Durante las últimas semanas el ruido de partidarios y detractores, con una división que ha alcanzado al propio Gobierno de coalición, ha dejado sin voz a los primeros que debían ser escuchados. El anteproyecto de Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans, la bautizada como “Ley Trans”, ha ignorado la evaluación de los psicólogos, que alertan de los riesgos que supone el texto para la protección de los más vulnerables, los menores de edad.
La psicología ha asistido muda a un anteproyecto aprobado la semana pasada en el Consejo de Ministros, que encara ahora su singladura parlamentaria. Un silencio, en parte, autoimpuesto. Contactado por este diario, el Colegio nacional de Psicólogos ha declinado firmar cualquier declaración alegando la falta de tiempo para elaborar una respuesta consensuada entre sus miembros. No obstante, el debate se remonta a 2018 cuando Podemos presentó una proposición de ley de la que parte la norma que hoy impulsa el ministerio de Igualdad que dirige Irene Montero.
La figura del psicólogo se ve difuminada en términos concretos. Se pone en tela de juicio el dictamen profesional
MARIOLA FERNÁNDEZ
“No se ha consultado a los profesionales de la psicología”, confirma a El Independiente Mariola Fernández, miembro de la Asociación de Psicología y Psicoterapia Feminista. “Y tanto es así, que la figura profesional se ve difuminada en términos concretos. Por ejemplo, en las evaluaciones o exploraciones se pone en tela de juicio el dictamen profesional. Se minusvalora la objetividad en el proceso”, arguye.
Es su marginación en el proceso y la autodeterminación de género sin necesidad de aportar informes médicos lo que inquieta a las profesionales. “Hay que partir del bienestar superior del menor de edad, que es un principio jurídico inalieanable, tal y como reconoce la convención de los derechos de los niños. Y para hacerlo con garantías, se necesita contemplar el criterio técnico experto que han vetado por ley”, replica a este diario Laura Redondo, psicóloga jurídica y forense.
Menores de 12 años: cambio de nombre
La norma que Unidas Podemos ha terminando imponiendo al PSOE, contrario inicialmente, establece diferentes tramos de edad para el espectro de la infancia, desde menores de 12 hasta los 18 años. Así, reconoce a los menores de 12 la opción de cambiar su nombre, pero no su sexo, sin prueba testifical ni documental. Entre los 12 y los 14 años, pueden iniciar el expediente de jurisdicción voluntaria con asistencia de sus representantes legales.
A los 12 años no existe madurez suficiente. La edad media de madurez cerebral está en los 20 años
LAURA REDONDO
“A los 12 años no existe madurez suficiente en los menores. La edad media de madurez cerebral está situado en los 20 años. ¿Cómo es posible que a partir de los 12 años puedan hacer un cambio registral incluso físico con control judicial?”, se interroga Redondo. “Se les expone a tomar decisiones que tienen secuelas severas cuando no existe madurez cognitiva ni emocional y sin hacer un diagnóstico diferencial para ver qué le sucede realmente a ese menor”, denuncia. “Como experta en violencia tengo muy claro que el rechazo al sexo puede venir por sufrir un abuso sexual infantil”.
Mayores de 16 años, libres para "rectificar"
El anteproyecto esboza que “las personas mayores de 16 años estarán plenamente legitimadas para solicitar por sí mismas la rectificación". Un escenario que rechazan las psicólogas consultadas por este diario. “En la actualidad se discute si la mayoría de edad sería aconsejable que avanzara hasta los 21 años de edad, precisamente porque un o una adolescente no es maduro en ese intervalo de edad para tomar decisiones de tal calado. Hoy la rapidez con la que avanza la vida retrasa la maduración porque no se elaboran los procesos con el tiempo y la experiencia suficientes, sino que la superficialidad dificulta la toma de decisiones”, responde Fernández.
Que sin una buena valoración se realicen tratamientos con bloqueadores hormonales o cirugías puede tener consecuencias graves e irreversibles para la salud mental de los menores
ÁNGELES HERNÁNDEZ
“No se puede votar pero se les dice a los menores que pueden elegir el sexo que tienen, medicalizarse y operarse”, apostilla Redondo. “No responde a criterios técnicos sino a ideología”, dice. “El hecho de que sin un buen criterio y una buena valoración se realicen tratamientos con bloqueadores hormonales o cirugías puede tener consecuencias graves e irreversibles para la salud mental de los menores”, subraya Ángeles Hernández, miembro también de la Asociación de Psicología y Psicoterapia Feminista. A su juicio, es la psicología “la disciplina que debe hacerse cargo, y lo hacemos, de toda la sintomatología de ansiedad, depresión, trastornos adaptativos o duelos que se asocian a estos procesos”. “Apartar a los profesionales de la psicología y la medicina por la autodeterminación puede desproteger a gran parte del colectivo”, advierte.
Experiencia internacional: "Se han retractado"
Su ejercicio de alzar la voz, ignorada por quienes redactaron el anteproyecto, también está jalonado por las experiencias atesoradas en aquellos países que ya aplican normativas similares. “En el contexto europeo son seis los países que tienen aprobada una ley que contempla la autodeterminación de género en mayores de 18 años”, recalca Clara Jiménez, de la citada asociación de profesionales. “Sólo España plantea hacerla extensivo a los menores de edad sin necesidad de consentimiento materno/paterno, en mayores de 16 años, ni informe médico ni psicológico, como ocurre en estos otros países”, detalla.
