El laberinto de la política es complejo. Tiene pasadizos largos, casi interminables, que recorren espectros dispares y alejados entre sí. También rutas breves, minúsculas, apenas transitadas. Hay algunos puntos de encuentro, rupturas previas al inicio de caminos nuevos y salidas inesperadas. No faltan tramos de actividad efervescente tras periodos de silencio, de inactividad impuesta por el poder. La política en Euskadi y Navarra se escribe en una maraña de siglas y culturas ideológicas capaces de abarcar todo el espectro. Hasta ahora nadie lo había recorrido ni documentado. Este camino está lleno de vericuetos y sorpresas que la Historia ha ido construyendo. Un equipo de historiadores liderados por la doctora en Historia Contemporánea de la Universidad del País Vasco, Coro Rubio Pobes, ha logrado poner cifras a la larga lista historia partidista en la que han vivido Euskadi y Navarra desde 1875 y hasta nuestros días: 403 partidos políticos.
El recorrido de los últimos 145 años que se realiza en la obra ‘El laberinto de la representación’ (Editorial Tecnos) ha permitido no sólo acreditar la existencia y evolución de las distintas culturas políticas habidas en la sociedad vasca y navarra, en muchos casos confluentes, sino recuperar muchas de las marcas que parecían olvidadas. Fue la Transición española la que disparó la creación de partidos en todo el país y de modo especial en el convulso País Vasco postfranquista. Sólo desde 1975 hasta nuestros días más de 300 marcas y siglas políticas concurrieron a alguna cita electoral, tuvieron un recorrido político. Desde las derechas radicales y extremas hasta los nacionalismos extremos y los moderados, las formaciones liberales, democristianas, republicanas o comunistas, entre otros.
“La Transición fue el momento de mayor efervescencia política. Se produjo una multiplicación de formaciones y se reactivaron culturas políticas que habían permanecido dormidas durante el Franquismo”, subraya la profesora Rubio Pobes. En el siglo XIX también fue especialmente intensa la actividad política en Euskadi, donde el desarrollo de regionalismos fue importante, como el fuerismo, “que sería una de las fuentes de las que viviría posteriormente el nacionalismo vasco”.
En la larga lista de partidos de los últimos 145 años que se recogen en este trabajo de investigación se incluye un desarrollo de su historia e ideario y algunos de los hitos más significativos de la andadura de cada uno de ellos. A lo largo de 650 páginas las formaciones figuran con su logo, en ocasiones con imágenes de momentos relevantes y, siempre que es posible, englobadas dentro de alguna de las familias políticas que se han identificado.
Ruiz Mateos, el 'Karma', 'Motor y deporte'...
En la variopinta lista figuran desde partidos fascistas hasta comunistas, desde los carlistas e integristas a los liberales, los fueristas o los de corte socialista. Incluso las confluencias ideológicas que en alguna ocasión se disputaron el voto. Entre los 403 partidos no faltan formaciones singulares, como lo fue la Agrupación de Ruiz Mateos, el Partido de la Ley Natural, el partido de los ‘Ciudadanos agobiados y Cabreados’, el partido del ‘Karma democrático’ o ‘Alternativa Motor y Deporte’.
El periodo analizado parte de la Restauración, cuando se considera que irrumpe el concepto moderno de partido político. Aún atravesaría un periodo de transición desde su modelo de partidos de ‘notables’ a formaciones políticas con estructuras y dirigidas a implantarse en la sociedad. La creación de partidos está en gran medida asociada a los hitos históricos que marcaban a la sociedad de cada momento: la República, las dos dictaduras, la de Primo de Rivera y la de Franco, la recuperación de la democracia…
En el repaso de siglas del País Vasco y Navarra durante este último siglo y medio la izquierda se impone sobre la derecha. El número de formaciones es especialmente llamativa entre la familia comunista, con hasta 42 partidos. La izquierda abertzale, concebida como una ‘subfamilia’ del nacionalismo vasco, ha contado con 32 marcas anteriores a la EH Bildu actual. La larga lista de 14 marcas con las que ese mundo ideológico comenzó a sortear la ilegalización de Batasuna ha sido un factor determinante.
En la etapa anterior a la Transición, la que abarca desde 1875 hasta 1975, el centenar de formaciones que ejercieron la política de uno u otro modo en Euskadi y Navarra también lo hicieron en gran medida desde posiciones de izquierda. Se han logrado identificar hasta 35 partidos considerados republicanos y 9 ‘obreristas’.
"Organismos vivos"
Otro de los fenómenos especialmente activo tras la recuperación de la democracia fueron los movimientos políticos ligados a reivindicaciones o movimientos sociales, al margen de la tradicional clasificación de izquierdas y derechas. Hasta 51 partidos se han englobado en este apartado en el que irrumpieron formaciones que tienen o tuvieron como base propuestas centradas fundamentalmente en reclamaciones ecologistas, feministas, la denuncia de la corrupción, la defensa del Cannabis o la defensa de los animales. También en esta corriente se incluyen las distintas marcas asociadas al movimiento social de reacción al sistema en vigor y que se generaron tras el 15-M de 2011.
La directora de este trabajo de investigación y documentación destaca cómo un partido es, en realidad, “organismo vivo que se transforma y evoluciona en el tiempo”. El caso de la formación que hoy preside Andoni Ortuzar es ejemplo de ello. En 126 años de historia la evolución social en Euskadi es innegable y con ella la de un partido, como el fundado por los hermanos Arana. “El PNV ha ido evolucionando. Nació del magma del integrismo bebiendo del fuerismo, fue modulándose, acercándose a la democracia cristiana y en los últimos tiempos en algunos puntos aparece con planteamientos socialdemócratas”, señala Rubio. Un caso similar es el del PSOE, que con 142 años de vida, ha ido evolucionando con el impulso del socialismo vasco como uno de sus motores de cambio fundamentales.
En el siglo XIX un partido “era algo reservado a las élites” y constituido en muchos casos para unas elecciones. Más adelante, la modernización de la política trajo consigo estructuras que buscan captar base social, ampliar sus estructuras y una vocación de continuidad: llegan los partidos de masas. En esta evolución juegan un papel esencial los medios de comunicación. En el XIX la prensa, los periódicos, fueron “núcleos articuladores” de movimientos ideológicos, partidistas, controlados por colectivos o grupos de poder en la sociedad: “Más adelante, con la llegada de los partidos modernos, lo hacen también pero de otro modo, no como elementos para articularlos sino para difundir sus ideas y con ellas ampliar su base social”.
'Fuerismo' y 'Carlismo'
El cambio de la predominancia de unas corrientes sobre otras revela la evolución de una sociedad. El 'fuerismo' en Euskadi y el 'Carlismo' en Navarra fueron el panorama político hegemónico en la mayor parte del XIX. Durante la restauración, en estas dos zonas del país la disputa la libraron carlistas y liberales: “El 'carlismo' en esa época se renovó y se abrió a las masas y apareció la escisión integrista. También en ese periodo surge el socialismo y el nacionalismo vasco y se multiplicaron los partidos republicanos”, señala Rubio Pobes.
El siguiente periodo histórico vino marcado por la dictadura de Primo de Rivera y su partido único, la Unión Patriótica. En la II República “el PNV se convirtió en hegemónico en el País Vasco y en Navarra los carlistas de Comunión Tradicionalista”. Después, la dictadura franquista impuso el partido único, “fundió por decreto a carlistas y fascistas en FET y Jons”, señala. En la última etapa, tras la recuperación de la democracia la hegemonía la asumió el PNV en Euskadi y la derecha foralista, UPN en la Comunidad Foral.
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