Musa malvive desde hace año y medio en un arrabal de El Aaiún, la capital del Sáhara Occidental bajo ocupación marroquí. Tiene 35 años y procede de Costa de Marfil. “Estoy intentando viajar a Canarias pero todo el dinero que tenía se lo di a un traficante y ha desaparecido”, narra el joven a El Independiente, desesperado por hallarse varado en tierra. En las últimas semanas, las salidas de cayucos han aumentado desde el puerto y las playas de la que fuera capital del Sáhara Español, en un movimiento inusual que algunas fuentes consultadas por este diario vinculan a la decisión de Marruecos de repetir el escenario que desbordó Ceuta el pasado mayo.

Es un área muy controlada donde se concentran gendarmes, militares y policía marroquíes. Allí no se mueve una mosca sin el permiso o la complicidad de las fuerzas de seguridad

Las salidas, caída la noche, tienen como escenarios Blaya, el puerto de El Aaiún, y El Marsa, una localidad al oeste de la capital. “Es un área muy controlada donde se concentran gendarmes, militares y policía marroquíes. Allí no se mueve una mosca sin el permiso o la complicidad de las fuerzas de seguridad”, señala gráficamente a este diario un vecino de la ciudad que exige anonimato por miedo a las represalias. De la zona partieron a principios de esta semana tres embarcaciones con destino a la costa canaria.

Un vendedor subsahariano en la ciudad de El Aaiun, en el Sáhara Occidental ocupado por Marruecos

A plena luz del día

“Los traficantes se reunieron con los subsaharianos en el centro de El Aaiún a la vista de los agentes. Luego, usaron coches Nissan para llevar a los migrantes hasta la costa”, describe otra fuente afincada en la villa, que también confirma el incremento de “los movimientos extraños” entre los miles de migrantes del África subsahariana que llevan meses en el enclave, a la espera de cruzar el Atlántico en busca del sueño europeo. “Se palpa en las conversaciones. La gente habla de que fulanito que vive en tal barrio se ha ido hace dos días en una patera. Hay mucha actividad”, deslizan.

El flujo también ha comenzado a sentirse en las islas de Fuerteventura, Lanzarote o Gran Canaria, las más próximas a la costa saharaui. Desde el sábado al menos 338 inmigrantes han arribado a Canarias a bordo de nueve pateras. En una de ellas viajaba un bebé que fue trasladado al hospital con pronóstico grave. La neumática rescatada en aguas de Fuerteventura con 57 migrantes -entre ellos, 15 mujeres y cinco menores- había salido la víspera, sobre las cuatro de la madrugada, desde Blaya, en la costa de El Aaiún.

“En las últimas semanas ha habido un incremento de llegadas, principalmente del Sáhara Occidental. La mayoría de los migrantes son de origen subsahariano”, apunta a este diario Juan Carlos Lorenzo, coordinador de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) en Canarias. “En Fuerteventura se han producido múltiples rescates. Las salidas han aumentado desde El Aaiún y alrededores”, subraya Txema Santana, asesor del Gobierno canario en Migraciones.

Fuentes del ministerio del Interior han rehusado proporcionar a este diario cifras de las llegadas de la última semana, a la espera de su recuento de finales de este mes. Entre principios de año y el pasado 15 de junio habían accedido al archipiélago 5.734 migrantes, lo que representa un aumento del 116,5 por ciento respecto al mismo periodo del año anterior. El jueves Salvamento Marítimo rescató a una veintena de personas, una de ellas fallecida, a bordo de una patera al sur de Gran Canaria. Dos días antes, fueron 108 inmigrantes los socorridos en dos neumáticas rumbo a Fuerteventura, entre ellos 32 mujeres y seis niños.

“En junio hemos superado las 6.000 personas llegadas en 2021. El año pasado se alcanzó esta cifra a finales de septiembre. Este año, antes de empezar el verano"

Txema Santana, asesor del Gobierno canario en Migraciones

Desde mediados de este mes más de un millar de migrantes han arribado en la última semana. “Durante este junio hemos superado las 6.000 personas llegadas en 2021. El año pasado se alcanzó esta cifra a finales de septiembre. Este año, antes de empezar el verano”, advierte Santana. "Es un repentino repunte que ha roto el descenso que se venía encadenando desde el mes de marzo", agrega antes de subrayar que "las salidas que antes se concentraban en Dajla, ahora, lo hacen en El Aaiún y alrededores y en la provincia de Guelmin".

