"No creo que a José Antonio le hubiera gustado que le movieran tanto. Resulta absurdo". Quien habla es José Antonio Primo de Rivera, uno de los herederos del fundador de la Falange Española. Sus descendientes, que practican la discreción, rompen su silencio en El Independiente en la semana en la que el Consejo de Ministros ha aprobado el proyecto de Ley de Memoria Democrática. La norma obligaría a reubicar en un espacio menos "preeminente" la sepultura de José Antonio, emplazada desde 1959 a los pies del altar mayor de la basílica del Valle de los Caídos.
El hombre que se convirtió en emblema y mártir de la dictadura franquista, que presidió la lista de caídos del bando vencedor con la inscripción 'José Antonio ¡Presente!', podría estar más cerca de su quinta inhumación. Primo de Rivera murió fusilado el 20 de noviembre de 1936 en el patio de la prisión de Alicante. Su cadáver fue depositado inicialmente en una fosa del cementerio alicantino de Nuestra Señora del Remedio antes de ser colocado en un nicho del mismo camposanto. En noviembre de 1939 fue trasladado al monasterio de San Lorenzo de El Escorial (Madrid) y dos décadas después, concretamente el 30 de marzo de 1959, fue inhumado en Cuelgamuros.
"Reciben sepultura los restos mortales de José Antonio Primo de Rivera y Sáenz de Heredia en la nave principal de la basílica de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, al pie de las gradas del altar mayor, a presencia de las personalidades y autoridades y pueblo congregado", consignó en el acta de presencia Antonio Iturmendi, que ejerció como notario mayor del reino por su condición de ministro de Justicia. Como curiosidad, el féretro de José Antonio se situó dentro de la sepultura hacia un lado -concretamente hacia el izquierdo- y no quedó centrado bajo la lápida de granito porque los conductos de ventilación pasaban por el centro. Ello explica que en ocasiones viejos falangistas coloquen cinco rosas -a las que alude la letra del Cara al sol- a la izquierda de la lápida y no en el centro.
"Sus restos han dado muchas vueltas. No creo que le hubieran gustado tantos cambios. Que le dejen tranquilo", suplica José Antonio, un abogado de marcas y patentes que cumple los 65 años en cuestión de días. José Antonio representa a una de las ramas de los herederos de Primo de Rivera, que falleció sin descendencia, y cuya estirpe llevan hoy sus sobrinos nietos, repartidos entre los Oriol, los Urquijo, los Sainz de Vicuña y los Peche. Un árbol que encabeza Fernando María Primo de Rivera y Oriol, hijo del alcalde de Jerez ya fallecido Miguel Primo de Rivera y Urquijo y sobrino nieto mayor del fundador de la Falange a sus 58 años.
De aprobarse en los términos en que ha salido de la mesa del Consejo de Ministros para su tramitación en las Cortes, la futura Ley de Memoria Democrática tendría otra consecuencia para los Primo de Rivera: la pérdida del ducado de Primo de Rivera, concedido por Franco a José Antonio a título póstumo el 18 de julio de 1948 y que Fernando María ostenta desde julio de 2020 tras el fallecimiento de su padre. El texto abre la puerta a la supresión de los títulos nobiliarios que, concedidos entre 1948 y 1978, "representen la exaltación de la Guerra y la dictadura". Sí conservaría el marquesado de Estella, otorgado en 1877 por el rey Alfonso XII al capitán general Fernando Primo de Rivera y Sobremonte y que el sobrino nieto mayor de José Antonio ostenta desde que a principios de los años 70 se lo cedió su progenitor.
"El Gobierno no ha contactado con nosotros"
"Nosotros no vamos a decir nada hasta que sepamos algo. El Gobierno no ha contactado con nosotros y sólo sabemos lo que ha salido en los medios. Esta misma cantinela tuvo lugar hace tres años por la ex vicepresidenta Carmen Calvo y nadie contactó con nosotros. No tenemos nada que decir ni que hacer", excusa cortésmente Miguel Primo de Rivera y Oriol, hermano de Fernando María. Él fue el tercero de los nueve hijos del matrimonio formado por Miguel Primo de Rivera Urquijo y María Oriol Díaz de Bustamante, hija del ministro de Justicia secuestrado por los GRAPO el 11 de diciembre de 1976 (Antonio María de Oriol y Urquijo).
Aunque la familia se ha mantenido siempre lejos de los focos, José Antonio Primo de Rivera Urquijo acepta en conversación con este diario abordar algunas de las cuestiones que esta semana han desempolvado la aprobación de un proyecto de ley que tiene aún por delante un azaroso camino legislativo. "A mí me parece que esa ley es una forma de camuflar otros temas más importantes y que afectan más a España, como el paro. La memoria histórica va solamente en una dirección. A mi padre le mataron a dos hermanos en Paracuellos y de eso, en cambio, no se habla aunque también están desaparecidos. No se habla de los muertos de la derecha, bueno, por llamarlos de la derecha, los del otro bando", opina.