Sólo España plantea hacer extensiva la autodeterminación de género a menores de edad sin necesidad de consentimiento paterno, en mayores de 16 años, ni informe médico ni psicológico, como ocurre en estos otros países
CLARA JIMÉNEZ
Y, recuerda Jiménez, Reino Unido “se ha retractado de la medida que había planteado en esta línea”. “Resulta bastante preocupante, pues poder suministrar bloqueadores hormonales a adolescentes y preadolescentes sin una adecuada valoración y sin tener estudios suficientes que nos permitan conocer los efectos a largo plazo parece una medida que carece de rigor científico, teniendo en cuenta que estas decisiones pueden tener un impacto irreversible en la salud y bienestar de las personas”, alega.
“Si miramos los datos en otros países como Canadá o EEUU, desde que cambió su legislación en línea del proyecto español, sí que comprobamos un crecimiento exponencial de menores que se identifican trans y que pueden acceder a tratamientos, con una diferencia notable en chicas que se declaran chicos trans”, destaca Jiménez, ahondando en otra de las preocupaciones compartidas por las voces consultadas en la elaboración de este reportaje. “Esto no es algo fortuito, sino un claro reflejo de los mandatos de género a los que nos vemos sometidas las mujeres”, comenta.
Un extremo que también vocea Fernández. “Si nos fijamos en escenarios parecidos en países análogos, tenemos ejemplos de elecciones condicionadas por el contexto que han desarrollado problemáticas psicológicas y emocionales que no son fáciles de asumir”, avisa. “La conciencia en el ser humano se construye con la experiencia, y tomar decisiones de difícil vuelta atrás cuando se toman en base a conjeturas futuribles, en base a emociones o experiencias vitales, dan lugar a equívoco que a efectos prácticos la realidad te enseña a diferenciar entre necesidad y deseo”, zanja.
Reivindicación del acompañamiento psicológico
Quienes han abanderado este proyecto legislativo y lo han defendido con vehemencia abogan por “despatologizar” la cuestión. Una reivindicación que la psicología discute. “Se habla de patologizar cuando se da un proceso de acompañamiento en procesos individuales, cuando se ponen en el centro los aspectos emocionales en una importante toma de decisiones. Y esta cuestión es de especial importancia cuando se hace referencia a menores de edad, dada la especial vulnerabilidad que caracteriza a esas etapas evolutivas”, recuerdan desde la asociación de psicología feminista. “Trabajamos los malestares y las dificultades que tienen que ver con la subjetividad, con la identidad, con esos aspectos que se recogen en la ley”, reclaman.
Y, en este escenario, en el que la psicología -la disciplina que, en acepción de la RAE, “trata del alma, sus facultades y operaciones”- pide su turno. “Un hombre que transiciona a mujer no es lo mismo que una mujer que transiciona a hombre. No parten de las mismas ventajas o privilegios. Y nada que ver con identidades no binarias, ni toda la diversidad de orientaciones sexuales”, desliza Hernández. “No todas las personas sienten lo mismo, muestran la misma seguridad ni pueden transmitirlo con la misma naturalidad o aprobación. Porque más allá de la legislación o el contexto social, se trata de formas de aceptación y construcción de la propia identidad desde la subjetividad. Y ahí la psicología como disciplina psicosocial puede tener muchas de las claves”.
Una puerta a las "pseudoterapias"
Las psicólogas consultadas alertan de que la nueva ley abre la puerta a “pseudoterapias”. “Si no va a haber ningún control, una de las cosas que más nos preocupan es que pueda haber un intento de convencer a los menores de que medicalizarse y cambiar su cuerpo con cirugías es mejor que aceptarlo”, replica Redondo. “Aunque la medicalización sea a los 16 años, se les está convenciendo de que ése es el camino”.
Si no va a haber ningún control, una de las cosas que más nos preocupan es que pueda haber un intento de convencer a los menores de que medicalizarse y cambiar su cuerpo con cirugías es mejor que aceptarlo
LAURA REDONDO
Una ruta que , a juicio de los profesionales, puede ocultar otras realidades. “Hay estudios que cifran en el 62,5 por ciento los chavales que se denominan transgénero y que tienen patologías previas. Es un cajon de sastre y un embudo para problemáticas. Que los menores entren en este campo tan complejo sin una evaluación que discrimine es un atentado contra sus derechos”, denuncia Redondo, partidaria de recuperar el criterio técnico. “Lo vemos en el caso de las custodias. Hay menores de 12 años que vienen con discursos de personas de 30. Desde la ciencia sabemos que eso no puede ser porque excede la madurez cognitiva y es un discurso inducido”, agrega.
La "ley Trans" y su tramitación parlamentaria, jalonado de controversia, ofrece una oportunidad para que los psicólogos reclamen su lugar en el mapa. “Los bastiones que salvaguardan los derechos de la infancia son los progenitores y los profesionales de la psicología y la medicina. Somos los que tenemos las competencias en estas áreas y no es capricho. Nos hemos formado durante años para desarrollar nuestra labor de ayuda”, concluye Redondo.
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