La ruta canaria, indican desde Interior, suele comenzar a registrar la subida a partir de agosto, cuando las condiciones del mar resultan más propicias. El Gobierno insiste que la tendencia desde el pasado verano es que los flujos procedan del Sáhara Occidental y Mauritania. El incremento de las pateras también ha provocado nuevas tragedias. A última hora del domingo, la ONG Caminando Fronteras comunicó la muerte de cuarenta personas, entre ellos dos menores y diez mujeres, en un naufragio de la ruta canaria. Un barco de pesca rescató a veintidós supervivientes.

No precisa, sin embargo, el origen en el territorio saharaui, invadido en 1975 por el régimen marroquí y pendiente aún de descolonización. Musa se cuenta entre esos miles de nómadas que habitan el callejero de El Aaiún. Desembolsó todo lo que tenía, unos 1.500 euros, por una travesía que no ha completado aún. “Hay mucha gente que han sido timados por los traficantes. Algunos han dado 1.000 euros, otros 500 euros y otros han pagado todo el dinero, unos 3.000 euros. Muchos tienen que llamar a sus padres para que les envíen dinero porque no hay manera de conseguirlo aquí. En El Aaiún no hay trabajo”, denuncia.

Los migrantes, víctimas de la estrategia marroquí

Musa comparte techo con otros compatriotas, unidos -además- por la desgracia de hallarse sin nada a mitad del camino. “A menudo la policía viene, rompe la puerta y nos lleva con ellos. En ese momento los mendigos entran en nuestra casa, recogen nuestros efectos personales y los venden”, maldice. Los subsaharianos que residen en El Aaiún se enfrentan, además, a las deportaciones y a la caprichosa estrategia de las autoridades marroquíes. “Hace unas cuatro semanas muchos de ellos fueron expulsados del Sáhara hacia Tan-Tan y Agadir, en el sur de Marruecos, pero luego regresaron. Les dijeron que eran libres para retornar al Sáhara”, indica un activista de la ciudad al tanto del vaivén migratorio.

Las idas y venidas de las últimas semanas han puesto en alerta a los vecinos de la urbe. Algunos temen que se repita lo ocurrido en Ceuta el mes pasado. Entre los días 17 y 18 de mayo, unas 10.000 personas lograron acceder a la ciudad autónoma bordeando los espigones fronterizos de Benzú y Tarajal ante la permisividad de las autoridades marroquíes, irritadas por la acogida de España al líder del Frente Polisario para ser atendido en un hospital de Logroño por coronavirus. El Parlamento Europeo condenó hace dos semanas "la utilización por parte de Marruecos de los controles fronterizos y de la migración y en particular, de menores no acompañados, como medio para ejercer presión política contra un estado miembro de la Unión".

Un niño llegado en patera el sábado, tras alcanzar el puerto de Arguineguín a bordo del buque de Salvamento Marítimo Salvamar Macondo.

“Algunas de las personas migrantes a las que asisto me dicen que son militares marroquíes los que empujan sus embarcaciones. Imagínate un militar marroquí colaborando con la mafia”, cuenta Loueila Mint El Mamy, que ejerce como abogada de extranjería en Canarias. “Un militar puede estar cobrando 200 o 300 euros y puede tener la tentación de que una mafia en Marruecos le ayude económicamente. No puede ser casualidad que estos barcos salgan de zonas muy militarizadas del Sáhara como Dajla y El Aaiún”, agrega.

Algunos migrantes a las que asisto me dicen que son militares marroquíes los que empujan sus embarcaciones

Loueila Mint El Mamy, ABOGADA DE EXTRANJERÍA

Loueila atiende a este diario a mediodía del viernes, tras una jornada complicada y extenuante. Acaba de participar en las tareas de identificación del cadáver de la mujer rescatado de una patera el jueves. “He visto la cara de esa señora y me genera mucha impotencia. Era originaria de Costa de Marfil y tenía familia en Francia. Me duele que no pudiera salir con un visado, con los 2.000 o 3.000 euros que pagó por el viaje y con la posibilidad de reagrupar a su hija”, se sincera. “Estuvo nueve meses en tránsito en una casa proporcionada por las organizaciones criminales que trafican con la vida de las personas en Marruecos”.

