lo sucedido como una consecuencia de no haber escuchado sus advertencias sobre el refuerzo de las fronteras nacionales. "Nos llamaban racistas", insistía Espinosa.
Tampoco comparte Vox la vía diplomática en la que insiste el PP para rebajar el clima de tensión entre Rabat y Madrid, e insiste una "respuesta de fuerza" para defender el país de los "soldados" enviados por Marruecos para presionar a España, azuzando incluso el miedo a que esa "invasión" llegue a Andalucía. "Los que llegan no son refugiados que huyen de una tiranía, ni inmigrantes. Son soldados que obedecen a un gobierno que ha dado una instrucción a su población", insistió ayer Santiago Abascal. "El enemigo huele el miedo y la cobardía de este Gobierno", arengaba.
El líder de Vox, a diferencia de Casado, sí se ha desplazado personalmente a Ceuta -al mismo tiempo que lo ha hecho Pedro Sánchez- para conocer la "tragedia" en el terreno. Abascal también ha entrado en el cuerpo a cuerpo con el PP, desmarcándose por completo de la posición de los populares en el conflicto y criticando que "repita" que Marruecos es un "aliado", como sugirió el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, en una entrevista en la jornada del martes. "Los políticos debemos llamar a las cosas por su nombre", insistía.
Además, Santiago Abascal juega en casa. La fuerza del partido en Ceuta, presidida por el popular Juan Jesús Vivas, es casi hegemónica a juzgar por cómo votaron los ceutíes en las últimas elecciones generales. Vox ganó en la ciudad autónoma el pasado 10-N por más de 11.700 votos por los 10.455 del PSOE y los 7.439 del PP. No olvidan tampoco en Vox que el PP rompió el acuerdo presupuestario que tenía con ellos y les sustituyó por el PSOE para alcanzar, según dijo Vivas entonces, una alianza más "saludable".
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