"Todo esto me parece completamente ridículo", agrega José Antonio, el único pariente que, junto a su hijo, mantiene el nombre de pila del falangista. El martes, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, el flamante ministro de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, Félix Bolaños, reconoció que tratará de pactar el traslado de su osamenta con sus allegados. "Hablaremos con la familia, es la manera más sencilla de cumplir la ley", anticipó.
Sus parientes insisten en que nadie del Gobierno se ha puesto aún en contacto. "No hemos recibido ninguna llamada y esperaremos a que se produzca. En todo caso, lo único que pueden hacer es cambiarlo de sitio. No pueden sacarlo del Valle porque él es una víctima de la guerra", arguye José Antonio. "Y ya lo han dicho los propios socialistas. Lo único que quieren hacer es cambiarlo de ubicación para que no esté en un sitio preeminente", subraya. En cualquier caso, será cuando el teléfono suene, cuando la familia se reúna y decida.
No queremos tener la misma actitud que la familia Franco, darle tanta publicidad en la prensa
JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA URQUIJO
"Más o menos, ya lo hemos hablado", confiesa José Antonio, reacio a hacer público el resultado de las deliberaciones. "Por ahora, queremos ser discretos y estar callados. No queremos tener la misma actitud que la familia Franco, darle tanta publicidad en la prensa. Nunca hemos hablado del tema en la prensa y lo vamos a seguir manteniendo", advierte. Sus descendientes admiten que el estado de la sepultura podría estar en peores condiciones que las de Franco. "Debe ser bastante malo porque lleva bastante más años allí", intuye.
El escenario más probable es que, a diferencia de lo que sucedió con el caudillo, sus restos apenas se muevan unos metros. "Salvo que la familia decidamos sacarlo de ahí, pero el Gobierno tiene obligación de dejarlo en el Valle [de los Caídos]. Otra cosa es que lo dejen en una esquina, metido ahí de cualquier forma", apunta José Antonio, que reconoce visitar la tumba con cierta periodicidad y venerar a su antepasado. "Era un arquetipo", replica. "Fíjate el poco tiempo de vida que tuvo. Escribió tanto que es muy difícil decantarse por algo. Es todo una maravilla. Yo destaco su humanismo y su idea de España. Tiene un artículo de hace muchos años sobre Cataluña que está saliendo por las redes porque está de plena actualidad", desgrana.
"Escribió tanto que es muy difícil decantarse por algo. Es todo una maravilla. Tiene un artículo de hace muchos años sobre Cataluña que está saliendo por las redes porque está de plena actualidad"
JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA URQUIJO
En una tribuna publicada en La Nación en 1934, Primo de Rivera escribía a propósito de otro desafío soberanista. "Mientras los nacionalistas catalanes caldean el ambiente en Barcelona, no hay en Madrid nacionalistas españoles que proclamen a gritos la resuelta voluntad de mantener unida a España", lamentaba. Para su tocayo, no existe hoy nadie a su altura. "¿Un político actual heredero de José Antonio? Ni de coña (sic). No hay ninguno que le llegue ni a la suela de los zapatos, porque unos se identifican con la derecha y otros con la izquierda. José Antonio decía que no había ni derechas ni izquierdas", sostiene.
Su familia considera que el fundador de la Falange debió sentir cierto alivio el 24 de octubre de 2019, cuando los restos de Franco salieron en helicóptero de la basílica de Cuelgamuros rumbo al cementerio de Mingorrubio-El Pardo y dejaron de compartir espacio. "Si hubiera sabido que estaba enterrado junto a Franco, le hubiera dado un yuyu", esboza. "José Antonio no hubiera querido que se utilizaran sus ideas de aquella forma. La Falange acabó en noviembre de 1936, con su fusilamiento. José Antonio no podría haber convivido con Franco. No tenía una buena relación con él y no hubiera sido posible. No hubieran sido capaces de convivir porque eran personas con mucho carácter", aduce.
"Lo del título nobiliario es otra ridiculez, como todo lo que tiene que ver con la memoria histórica, un tema que ya estaba olvidado con Felipe González. La historia juzgará todo esto", esboza José Antonio. "Ya hubo una reconciliación. En 1975 hubo una transición. Me contaba Miguel Primo Rivera, que fue alcalde de Jerez, que le costó mucho ver a Santiago Carillo en el Congreso de los Diputados pero que qué iba a hacer. Carrillo era diputado y él senador y estaban ahí juntos y ya está".
El actual José Antonio Primo de Rivera, quien preserva su nombre y apellidos como si fuera una réplica, aventura que, en caso de despertarse y levantar la cabeza, su antepasado más ilustre -colocado ahora en el centro del debate por el proyecto de Ley- optaría por una solución salomónica. "Volvería a meter la cabeza. Diría: 'en qué lío os habéis metido", bromea.
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