Teresa Rodríguez (Rota, 1981) sonríe. Viene de ser proclamada portavoz de Adelante Andalucía con el 97 por ciento de los sufragios. La marca, con la que se presentó a las elecciones autonómicas de diciembre de 2018, se ha dejado por el camino a Podemos e Izquierda Unida y celebra una refundación sobre la base de Anticapitalistas y varias formaciones andalucistas. Atrás queda un divorcio traumático y saldado a golpe de tuits, con su expulsión y la de otros ocho diputados del grupo parlamentario regional compartido entonces con Unidas Podemos. “No solo consistía en liberarse del yugo de Madrid sino también, para nosotros, de liberarnos del yugo del rencor”, admite Rodríguez en una entrevista con El Independiente. La que fuera uno de los rostros del primer Podemos, número dos en las elecciones europeas de 2014 que marcaron la gran irrupción política de la formación de Pablo Iglesias, aspira ahora a revivir un andalucismo cuyo último gran referente, el Partido Andalucista, acabó disolviéndose hace seis años por acuerdo de sus últimos dirigentes.
Pregunta.- ¿Cómo se siente sin "tener jefes en Madrid"?
Respuesta.- Ligeros de equipaje, también más responsables porque, de alguna manera, se está asumiendo el cien por cien de la responsabilidad de lo que pase.
Podemos aprender de la sociedad y la política catalanas la capacidad que tienen de colocarse en el centro de la política y condicionar gobiernos
P.- No sé si mira con cierta envidia la situación en Cataluña desde el plano de las reivindicaciones territoriales…
R.- Envidia no. Yo creo que el debate en Cataluña está completamente enquistado, que existe una situación muy dura de ruptura tanto de España con Cataluña como dentro de la propia Cataluña. No quisiera estar en una situación en la que en el seno de mi propio pueblo existe una tensión tan importante y una falta de reconocimiento mutuo que creo que es la clave para empezar a buscar soluciones a ese conflicto.
Yo envidio de Cataluña, más bien, la capacidad que han tenido desde el inicio de la democracia y también durante el franquismo de hacerse valer. En lugar de criticar tanto a Cataluña, quizás lo que hay que hacer es aprender también a ponernos en valor desde Andalucía. Podemos aprender de la sociedad y la política catalanas la capacidad que tienen de colocarse en el centro de la política, de condicionar gobiernos y, por tanto, de ser capaces de colocar su sus reivindicaciones en el centro. Nosotros aportamos más de 60 diputados en el Congreso de los Diputados y no somos capaces de trasladar el foco de atención política y mediática en absolutamente ningún asunto, incluso cuando nuestros problemas como pueblo tienen más que ver con los de la mayoría social española como son el desempleo, la precariedad, la falta de empleo digno para los jóvenes, su emigración y el abandono escolar.
Andalucía debería tener el encaje en España que cierre la brecha socioeconómica con el resto del Estado
P.- ¿Qué cambia en esta nueva etapa de Adelante Andalucía?
R.- Ahora serán las asambleas de Adelante Andalucía las que tomen la decisión al cien por cien de lo que vamos hacer. Cuando éramos Podemos Andalucía, sucedía que asumíamos de manera asamblearia determinadas decisiones que luego no podíamos ejecutar porque no se nos permitía desde más arriba. Como, por ejemplo, la necesidad de presentar listas propias al Congreso, aunque fuera con una relación de confederalidad con Unidas Podemos como tienen los comunes. Ahora todas las decisiones que tomemos democráticamente las vamos a poder llevar a cabo. Podremos controlar nuestros propios censos, importante para poder saber cuál es tu militancia, y tener nuestras propias comunicaciones sin pasar por ningún filtro, que esto también resultaba un incordio cotidiano. Vamos a trabajar más cómodamente en un camino que entendemos que es necesario, que es el de articular una fuerza política que sea capaz de colocar las legítimas reivindicaciones del pueblo andaluz en el centro de la política, en todos los espacios de poder donde se hable de nuestro futuro.
P.- ¿Cuál es su modelo de encaje de Andalucía en el resto de España?
