La etiqueta de 'centro' político está "devaluada"; la marca, "quemada"; y el partido "hundido" tras los cuatro últimos batacazos electorales. Al poco de confirmarse el derrumbe de Ciudadanos en Madrid, que pasó de ostentar 26 escaños y la vicepresidencia del Gobierno a la nada tras el 4-M, Inés Arrimadas anunció como solución temporal la preparación de una convención nacional prevista para la primera quincena del próximo mes de julio, cuyo objetivo pasa por lograr un "rearme ideológico" del proyecto con la participación de las bases. Los detalles sobre la cita se van conociendo a cuentagotas, pero el partido naranja sabe que ésta es casi su última oportunidad para salir a flote tras el proceso de 'opa' iniciado por el PP y su práctica desaparición en multitud de territorios, incluida Cataluña, su feudo histórico.
La dirección del partido plantean la convención como el "inicio de una nueva era", para volver a vencer y a convencer. Para ello, aseguran fuentes de la formación liberal, es necesario un salto, un revulsivo para resurgir como alternativa política cuando el PP ha copado prácticamente todo su espacio electoral y llegar vivos a las próximas elecciones generales. Es ahí cuando surge la idea, comentada entre diputados y dirigentes de Ciudadanos, de cambiar tanto el nombre como la marca de la formación, una iniciativa que sopesará la propia dirección del partido de aquí a dentro de dos meses.
El abanico que se abre a la hora de definir ese cambio de marca va desde el propio nombre del partido -se especula por ejemplo con que pueda añadirse la coletilla 'Alternativa Liberal', entendida de momento como el lema bajo el que se desarrollará la convención nacional- hasta un cambio en la tipografía, la redefinición del logo o un cambio en el color -en este caso, las fuentes consultadas reiteran que el naranja permanecerá siendo la seña distintiva del partido, aunque podría variar el tono o la intensidad del mismo-. Todos estos detalles se abordarán en las próximas semanas, y el objetivo pasa por construir "una marca más atractiva" también desde el punto de vista estético, que rompa definitivamente con el pasado y que refleje que esa "nueva era" de la que hablan las altas esferas naranjas lleva el nombre de Inés Arrimadas y no el de Albert Rivera, al que veladamente se sigue cargando como responsable indirecto de las últimas derrotas electorales.
Más allá de los cambios en la imagen corporativa del 'nuevo' Ciudadanos, desde el partido plantean también una evolución a nivel ideológico, que pasa por dejar atrás su inscripción en el centro y reforzar la idea europeísta de partido liberal. "La etiqueta de centro político está devaluada. ¿Por qué? Porque cualquier partido cuando se lanza a ampliar su base de votantes, dice que se va al centro. Lo hizo el PSOE, y lo ha hecho el PP. Es su subterfugio", analiza una fuente de la dirección, en la que se reconoce el "error" de que ese fuera el eje de la campaña de Edmundo Bal en Madrid, cuyo lema fue, precisamente, 'Elige Centro'.
Los naranjas que en este proceso de construcción de la nueva marca contarán con las ideas de la militancia, que ya han trasladado "centenares" de propuestas y que van desde corregir el rumbo y evitar pactar con Sánchez hasta volver a los cauces de "partido bisagra". "Tenemos que corregir ese problema de identidad", sentencian. El objetivo final pasa por reconstruir en España los tres grandes bloques políticos que sí aparecen bien diferenciados en Europa: socialdemócratas, conservadores y liberales. "Necesitamos un proyecto cohesionado, con una militancia unida y acorde a la etapa postpandemia que viene", subrayan.
Respecto a los invitados que estarán presentes en la cita, el partido se guarda aún "sorpresas" aunque sí pretenden que participen miembros de la sociedad civil, intelectuales y "políticos de prestigio" para dar la bienvenida al nuevo proyecto. Se trata de una idea que recuerda a los actos que organizó Arrimadas cuando aún era presidenta interina de Ciudadanos para defender la 'vía 221' -tras el 10-N, el partido buscó un gran acuerdo de Estado entre PSOE, PP y Cs para evitar que el Gobierno dependiese de Podemos y nacionalistas- y en cuyos eventos participaron desde Francesc de Carreras hasta ex dirigentes del PSOE. Quien no se espera que esté presente en la cita es Albert Rivera, cuya asistencia serviría de revulsivo para un partido en franco declive. "Él ya dijo que no quería tener ningún tipo de vinculación con la política", justifican en la actual dirección, pese a que los guiños de Rivera con el PP han sido permanentes en los últimos meses. "Es imposible que asista", reiteran en el entorno del ex político catalán.
Cambio de marca, pero no de sede
La puerta que sí se cierra por completo en Ciudadanos es la de abandonar su sede en Madrid, el gigante situado en la calle Alcalá, 253 que se convirtió desde el primer día en símbolo de la expansión nacional del partido naranja. Esas paredes han sido testigo de sus mejores éxitos electorales, como cuando casi consigue dar el sorpasso al PP en abril de 2019, y de sus peores fracasos, como el día en que Albert Rivera anunció que abandonaba la política tras la debacle de noviembre de ese mismo año.
Fuentes de la dirección afirman que, incluso, han renovado por otros cinco años su contrato de alquiler en la sede de Alcalá, conscientes de que el económico no es ni mucho menos el peor de sus problemas. El del edificio situado en pleno centro de Madrid, a escasos metros de la Plaza de Toros de Las Ventas, es quizá el gasto más ostentoso de la formación naranja, por el que paga unos 360.000 euros al año. Sus cuentas, no obstante, están "saneadas"; su colchón económico cuenta aún con algo menos de diez millones en "dinero líquido", sin contar bienes patrimoniales. Tampoco tienen deudas financieras. La única que les queda, dicen, es la que tienen con las urnas.
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