La mayor presencia de mujeres y menores de edad es una de las novedades trágicas que arroja la realidad de los últimos meses. En lo que va de año, han arribado 1.013 mujeres (16,42%) y 1.076 menores (17,44%). “Antiguamente a bordo de las pateras y los cayucos solían venir muchos varones, esto es, un único miembro de la unidad familiar. Lo que estamos viendo ahora es que está aumentando el traslado de familias enteras, padres y madres con sus hijos”, indica a este diario José Antonio Rodríguez Verona, al frente del equipo de respuesta inmediata en emergencia de Cruz Roja en Canarias. “La ruta es bastante dura en esta época del año y se está notando en la llegada”, constata apesadumbrado.

Las travesías pueden prolongarse entre siete y diez días, “dependiendo de las condiciones del mar y del viento y teniendo en cuenta que no haya percances como que falle el motor”, sostiene Rodríguez Verona. La ruta canaria acaparó los títulos en el último trimestre del año pasado. 18.000 de las más de 23.000 personas que llegaron irregularmente a las islas lo hicieron en el lapso de cuatro meses, de septiembre a diciembre. El viernes, en una comparecencia en la comisión de Interior del Congreso de los Diputados, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, presumió de una gestión en Canarias que lleva meses sumando críticas.

Marlaska enciende la polémica

“Los resultados de nuestra política migratoria hablan por sí mismos. Por eso procedo a contextualizarlos: En Canarias las llegadas irregulares por vía marítima se han reducido desde 7.143 en solo un mes y medio, entre el 15 de noviembre al 31 de diciembre de 2020, hasta las 5.734 en los casi siete meses que llevamos de año”, señaló. “Es decir en siete meses se llevan menos entradas irregulares que en las últimas semanas del año pasado. Y, esto, repito, en un contexto en el que la pandemia dificulta mucho el control y las políticas de retorno”, detalló.

Las cifras que proporciona quincenalmente su propio ministerio dibujan una panorama diferente, marcado por el repunte de las llegadas. Los avisos, procedentes de El Aaiún, también apuntan en la dirección opuesta, con Rabat volviendo a usar la migración y su papel de gendarme caprichoso como un arma de presión sobre los despachos de Madrid. “Creo que las de Ceuta y Canarias son realidades distintas. La gente comparte la misma situación de desprotección pero la posibilidad de la inmediatez y de un impacto más directo como el que ha sucedido en Ceuta, no se da en Canarias”, opina Lorenzo, crítico con la política migratoria del Gobierno de coalición.

“Antes a bordo de las pateras y los cayucos solían venir muchos varones. Lo que estamos viendo ahora es que está aumentando el traslado de familias enteras”

José Antonio Rodríguez Verona, responsable de Inmigración de Cruz Roja en Las Palmas

“Presumir de la gestión migratoria no es una buena dinámica”, alega. “Los traslados han hecho que se descongestione la situación en Canarias pero hay elementos a resolver como la cronificación de las personas en macrocampamentos en los que permanecen hasta no se sabe cuándo. Es un modelo fallido. La otra realidad que hay que afrontar es la de los menores no acompañados, que está desbordando la capacidad operativa de Canarias. Hay unos 2.500 menores en estos momentos bajo tutela autonómica”, añade, inquieto además por “la situación de islas como Lanzarote y Fuerteventura que tienen una menor capacidad operativa para gestionar los flujos migratorios que llegan a sus costas”.

Durante el fin de semana el drama siguió surcando las aguas atlánticas próximas a Canarias. El viernes Salvamento Marítimo localizó una embarcación neumática a unos 85 kilómetros al sur de Fuerteventura. En su interior viajaban 57 náufragos, entre ellos diez mujeres y un menor. Había partido de El Aaiún, la ciudad en la que Musa continuaba buscando al traficante que le robó un porvenir incierto. “Mi hermano vive en París. Pronto hará dos años que me fui de mi país. Y estoy aquí sin trabajar ni hacer nada”.