Inés Arrimadas quiere poner fin a la larga travesía por el desierto en la que se encuentra inmerso Ciudadanos desde las generales del 10-N. Batacazo a batacazo, la formación naranja roza su desaparición política y la extinción de un proyecto que surgió hace casi 16 años en Cataluña. La dirección nacional se ha levantado contra los "sepultureros" que dan por amortizado al partido, y plantea la convención del 17 y 18 de julio como oportunidad para "reflotar" las siglas y el proyecto "liberal y reformista". El planteamiento inicial pasa por situar en primera línea a la militancia, estableciendo una "escucha activa" con afiliados y votantes que, sin embargo, no podrán alzar la voz de forma presencial en el cónclave que se celebrará en Madrid.
Ésta última cuestión ha sido motivo de un intenso malestar en las bases del partido, que ven cómo la cúpula vuelve a crear una "burbuja" para "proteger a la dirección nacional y a todos los que nos han traído hasta aquí para que no se hable de nada de lo que verdaderamente le importa a la militancia", censura un dirigente territorial del partido naranja. Fuentes oficiales de Ciudadanos trasladan que, a la espera de cerrar el programa, la convención contará con una serie de paneles sobre temas genéricos, donde "participarán algunos cargos del partido". También se desplegarán mesas redondas en la que se invitará a diferentes expertos de todas las materias que se aborden durante los dos días del evento. Respecto a la militancia, en la dirección resumen que "están participando desde el primer momento, a través de un canal de escucha activa en el que nos están haciendo de llegar cientos de propuestas y sugerencias" en las que se trabajará "durante" y sobre todo "después" de la convención.
Pero en las bases despista este modus operandi de la dirección nacional. "No pueden confundir lealtad con sumisión", sentencia otra fuente con carné naranja. "Abrir un buzón y recibir sugerencias no es escuchar a la militancia. Así no estás resolviendo nada. Las voces más representativas de la militancia deberíamos estar presentes. ¿Si no, de qué sirve? Es imposible rearmar el proyecto con opacidad y censura y limitando nuestra participación a propuestas telemáticas", se queja. En este punto, las fuentes consultadas ponen el foco sobre una persona en particular: el diputado nacional Guillermo Díaz, en quien Inés Arrimadas ha confiado la coordinación de todo cuanto rodea a la convención nacional. Aseguran en todo caso que en ningún momento se ha trasladado a la militancia ni a cargos intermedios novedades sobre el diseño del acto, un "hermetismo" que dicen no entender y que, a su juicio, provocará que el acto termine en un nuevo naufragio.
En diversos chats de militantes naranjas se ha planteado la necesidad de organizar una convención "a la americana", como la que diseña el PP para su rearme ideológico, con "publicidad" y "espectáculo" desde el primer minuto, para que el "impacto mediático" tan codiciado en estos momentos por Ciudadanos marque una convención que tal y como está planteada "pasará sin pena ni gloria", según lamentan voces del partido. Por el momento se conoce que Arrimadas quiere contar con expertos, con miembros de la sociedad civil, con intelectuales y con "líderes liberales europeos", pero no han trascendido muchos más detalles. Lo que dan por sentado en la dirección nacional es que Albert Rivera no ocupará ninguna de las sillas de un acto en que Ciudadanos se juega su futuro político.
Por este mismo motivo, la ausencia de debate interno vuelve a inquietar al "sentir mayoritario" de una militancia que se ha visto muy mermada en los últimos meses. "Si reciben 1000 propuestas de afiliados y escoges 50 en el mejor de los casos para presentarlas en la convención, no estás resolviendo nada", sentencian. Además, Arrimadas ya vetó de antemano una de las cuestiones que han deslizado algunos dirigentes del partido en los últimos meses, como es la de explorar una fórmula de fusión con el PP en el corto o medio plazo. En todo caso, en las bases ya advierten que darán la batalla si el cónclave no consigue la meta para la que se ha planteado, que no es otra que la de redefinir estrategias políticas y discursivas y corregir los errores que han llevado al partido al borde del abismo: en las organizaciones territoriales vuelven a sonar los tambores para la convocatoria de una Asamblea General, que volvería a poner en cuestión el liderazgo de Inés Arrimadas.
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