Un nuevo discurso en clave nacional porque "a un presidente autonómico no sólo le debe importar su terruño". Ésta ha sido la tónica con la que la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha comparecido en rueda de prensa para dar cuenta de la reunión que ha mantenido este viernes en Moncloa con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Lejos de tender puentes, la reunión ha servido en todo caso para distanciar aún más a ambos mandatarios, en una cita enmarcada dentro de un contexto de alta tensión por las diferencias en torno a la gestión de la pandemia, a la política fiscal y a la concesión de los indultos. "He podido mirar al presidente a los ojos y manifestarle mis profundas discrepancias", ha avanzado Ayuso, en alusión en este caso a las últimas cesiones del Gobierno central al nacionalismo catalán. "Si sigue por este camino, tocará decidir entre su futuro y el de España", ha advertido.
Díaz Ayuso ha dedicado los primeros minutos de su intervención a enumerar una serie de propuestas concretas para la Comunidad de Madrid que ha presentado al presidente del Gobierno, y que versaban sobre inversiones en transporte público; la necesidad de implantar una EVAU única; la revisión de algunos aspectos de la 'ley Celaá'; la implantación de ayudas para el plan de maternidad de la Comunidad de Madrid; o el ofrecimiento expreso por parte de la mandataria madrileña del Hospital Enfermera Isabel Zendal para posibles catástrofes o urgencias nacionales en el futuro. Pero, acto seguido, ha continuado su intervención con un discurso en clave nacional, cuestionando que "los intereses de España y los de Pedro Sánchez son distintos" y que "nuestro futuro y solvencia" como país "corre peligro" por las últimas decisiones del jefe del Ejecutivo en materia de política territorial.
"España está secuestrada en manos de minorías que la odian", continuaba la presidenta regional, dando una vez más el perfil de líder de la oposición a nivel nacional al advertir sobre cuestiones como la "ruptura del orden constitucional" o de la "democracia" por la agenda política de Pedro Sánchez, en la que ha sugerido que ya se ha apuntado en el calendario la concesión de un referéndum pactado con los nacionalistas catalanes. "Su proyecto totalitario y rupturista está cogiendo velocidad de vértigo", continuaba, para pasar a subrayar que "si decide dejarse humillar, despedazar y hundir por parte de los enemigos confesos, que no cuente ni conmigo ni con nadie". "No quiero una fiscalidad a la carta para Cataluña, ni mesas bilaterales, ni más privilegios, ni más chantajes", añadía, en una alocución que perfectamente podría haber pronunciado el jefe de la oposición, Pablo Casado.
La presidenta de la Comunidad de Madrid ha adquirido en los últimos meses una papel de líder nacional. Su enemigo a batir durante la campaña de las elecciones madrileñas y en el que fijaba todos sus discursos no era Ángel Gabilondo -el entonces candidato del PSOE-, y ni siquiera Pablo Iglesias. El objetivo de sus ataques siempre ha sido Pedro Sánchez. De hecho, durante el discurso de investidura llegó a proclamar una legislatura también en clave nacional, afirmando que, con su abrumadora victoria el pasado 4-M, los días de Sánchez en la Moncloa estaban contados. "Empieza el fin del sanchismo", advirtió.
En su audiencia con el jefe del Ejecutivo, Ayuso ha planteado también una férrea oposición a la armonización fiscal que plantea Moncloa, al considerar que lo que pretende el Gobierno en última instancia es "vaciar" el bolsillo de los madrileños. La política tributaria ha sido siempre una cuestión que ha tensado las cuerdas entre el Gobierno central y el madrileño, una crisis acuciada por la intención declarada de Ayuso de ejecutar otro tijeretazo fiscal mientras Moncloa dibuja ya en el horizonte una subida impositiva con carácter general. "No pienso permitir que toquen la fiscalidad de Madrid", ha retado la máxima mandataria madrileña en múltiples ocasiones.
La reunión entre el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha tenido una duración de aproximadamente hora y media, un encuentro que se enmarcaba dentro de la recepción de mandatarios autonómicos en Moncloa cuando éstos son nombrados en sus cargos. De hecho, Sánchez recibió también hace unas semanas al presidente de la Generalitat, Pere Aragonès.
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