El estreno de Viva la mamma de Donizetti en el Teatro Real este miércoles 2 de junio ha recibido los aplausos de un público deseoso de encontrarse, después de los momentos más duros de la pandemia, con las burlas y el humor de una obra que propone reírse de sí misma a través de satirizar la ópera 'seria'.
En esta ocasión, Viva la mamma ha supuesto también el reencuentro de Madrid con uno de los tenores más reconocidos del momento, Carlos Álvarez -reciente premio Ópera XXI-, quien además ha aparecido irreconocible sobre el escenario. Con una peluca estridente pelirroja y un vestido estampado de flores, cuanto menos peculiar, el barítono ha recibido los cálidos aplausos de un público que ha valorado su 'parte femenina'.
El punto de partida de esta obra, renombrada en los años 60 por el cineasta Helmut Käutner -el título original es el de Las conveniencias e inconveniencias teatrales (Le convenienze ed inconvenienze teatrali)- es el de la mamma napolitana, interpretada por Álvarez, en busca de papeles para ella y su hija en una obra.
Esa lucha de poder artístico derivará en un sainete por el que desfilan numerosos personajes, a cada cual más estrambótico, pero siempre con el ansia de poner en pie una producción destinada al fracaso. Esta propuesta recuerda a diversas parodias metateatrales de éxito en los últimos tiempos, desde '¡Qué ruina de función!' a 'La función que sale mal'.
El Teatro Real ha recuperado esta pieza sin esconder que se trata de un homenaje después de un año de pandemia que "ha fulminado" a numerosas instituciones culturales. Viva la mamma también es una reflexión sobre las dificultades de abrirse paso en el mundo del espectáculo, tanto para creadores como para artistas, pero eso sí, de la mejor manera posible: con el humor.
Todos los personajes de Viva la mamma están descontentos con su papel y piensan que el de sus compañeros es mejor y más lúcido. También ocurre con los papeles de Nino Machaidze -como aspirante a prima donna- y Xabier Anduaga -otro cantante reconocido con un premio Ópera XXI y que aquí hace de Guglielmo, el primer tenor-.
La obra recoge todos los momentos por los que puede pasar alguien que tiene como sueño montar una ópera: desde el empresario que ve cómo cada problema le va a suponer un aporte nuevo de dinero al compositor que a cada reclamación debe improvisar un diálogo para calmar los egos de los cantantes.
Patchwork y diálogos
El director musical, Evelino Pidó ya avisó de que la obra supondría un collage y un patchwork de fragmentos de otras obras, empezando por las propias de Donizzetti hasta llegar a otras como un famoso aria de Mercadante. Escrita por el compositor italiano en dialecto napolitano, la ópera bufa respira un aire a comedia del sur, con las tradiciones matriarcales por encima de todo.
Además, para continuar con esa idea teatral, el músico italiano introdujo varias escenas casi dialogadas sin música. Donizzetti transformó la obra cuatro años más tarde de su estreno con una reposición, que añadía un segundo acto.
Al Real ha llegado una puesta en escena del también aplaudido Laurent Pélly, con un antiguo teatro del sur de Italia convertido en parking. El recurso del flashback permite simultanear ese espacio oscuro lleno de coches con lo que fue antiguamente un rutilante escenario: de nuevo teatro dentro del teatro.
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