R.- A mí lo que me gustaría es que Andalucía, para empezar, cerrara la enorme brecha que conserva con el resto del Estado y Europa. Después de 40 años de aprobación de nuestro Estatuto de autonomía, tenemos más desempleo y aportamos menos a la renta del conjunto de España que en 1981. Andalucía debería tener el encaje que cierre la brecha socioeconómica con el resto del Estado, en términos también de políticas industriales y desarrollo de la soberanía energética. Ser capaces de poder tomar decisiones importantes sobre a qué queremos dedicar nuestro tejido productivo y no depender sólo y exclusivamente de un turismo precarizante, en algunos casos privador de derechos, como está ocurriendo con los alquileres. España y Europa nos han asignado el papel de patio de recreo que, además, no aspira a conservar los bienes comunes del medio ambiente sino que simplemente se propone vivir como si fuera el último día y gastarlo y urbanizarlo todo.
Nuestro andalucismo tiene mucho que ver con las cosas del comer y lo justo con las cuestiones simbólicas
P.- ¿Es Andalucía una nación?
R.- No soy yo quien la define así sino el Estatuto de Autonomía para Andalucía, que nos reconoce como realidad nacional. No me interesan especialmente las definiciones formales. Nuestro andalucismo tiene mucho que ver con las cosas del comer y lo justo con las cuestiones simbólicas, que son importantes pero que no son un fin en sí misma. Ni las palabras ni los símbolos se comen. Por más que tengamos autogobierno, lo cierto es que tenemos una economía tan dependiente y extractivista que no podemos decidir un desarrollo endógeno propio que apuesta por la economía social y los pequeños productores que conservan nuestro medio natural.
P.- No le obsesiona, entiendo, la cuestión identitaria tan de actualidad…
R.- Lo único que me preocupa de la cuestión identitaria es que seamos capaces los andaluces de reconocernos a nosotros mismos como un pueblo con derecho también a aspirar a otra cosa que no sea la del turismo precario y la agricultura intensiva que destroza nuestros acuíferos. Una identidad en la que nos digamos a nosotros mismos que somos capaces de hacer las cosas de otra manera.
P.- ¿Con qué otra formación, nacionalista o regionalista, se identifican? ¿Apuestan por la independencia o el federalismo?
R.- Nunca hemos defendido la independencia ni hay una demanda reconocible de ser independientes. Lo que queremos ser es autosuficientes, poder generar unas condiciones que permitan alimentar a nuestros hijos e hijas. A lo mejor hay que pensar en una nueva descentralización de competencias, por ejemplo, en el sector energético. Queremos transitar hacia un modelo eco sostenible que pase por las energías renovables de producción cercana a los lugares de consumo.
¿Con quién, entonces, nos sentimos más identificados? Pues depende. Con Compromís, por ejemplo, nos sentimos identificados en lo que tiene que ver con el sistema de financiación autonómico, que es un modelo caducado desde hace años que perjudica sistemáticamente a Andalucía y al País Valenciano. Lo tenemos porque carecemos de fuerza suficiente para condicionar gobiernos con el PP y el PSOE. Compartimos también la defensa del corredor Mediterráneo pensando en una red de ferrocarriles descentralizada que acabe con esa radialidad del sistema ferroviario que interrumpe la posibilidad del desarrollo y cohesión de los pueblos de España. Tenemos en común con Teruel Existe la necesidad de una cohesión territorial en la llamada 'España vaciada'. España tiene una realidad plurinacional muy fuerte y asumir eso nos va a evitar muchos conflictos.
P.- Los últimos sondeos, sin embargo, indican que nueve de cada diez andaluces se sienten tan andaluces como españoles. ¿Hay apoyo sociológico para una opción como la suya?
R.- Esos estudios revelan que los andaluces se sienten muy andaluces, pero que sentirse muy andaluces no supone confrontar con la identidad española ni europea. El Eurostat indica que Andalucía es de las regiones de Europa con mayor identidad propia junto a Galicia, País Vasco o Cataluña, pero es también una de las que más española y europea se siente. No son excluyentes. El andalucismo históricamente se ha vinculado muy fuertemente al humanismo. Blas Infante [considerado "padre de la patria andaluza"] decía que nuestro nacionalismo es un nacionalismo antinacionalista. Yo ni siquiera uso la palabra nacionalismo porque tiene atribuidas un montón de connotaciones. Podemos fomentar lo identitario en Andalucía en clave de fe, amor propio y poder pensarnos mejores sin necesidad de excluir a nadie ni de enfrentarnos a nadie.
