Bajan revueltas las aguas por Granada. En la plaza del Carmen, entre bares huérfanos de turistas y locales con el cartel de “Se Alquila”, un alcalde protagoniza una resistencia numantina. El “pacto de los trapos sucios”, como lo bautizaron sus propios protagonistas, entregó hace dos años la alcaldía a Ciudadanos, la tercera opción en las urnas. El acuerdo, sellado en Madrid con otras plazas como contrapartida, ha saltado por los aires, concitando interés nacional en un escenario marcado por la absorción de los restos de la formación naranja por el Partido Popular.
El sainete granadino cumple este sábado once días con la espada de una moción de censura sobre la cabeza de Luis Salvador, el regidor que se mantiene al frente del ayuntamiento repartiéndose las carteras con el último de los concejales naranjas que le profesan lealtad. “No tenga duda de que lo haremos. La moción es compleja y se trata de la última alternativa. La opción más sencilla es que Salvador dimita. Le hemos lanzado un ultimátum ante su irresponsabilidad, su ceguera y su vida en realidades paralelas”, señala a El Independiente Francisco Cuenca, portavoz municipal del PSOE.
El plazo expira este sábado pero Salvador, en una entrevista con este diario, está decidido a resistir. Se sigue dando “unas semanas”. Aún debe telefonear -dice- a Inés Arrimadas, quien a su vez debe tratar con su interlocutor en Génova 13. La crisis municipal que tiene ecos nacionales lleva dos años larvándose, alimentada por las inquinas personales y un pacto confuso. Los resultados de las elecciones arrojaron un consistorio atomizado. El PSOE fue la primera fuerza, con 10 ediles pero la suma de los partidos de derecha (PP, 7; Cs, 4; Vox, 3) cosechó la mayoría de 14 en un ayuntamiento de 27 escaños.
Un pacto verbal y envenenado
El acuerdo del bipartito, cuentan a este diario algunos de los testigos, se acabó cerrando 45 minutos antes de la constitución del consistorio un 15 de junio de hace dos años. El encuentro, agónico, tuvo lugar en la séptima planta del hotel Meliá, a unos metros del ayuntamiento. Se había redactado un documento en el que ambas formaciones se alternaban al frente de alcaldía durante medio mandato pero Salvador se negó a rubricarlo. Desde Madrid, el secretario general del PP Teodoro García Egea apremió al candidato popular, Sebastián Pérez, a aceptar el acuerdo verbalmente. La diputación de Málaga, donde Cs había respaldado al PP, fue la pieza de canje.
“Lo que he vivido es fantasmagórico. He visto en política la bajeza, la inmoralidad, la falta de ética y las miserias de la vida"
SEBASTIÁN PÉREZ, EX CANDIDATO DEL PP A LA ALCALDÍA
A mediodía todos los concejales del PP y Cs, con apoyo de Vox, invisten alcalde a Salvador. Desde entonces, en la ciudad de la Alhambra suena el runrún del 2+2. El acuerdo salta por los aires en el segundo aniversario de los comicios, cuando Pérez anuncia el abandono del PP tras 35 años de militancia y su paso al grupo no adscrito. “Nunca imaginé que mi partido pudiera destrozarme personal y políticamente de este modo”, desliza Pérez a este medio en una de sus contadas declaraciones desde entonces.
“Lo que he vivido es fantasmagórico. He visto en política la bajeza, la inmoralidad, la falta de ética y las miserias de la vida. Cómo se puede decir blanco por la mañana, verde a mediodía y negro por la noche”, desliza Pérez, dolido aún por el trato “humillante” de su partido. Pudo ser alcalde y no le dejaron. Lo que empezó torcido ha terminado explotando, salpicando a las dos formaciones en un momento en el que el PP recupera el terreno del centro-derecha y Ciudadanos camina hacia la irrelevancia.
“Lo que esta ciudad está viviendo es un auténtico despropósito”, afirma Antonio Cambril, un veterano periodista local que hoy ejerce de portavoz del grupo municipal de Izquierda Unida-Podemos. “Es la desembocadura lógica de un proceso que dura ya quince o veinte años de mala administración por parte de profesionales de la política con mucho futuro por delante y una vida muy corta profesional por detrás”, analiza. “Llegó a su apoteosis cuando se pactó el gobierno de la ciudad fuera de la ciudad a cambio de la diputación de Málaga”, agrega. Y remacha: “No solo es que se lleven mal los dos partidos sino también se llevan mal dentro de cada partido”.
Una parálisis sin solución fácil
Hoy la situación alimenta una parálisis que mantiene en vilo a quienes conocen los entresijos del consistorio. La junta de Gobierno local necesita un mínimo de tres concejales de los que Salvador no dispone. “Una ciudad no se dirige haciéndose siete fotos por la mañana”, denuncia Luis González, al frente del grupo municipal del PP y uno de los miembros del equipo de gobierno dimisionarios.
