Este domingo Pedro Sánchez se la juega. Las primarias andaluzas van a poner a prueba la fortaleza de su liderazgo. El posible triunfo de Susana Díaz serviría un plato muy frío de venganza cuatro años después de medirse con el propio Sánchez para la secretaría general del PSOE. Los dirigentes socialistas no las tienen todas consigo. Si la carrera por la candidatura a la presidencia de la Junta de Andalucía arrancó con el convencimiento de que la ex presidenta autonómica estaba "ciega", conforme ha ido pasado la campaña, ya no hacen apuestas. "Veremos", dicen con prudencia.
El deseo de Moncloa y de Ferraz sería matar políticamente este domingo dos pájaros de un tiro. "Si perdiera, debería dejar la secretaría general del PSOE-A", dice un alto dirigente socialista, pero a continuación admite que "conociéndola, no lo va a hacer". Creen que la andaluza está obligada a facilitar su salida, permitir una sucesión ordenada en el partido, que celebrará congreso regional a finales de año, junto con todos los demás.
La dirección federal elegiría una gestora como en Madrid
Mientras tanto, "la dirección federal elegiría una gestora, siguiendo los pasos del partido en Madrid". Se trataría, sin duda, del mejor de los escenarios para Sánchez. Pero del mismo modo en que se negó a un acuerdo para no presentarse a estas primarias, muchas de las fuentes consultadas por El Independiente han perdido toda esperanza de que se vaya por su propio pie, aun en el caso de que fuera ampliamente derrotada, lo que no parece previsible.
Se le ha ofrecido "de todo", aducen en Moncloa, y no ha dado su brazo a torcer. A Sánchez no le preocupa tanto la manifestación de este domingo contra los indultos como que la andaluza gane en la consulta a las bases. Después de la debacle madrileña, sería otro gran golpe que podría minar su autoridad interna. Otro dirigente se aferra a que Juan Espadas, el oponente bendecido por Ferraz, "tiene mucho voto oculto", esto es, militantes que no sólo no declaran que le votarán sino que, incluso, han avalado la candidatura de Díaz.
Esta misma fuente destaca que en las primarias que la enfrentaron a Sánchez y a Patxi López en 2017 consiguió 63.000 avales frente a los 57.ooo del actual presidente del Gobierno, pero luego, en cambio, la superó el madrileño con un 50,21 por ciento de los votos frente al 39 por ciento de la andaluza y 15.000 papeletas de diferencia.
Ella únicamente ganó en su territorio. Pero sólo podría verse obligada a poner fin a su carrera política en caso de ser "barrida" por el alcalde de Sevilla, lo que no parece ni mucho menos previsible. Las fuerzas de uno y de otro están bastante igualadas
Ferraz reza para que Espadas saque más del 50 por ciento del voto y no ir a una segunda vuelta
Ferraz reza para que su candidato saque más del 50 por ciento del voto y evitar una segunda vuelta, que tendría lugar el 20 de junio. El tercer aspirante en liza, Luis Ángel Hierro, pudiera ser decisivo a la hora de inclinar la balanza a favor de uno o de otro. Hierro, sanchista de primera hornada, se ha sentido maltratado por el aparato de Ferraz y puede ser imprevisible.
En entrevista con este medio e interrogado respecto a quién apoyará si hay segunda vuelta, se muestra esquivo. “Consultaré a las bases como hicimos en su momento cuando planteamos si presentábamos candidatura o no. Entonces decidiremos la opción: la abstención, el voto libre o la apuesta por Juan o Susana. Somos un movimiento de rebeldes”.
La movilización se antoja fundamental. Si es baja, crecen las posibilidades de Espadas porque, aducen en Madrid, "iría a votar principalmente la gente de los aparatos provinciales", donde Ferraz ha hecho una labor de zapa, lo que no les impide, por ejemplo, admitir que una de las circunscripciones más numerosas, Sevilla provincia, "está partida en dos". Ahora bien, si se dispara la participación entre los 46.000 militantes convocados, eso puede ir en beneficio de Díaz.
"Capear el temporal"
Además, Ferraz se malicia de que la ex presidenta de la Junta de Andalucía no sólo no se irá en caso de derrota sino que se atrincherará bien en la dirección regional del partido o en la sevillana, creando un sector crítico que preocupa en Madrid. Todo ello sin descartar, además, que encabece en el congreso federal de octubre una corriente que le ponga las cosas difíciles a un Sánchez que había planteado el cónclave como una marcha triunfal y sin oposición interna.
En definitiva, si gana Díaz "habrá que ver cómo capeamos el temporal", dicen en el Grupo Parlamentario Socialista, admitiendo que se trataría de un fenómeno atmosférico que puede desestabilizar el barco.
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