Han pasado más de cinco meses desde que Pablo Casado trasladase al Comité Ejecutivo Nacional del PP su decisión de abandonar la sede de Génova para romper con el pasado y la corrupción de anteriores épocas del partido, que "no debe seguir en un edificio cuya reforma se está investigando en los tribunales". Entonces, aunque no se fijó fecha alguna para ejecutar la mudanza, sí se trasladó que la intención de la dirección era la de actuar con premura y abandonar el histórico edificio antes de este verano. A 22 de julio, sin embargo, "no se ha visto una sola caja".
En cuestión de meses, el escenario político ha cambiado mucho para el primer partido de la oposición, y lo que en febrero podía parecer una prioridad ahora ha dejado de serlo. Cuando se tomó esta drástica decisión, el partido venía de una campaña electoral marcada por la reapertura del calendario judicial de la supuesta 'caja B' del partido. De hecho, tan sólo habían pasado unos pocos días desde que arrancase el juicio por el presunto pago de las reformas de la sede de Génova con dinero negro, en el que estaba implicado el ex tesorero del PP, Luis Bárcenas. "El daño para la urgente alternativa que necesita España es inasumible", señaló Casado. Y en la dirección no se dudó en atribuir el resultado en las elecciones catalanas, en que Vox dio el sorpasso de largo al PP, a las cuestiones "del pasado", del que los populares se quieren despegar por completo con el traspaso de su 'casa' política.
La operación se trazó en el corto plazo porque en el horizonte se vislumbraba una amplia temporada de estío electoral en la que completar sin distracciones la mudanza. Pero el inestable tablero político nacional dio un vuelco una vez más, y Ayuso pulsó el botón de adelanto electoral antes de que la dirección se hubiese puesto a mirar siquiera inmuebles disponibles en la capital. Y con Madrid, "todo cambió", afirman fuentes autorizadas del PP, que trasladan que, desde entonces, no se han producido apenas avances en esta cuestión.
La 'operación mudanza' ha dejado de ser una prioridad en un PP centrado en la consolidación de la "alternativa" política a Pedro Sánchez dentro del "cambio de ciclo" que vislumbran los populares tras el 4-M. Ahora, a diferencia del mes de febrero, las encuestas nacionales colocan al partido de Pablo Casado por delante del PSOE, mientras Vox se frena y Ciudadanos desaparece. La coyuntura no podía ser mejor para el partido, que trabaja ahora con la vista puesta en que sea la Convención Nacional de octubre la que marque un punto de inflexión en el PP y la que sirva de punto de origen para una larga precampaña electoral en la que Casado aspira a mantenerse en la cresta de la ola.
El abandono de Génova, por tanto, cumple ya un papel secundario en los intereses electorales del PP, aunque en el partido sostienen que la decisión "es irrevocable"... sólo que se ha retrasado un poco más. Las fuentes consultadas apuntan a que "es difícil" acabar 2021 ya instalados en una nueva ubicación -sobre la que todavía no hay tomada una decisión-, aunque con el paso de los meses irán trascendiendo detalles como el enclave escogido o qué hacer con el 13 de Génova. Hoy por hoy, la opción que parece pesar más es la del alquiler y no la venta del inmueble, lo que puede dilatar aún más los tiempos de una operación que sigue sin fecha.
"Lo ideal sería que todo se haya atado en el primer semestre de 2022", comentan en la dirección, sobre todo porque el calendario es caprichoso y dilatar más la mudanza coincidiría en el tiempo con otros menesteres de mayor importancia para el PP, como el Congreso Nacional del partido o las elecciones andaluzas, pieza clave para decantar la balanza hacia el PP o hacia el PSOE en unas generales previstas, salvo sorpresa, en 2023. "Y Sánchez nos puede dar un susto en cualquier momento", comenta otro cargo popular, que ve que es necesario comenzar a acelerar con el tema para "que no nos pille el toro".
Una deuda de más de 10 millones
Tal y como informó El Independiente, el partido sigue a la búsqueda de un espacio "moderno", "diáfano" y funcional, más pequeño que el de la sede situada en el barrio de Chamberí con más de 10.000 metros cuadrados y 150 despachos, muchos de ellos vacíos. La nueva ubicación en que se instalarán los populares estará dentro de la almendra central de Madrid y, aunque se han tanteado diferentes espacios, la decisión aún no está tomada. Sólo hay una cosa clara: el hipotético triunfo en las próximas generales, en la que el PP confía más que nunca aupados por las encuestas, deberá celebrarse en el nuevo enclave del partido.
Las herencias del pasado resultan, no obstante, pesadas, y aunque Pablo Casado se lleve a su equipo a una nueva localización, el PP tendrá que seguir abonando el crédito que adeuda al Grupo Santander por el préstamo que solicitó en 2006 para comprar la sede de la calle Génova. Según se detalla en las cuentas del partido del año 2020, a los populares aún les queda por abonar 10,2 millones de euros de los 37 millones que solicitó el partido hace 15 años, aunque sólo en el pasado ejercicio logró amortizar 1.093.979 euros. De mantener ese ritmo, el PP logrará desprenderse de esta deuda en marzo de 2030, antes del plazo de vencimiento pactado inicialmente.
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