Depender de una pastilla para dormir es cada vez más frecuente. Esta semana un informe europeo sobre drogas ponía las benzodiazepinas - el fármaco por excelencia entre los utilizados para inducir el sueño - en el punto de mira. Y relacionaba su consumo con los problemas de salud mental causado por la pandemia, especialmente la ansiedad y uno de sus principales síntomas, el insomnio.
El Informe Europeo sobre Drogas: Tendencias y novedades 2021 del Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías (EMCDDA) recoge que las visitas a urgencias relacionadas con las benzodiazepinas aumentaron en 2020 respecto al año anterior. Preocupa tanto el consumo legal - bajo prescripción médica - como en el mercado de drogas ilegales. "Se observa un aumento del consumo entre los consumidores de drogas de alto riesgo, los reclusos y algunos grupos de consumidores de drogas con fines recreativos, lo que puede reflejar la elevada disponibilidad y el bajo coste de estas sustancias y los problemas de salud mental relacionados con la pandemia", indica el informe.
Los últimos datos de España publicados en enero apuntan en la misma línea: en 2020 el consumo de benzodiazepinas creció en una tendencia ya ascendente desde 2010. El número de dosis diarias por 1.000 habitantes fue en 2020 de 25, mientras en 2010 no llegaba a 20.
Sin embargo, los expertos llevan tiempo advirtiendo del aumento de trastornos de ansiedad ligados a la pandemia y que se relacionan directamente con el consumo de ansiolíticos e hipnóticos y, en particular, con el de benzodiazepinas. "En España el consumo ya era alto pues están muy disponibles desde atención primaria y la pandemia ha contribuido porque ha disparado los trastornos de ansiedad, tanto exacerbados como de nueva aparición", explica Emma Socarrás, médico experta en Medicina del Sueño y psicóloga.
Socarrás incide en que la mayoría de las prescripciones de este tipo de fármacos se realizan desde Atención Primaria, como corrobora un estudio de Revista Terapéutica (2008) sobre Abordaje de la deshabituación de benzodiazepinas en Atención Primaria. "La vía más rápida para solucionar estos problemas es la farmacológica y tener saturada la atención primaria no favorece que se traten otro tipo de alternativas. Y la mayoría de la gente acepta estos tratamientos sin cuestionarse los posibles efectos que pueden tener si prolongan el tratamiento", advierte Socarrás.
Las benzodiazepinas están entre los fármacos denominados hipnóticos o sedantes, y se utilizan para frenar la ansiedad y especialmente el insomnio. Son unos de los medicamentos más prescritos en España y mientras su beneficio a corto plazo está constatado por "su rapidez de acción y seguridad dentro del margen terapéutico", como recoge Revista Terapéutica, "su utilización a largo plazo ha estado y sigue estando en tela de juicio ya que, además de su capacidad para producir tolerancia y dependencia, se han relacionado con el aumento de riesgo de accidentes de tráfico, incremento de caídas y fracturas de cadera y deterioro de la memoria".
"Estos fármacos deben precribirse por períodos cortos, de 15 días a máximo un mes, porque consigue reducir tanto el tiempo que se tarda en quedar dormido como el tiempo de sueño. Pero si se mantiene, su efecto puede ser muy perjudicial. Son fármacos muy adictivos en los que el efecto va disminuyendo a medida que aumenta la tolerancia. Además resultan muy difíciles de retirar por el efecto contrario que pueden conllevar", afirma la experta medicina del sueño.
La experta afirma además que el sueño inducido por este tipo de fármacos "no respeta la estructura normal del sueño, disminuye la etapa de sueño profundo y por tanto no es tan reparador", añade.
Socarrás apunta a que la solución pasa por fomentar "un abordaje no farmacológico de estos problemas. Informar a los pacientes del efecto a medio y largo plazo del consumo de estos fármacos y tratar de ofrecer pautas o redirigir a psicoterapia".
El abuso de este tipo de fármacos recuerda a la crisis de opiáceos de EEUU, donde el consumo de sustancias como el fentanilo se considera una crisis desde hace ya varios años. "En España estamos en un grave riesgo de que el consumo de los hipnóticos como la benzodiazepina se conviertan en un problema de salud pública. No hay campañas de concienciación, hay mucha facilidad de acceso y la pandemia ha agravado la salud mental. Esto va a tener un estallido y no sabemos hasta dónde puede llegar", concluye.
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