P.- Hay quien en el nacionalismo andaluz plantea una ampliación de los límites territoriales actuales, incluyendo parte de Extremadura, Castilla-La Mancha o Murcia…
R.- Eso me parece una chaladura.
P.- Las encuestas no le son muy propicias. Apuntan incluso a una desaparición del Parlamento…
R.- Vamos a intentar presentarnos para sacar la mayor representación posible. La situación de conflicto ha generado mucha incertidumbre y creo que eso ha jugado en nuestra contra a la hora de que se nos identifique en las encuestas.
Podemos era partido muy centralista, muy madrileño, muy universitario y muy masculino
P.- En unos hipotéticos comicios, ¿sería la cabeza de cartel?
R.- Si lo decide la organización en primarias, estaría dispuesta a hacerlo. Pero es una decisión que no se ha tomado. No estamos todavía pensando en la lista, sino más bien en el proyecto. Tenemos los documentos que nos marcan el horizonte de construcción y tenemos el método que era importante para elegir la lista si se convocan elecciones.
P.- Usted se comprometió por escrito a no permanecer en primera línea política más de ocho años. Un pacto que concluye el próximo año. ¿Lo incumpliría entonces?
R.- El compromiso que nosotros firmamos, lo firmamos en Podemos, pero yo lo considero vigente en mi caso, aunque fuera un código ético de Podemos que hoy ya no es exactamente así. Lo que yo firmé y lo que sigo defendiendo es la necesidad de limitar el período en el que un representante público cobra un sueldo de la política. Creo que los representantes públicos deben cada cierto tiempo volverse a su trabajo porque, si no, uno termina desconectando de la realidad y tener un sueldo similar al que cobran sus representados. Por eso defendemos la limitación de salario. Durante todo este tiempo he cobrado como mi sueldo de profesora. Lo que firmamos entonces eran dos legislaturas, excepcionalmente tres. Yo espero que no se llegue a la excepción de tres legislaturas, pero existe la posibilidad de liderar un proyecto político trabajando en tu centro de trabajo, siendo profesor, albañil o fontanero.
Las responsabilidades sobre la dispersión del voto de izquierdas hay que pedírselas a quienes rompieron Adelante Andalucía
P.- En las próximas elecciones podría haber hasta cuatro opciones de izquierda. ¿Le inquieta?
R.- Me preocupa. Lo que pasa es que en esa situación se nos pueden pedir pocas responsabilidades al respecto. No nos fuimos de aquel Adelante Andalucía ni de Podemos. Fuimos expulsados de Podemos y de nuestro grupo parlamentario, aún siendo mayoría del mismo, gracias al acuerdo necesario del resto de fuerzas políticas con la minoría del grupo, incluyendo a Vox. Responsabilidades sobre la dispersión del voto hay que pedírselas a quienes rompieron aquella fuerza política. Continuamos en el mismo proyecto que presentamos en 2018, aunque otros hayan decidido ser sucursal o delegación de un partido estatal como Unidas Podemos.
P.- ¿Hay posibilidad de confluir con Más País Andalucía de Íñigo Errejón?
R.- Igual que con todo el mundo. Haríamos un esfuerzo por llegar a un acuerdo programático con Unidos Podemos por Andalucía. Evidentemente, también recorreríamos ese camino con el resto de fuerzas políticas de la izquierda andaluza. Después de las elecciones madrileñas, se nos colocó en el marco mediático de que íbamos a dejar de ser el partido de Pablo Iglesias para ser el de Errejón. Nosotros somos un partido andaluz que se relaciona de igual a igual con otras fuerzas políticas de izquierdas, pero no vamos a ser la delegación de nadie.
Me provoca cierta amargura pensar que perdí mucho tiempo intentando que Podemos fuera una fuerza descentralizada
P.- Déjeme que le pregunte por sus antiguos compañeros de partido. ¿La marcha de Pablo Iglesias ha diluido la presencia pública de Podemos?
