A pesar de que las posiciones de Pedro Sánchez y de Pere Aragonès parecen líneas paralelas condenadas a no cruzarse, ambos dirigentes han decidido ganar tiempo porque los dos los dos lo necesitan para sostener sus respectivas legislaturas. La de ayer fue algo más que una mera cita exploratoria, pero sus casi tres horas de duración tampoco permiten aventurar que la nueva etapa de diálogo sirva para que el independentismo abandone sus dos reivindicaciones principales: amnistía y derecho de autodeterminación.
El único acuerdo es hablar para seguir hablando. Para ello la mesa bilateral Gobierno-Generalitat se reunirá en la tercera semana de septiembre, en Barcelona y tras la Diada, lo que permitirá medir en ese momento la temperatura de las soflamas independentistas. Un nuevo gesto del Ejecutivo central que da oxígeno al presidente de la Generalitat. Otra cosa es que su socio de coalición, esto es Junts, y el sostén parlamentario, la CUP, estén dispuestos a darle este tiempo de gracia antes de pedir logros palpables en el nuevo clima de diálogo.
PSOE y ERC aspiran a ir avanzando en inversiones y traspasos
De forma paralela se irá reuniendo la mesa bilateral de inversiones y traspasos. De hecho, su primera cita será en este mes de julio, lo que le dota, si cabe, de un status superior al foro entre gobiernos, destinado en exclusiva a hablar de la agenda secesionista, una vez reconocida la existencia de "un conflicto político», tal y como señaló Pere Aragonès al término del encuentro.
El presidente de la Generalitat admite la existencia «de diferencias evidentes" y vaticina una negociación «muy compleja porque va de soberanía». Pero si bien "nunca vamos a renunciar a nuestros objetivos políticos", esto es, la independencia, "tampoco renunciamos al diálogo", un bucle que puede llevar a la melancolía. Sin querer adelantar cuál será la composición de la mesa por parte del Govern y si Oriol Junqueras se sentará en la misma, también ha exigido que todo lo que salga de ese foro "debe ser validados por la ciudadanía catalana".
Un discurso que poco o nada tiene que ver con el de Moncloa, porque según la versión que ha dado de la cita la ministra portavoz, María Jesús Montero, Sánchez «no habla de esas cuestiones, de amnistía, exiliados y autodeterminación». A cambio ofrecen "más autogobierno", lo que podría pasar por un nuevo Estatut que, efectivamente, debería ser sometido a referéndum en Cataluña.
Moncloa se aferra a la vuelta a la "institucionalidad" de Aragonès frente e Quim Torra para proclamar un nuevo clima de diálogo que conduzca a la distención. Pero no puede dar garantías al independentismo para levantar todos los obstáculos o "piedras en el camino", tal y como definió hace días el ministro de Transportes y número dos del PSOE, José Luis Ábalos, al referirse a la decisión del Tribunal de Cuentas de recabar de los cabecillas del procés su responsabilidad contable por Diplocat, organización destinada a financiar campañas internacionales a favor de la independencia catalana.
Cambio de mayorías para renovar el Tribunal de Cuentas
En todo caso, el Gobierno no descarta forzar un cambio de mayorías para que no sea necesario el concurso del PP en la renovación de este órgano, que cumple sus nueve años preceptivos este mes de julio y cuyos doce miembros necesitan de mayorías reforzadas de tres quintos en el Congreso y el Senado para ser nombrados.
Sánchez tendrá ocasión este miércoles de explicar el contenido del encuentro durante su comparecencia en el Congreso de los Diputados, a petición propia, inicialmente destinada a dar cuenta de los dos últimos Consejos Europeos y también hacer un repaso de la situación política y económica, que se centrará, sin duda, en los controvertidos indultos a los nueve cabecillas del procés condenados a penas de prisión, hoy en la calle, y en su agenda catalana.
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