Es la desembocadura lógica de un proceso de mala administración por profesionales de la política con mucho futuro y una vida muy corta profesional por detrás
ANTONIO CAMBRIL, PORTAVOZ MUNICIPAL DE IU-PODEMOS
“Nuestra salida no es una cosa que fuese resultado de un calentón hace diez días. Esto venía de hace ya tiempo y el alcalde sabía que debía cambiar la organización y la relación interna del equipo”, detalla. “No es normal que tuviera más personal de confianza, siete, que concejales”, desliza González, quien reconoce el error de partida. “Salvador fue alcalde por accidente. Él vio la posibilidad y la cogió pero con unos compromisos que no estaban rubricados. Igual fue el error. Había una premura y una necesidad de no hacer esperar a la ciudad”.
A juicio de Onofre Miralles, portavoz de Vox en el ayuntamiento, Salvador fue entonces la “opción menos mala”. “Era elegir entre susto o muerte. Posiblemente fue un error”, confiesa. Su formación propone ahora disolver el consistorio y convocar elecciones en tres meses, amparándose en la Ley Reguladora de las Bases del Régimen Local. “La solución la tendría que tener el pueblo de Granada, no estar en los despachos de Madrid”, reseña.
Sin salidas sencillas en el horizonte, el elemento que empieza a unir a todos los partidos es el rechazo al alcalde. “Es un secuestrador político”, dice Miralles. “El problema es el alcalde. Una ciudad necesita un equipo de gestión y eso no son dos concejales”, apostilla González. “Es la piedra angular. Sin su dimisión, no hay solución”, confirma Cambril. “Se está definiendo él mismo. Es un egoísta que está mirando por él y no por la ciudad”, aduce Cuenca. En las filas socialistas dicen conocer bien al alcalde enrocado. “Fue senador socialista, se presentó a secretario general y cuando vio que le seguía muy poca gente saltó a otro sitio”.
Fue senador socialista, se presentó a secretario general del PSOE y cuando vio que le seguía muy poca gente saltó a otro sitio
FRANCISCO CUENCA, EX ALCALDE Y PORTAVOZ MUNICIPAL DEL PSOE
En los cuarteles del PP insisten en que la única salida es un Gobierno presidido por sus seis concejales. “La única solución que vemos es que el alcalde dé un paso atrás o al lado y deje gobernar al Partido Popular, que es la fuerza más votada del centro derecha”, propone González. “Es extraordinariamente complicado por el transfuguismo sobrevenido del candidato del PP a la alcaldía y de dos miembros de Ciudadanos que se tiran los trastos a la cabeza con el alcalde hacen muy complicado que se alineen los catorce votos que dieron estabilidad al Gobierno de la ciudad”, arguye Miralles, quien considera -además- que el PP no le interesa recuperar la alcaldía. “Necesita que el nido esté vacío porque la dirección regional tiene una candidata para 2023”.
Un alcalde impredecible
La solución la tendría que tener el pueblo de Granada, no estar en los despachos de Madrid
ONOFRE MIRALLES, PORTAVOZ MUNICIPAL DE VOX
Y, en mitad de la trifulca política, una ciudad de 232.000 habitantes estancada frente al tirón regional de Sevilla y la pujanza reciente de Málaga. Una constatación que musitan incluso algunos de los integrantes del Gobierno saliente. “Granada está en decadencia desde hace muchísimos años. Es una de las grandes damnificadas del Estado de las autonomías y de una clase política demasiado preocupada por sus intereses y muy dependiente de Madrid y Sevilla”, subraya Cambril. “Y el ayuntamiento está en la ruina. Cuando comenzó el mandato, nuestra deuda estaba en los 300 millones de euros. Esta situación actual puede añadir más parálisis”.
Salvador no va a volver al PSOE. Y no es de esperar que, con una conversión rápida como San Pablo de Tarso, pueda convertirse en alcalde del PP
LUIS GONZÁLEZ, PORTAVOZ MUNICIPAL DEL PP
En los mentideros políticos de la ciudad, circula desde hace meses la ambición del alcalde de unirse a las filas populares en pleno hundimiento de la formación naranja. “Yo creo que si alguna vez albergó esa esperanza, con la actuación de los últimos tiempos no es posible. A mí me gusta decir que entrar en un partido implica tener cargos y cargas”, replica González. “Salvador no va a volver al PSOE. Y no es de esperar que, con una conversión rápida como San Pablo de Tarso, pueda convertirse en alcalde del PP”, aclara.
Sin miedo al “tic tac” que marca tal vez sus últimas horas o días en la alcaldía, Salvador juega sus cartas. “Es la persona más poliédrica que he conocido. Puede ser cualquier cosa, de podemita a falangista, de budista a democristiano”, señala desde el anonimato un político local. Los adversarios del actual alcalde tratan de armar una precaria alternativa sin perder de vista al protagonista del culebrón, completamente impredecible. “El domingo empezaré a llamar a todos los grupos políticos”, dice Cuenca, quien fuera alcalde socialista entre 2016 y 2019 tras la dimisión de José Torres Hurtado por Operación Nazarí. “Conociendo a Salvador, no descarto nada hoy por hoy. Cualquier escenario está abierto”, admite. Todo, coinciden los políticos entrevistados, sigue siendo posible en Granada.
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