R.- Una de las discrepancias que teníamos era el miedo a entrar en un gobierno con el PSOE. En el pasado, en los casos en los que Izquierda Unida había pactado con el PSOE, siempre había sucedido lo mismo. El PSOE tiene una enorme capacidad de apropiarse de nuestros logros y de hacernos partícipes de sus contradicciones.
En las siguientes elecciones, sin excepción, siempre ocurre que, cuando se hacen bien las cosas, se beneficia al partido mayoritario y si se hacen mal, quién gobierna es la derecha. La gente no llega a la conclusión de que resulta que es el partido minoritario al que hay que hacer mayoritario. El problema de Podemos, que es el que asume la mayor parte de la contradicción, es que no se están cumpliendo los compromisos firmados por la ciudadanía, por ejemplo, la derogación de de la reforma laboral y la ley Mordaza o una reforma seria del sistema educativo que dé oxígeno a la pública frente a la concertada, que no deja de crecer o garantizar mínimos de inversión en sanidad. Con o sin Pablo, es esa la contradicción que tiene Podemos.
P.- Tras la experiencia de estos años, ¿se arrepiente de no haber soltado amarras con Iglesias antes?
R.- Es muy difícil para mí hacer ese balance sola. Seguramente, cuando pasen unos años, podré hacer balance de los errores cometidos siempre colectivamente. Pero evidentemente me provoca cierta amargura pensar que perdí mucho el tiempo intentando que Podemos fuera una fuerza descentralizada que permitiera a los territorios tener su propia singladura. Perdí mucho tiempo ganando asambleas en Andalucía cuyas decisiones luego sistemáticamente no eran respetadas en Madrid, tratando de convencer a los compañeros de que, coño [sic], si hasta el PSOE es una fuerza federalista.
Éramos un partido muy centralista, muy madrileño, muy universitario y muy masculino. Había que permitir que los territorios se desarrollaran con una cierta libertad, no solo en Cataluña. Perdí un poco el tiempo ahí y generé conflictos que nos podíamos haber ahorrado. De hecho, cuando llegamos a un acuerdo de separación amistoso, antes de grabar el famoso vídeo, dijimos: “No merece la pena volver otra vez a una asamblea donde nos demos de hostias [sic]. Vamos a llegar a un acuerdo de separación amistosa donde no rompamos los espacios comunes que tenemos, entendiendo que nuestras posiciones son legítimas ambas”. Algunos meses después, cuando estaba de permiso de maternidad, me encuentro con una exclusión sin previo aviso de mi grupo parlamentario por parte de Izquierda Unida y Podemos. Y a la ministra de Igualdad diciendo que la vida no para por estar de permiso de maternidad. Pues ya está. Me equivoqué, obviamente, no dejando el acuerdo por escrito, de forma que quedara claro qué fue lo acordado. Tampoco merece la pena concentrarse mucho en eso. Lo más útil para la sociedad ahora es dejar atrás el conflicto y tratar de aportar algo positivo.
No queremos gobernar con un partido socialista responsable de la no solución de nuestros problemas en 40 años y de alguno de los casos más vergonzosos de corrupción"
R.- En caso de adelanto electoral y si los resultados dieran, ¿apoyarían un Gobierno de coalición en Andalucía como el central?
P.- Siempre hemos dejado clara nuestra posición respecto a una investidura. De nuestra mano no va a gobernar la derecha, ni por acción ni por omisión. Dicho esto, no queremos gobernar con un partido socialista responsable de la no solución de nuestros problemas en 40 años en Andalucía y responsable de alguno de los casos más vergonzosos de corrupción de nuestra tierra y de España.
P.- La hemos visto recientemente vestida de "chulapa" para relanzar la marca. ¿Qué está dispuesta a hacer en esta nueva etapa?
R.- [Risas] Lo que haga falta para colocar Andalucía en el mapa y tratar de generar las condiciones que hagan que Andalucía no sea una tierra de la que se tengan que ir nuestros hijos y nuestra nietas. El objetivo es tan grande que habrá que hacer cualquier cosa.
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