Hace justo dos siglos existió una provincia que lindaba al norte con la de Oviedo; al este con la de León; al sur con la de Zamora y por el oeste con las de Lugo y Orense. Una “tierrina” moldeada por los valles de la cuenca del río Sil, arropada por las montañas, donde el “chisme” es una palabra comodín y no es sinónimo de cotilleo y se bebe la versión alegre de la “limonada”, a base de vino tinto. Con una minería que ya es pasado, El Bierzo, una provincia fugaz disminuida hoy a comarca a caballo de varias regiones, trata de buscar su sitio entre un puñado de opciones. Que la dejen hablar, piden.
“Para salir de aquí tenemos puertos por todos sitios. Aquí hay que bajar y subir. Estamos rodeados”, dice gráficamente el historiador Miguel José García, autor del libro con el que el próximo octubre la comarca festejará el duocentésimo aniversario de su efímera designación como provincia. “Los padres de la patria, aquellos diputados liberales, lo vieron muy bien. Es una zona geográfica perfectamente delimitada. Cuando dan el tiempo en la tele, es la única región delimitada claramente de España, una hoya entre Galicia y León”, detalla.
La provincia del Bierzo duró, ciertamente, dos telediarios. Nació en el trienio liberal, un suspiro que discurre entre el pronunciamiento de Riego y la invasión francesa de 1823. “Apenas un año y poco”, admite Miguel, más conocido en los confines bercianos como “Jota”. “La provincia fue aprobada por las Cortes el 15 de octubre de 1821 pero el decreto oficial no se publicó hasta el 22 de enero del año siguiente. En julio de 1823 llegaron los franceses, los famosos cien mil hijos de San Luis más los absolutistas, los llamados facciosos”, asevera.
Ahí acabó todo. Hasta nuestros días. “En realidad, El Bierzo siempre fue provincia. Lo que pasa es que no fue lo que llamamos una provincia moderna, como las de hoy con su diputación o gobernador, pero en el Antiguo Régimen sí fue partido del reino de León”, matiza el historiador. Agraciada con un microclima mediterráneo, la tierra del “botillo” -el manjar local, una tripa del intestino grueso del cerdo rellena con los restos de huesos del costillar y adobados con pimentón- vive hoy a caballo de dos provincias y dos comunidades autónomas. La mayoría de sus municipios pertenecen a León. Los menos, como Valdeorras, a Orense.
"El Bierzo no es la esquina de ninguna autonomía, ni de la de León ni de Galicia o Asturias"
IVÁN ALONSO, SECRETARIO GENERAL DE COALICIÓN POR EL BIERZO
Un presente demediado que busca su acomodo territorial. “En el siglo XXI queremos poner encima de la mesa que El Bierzo no es la esquina de ninguna autonomía, ni de la de León ni de Galicia o Asturias”, replica a El Independiente desde Ponferrada Iván Alonso, secretario general de Coalición por el Bierzo. La formación, fundada hace seis años, obtuvo en 2019 25 concejales en la comarca y dos representantes en el Consejo Comarcal de El Bierzo, una institución creada en 1991 e integrada por 38 municipios. “Lo que proponemos es que El Bierzo sea el centro estratégico del Noroeste de España, pivotando entre todas estas autonomías, pero siendo una región con una entidad propia y muy fuerte”.
Un pasado bajo tierra
Sus reivindicaciones actuales enraízan en la historia, desde los tiempos en los que era el “Partido de Ponferrada”, uno de los cuarenta que componían el Reino de Castilla. “Siempre nos hemos sentido un territorio singular, por decirlo así. Tenemos unas peculiaridades que no tiene el resto de territorios de la provincia de León”, indica a este diario Patricia Pérez, presidenta del Instituto de Estudios Bercianos, la institución que desde hace seis décadas protege el patrimonio y la cultura de la zona. “Quizás también nos condiciona vivir en un territorio que, a nivel geográfico, es muy diferente a otras partes de Castilla y León y por la proximidad que tenemos a otras regiones, como Galicia y Asturias”.
Toda esa historia nos ha llevado al momento en el que estamos ahora, bastante agridulce. Estamos viviendo un proceso de desindustrialización completo
Patricia Pérez, presidenta del Instituto de Estudios Bercianos
Un pasado que engarza con un presente negro, tanto como el carbón. “Tenemos una historia muy rica, desde la época prehistórica, pasando por un pasado medieval muy intenso y una edad contemporánea donde la minería y la siderurgia se instalaron aquí, aprovechando nuestras montañas”, glosa Pérez. “Toda esa historia nos ha llevado al momento en el que estamos ahora, bastante agridulce. Estamos viviendo un proceso de desindustrialización completo. Están cerrando empresas que, en su momento fueron, punteras y las minas han echado el cierre en su práctica totalidad”.
La última explotación minera de la comarca, el pozo Salgueiro, bajó las persianas en noviembre de 2018. Con el adiós a su kilómetro y medio de galerías, repartidas en tres plantas, también se extinguió el siglo en el que las minas de carbón fueron el motor económico de El Bierzo. Cerca de tres años después, la región sigue barruntando el futuro. La agricultura y el turismo son sus bazas. Un estudio realizado hace más de un lustro alertaba de que la renta familiar per cápita se situaba a doce puntos de la media de la comunidad autónoma. Las prejubilaciones anestesian hoy las estadísticas.
Hacienda propia y más autonomía
“No puede ser que las políticas que afectan a El Bierzo se decidan a más de doscientos kilómetros en un territorio mesetario completamente distinto a la realidad berciana. Lo mismo sucede con León, que está a ciento y pico kilómetros y es otra realidad completamente distinta. Nuestra economía se basa en temas que para nada tienen que ver ni son compatibles con las estrategias de León o Valladolid”, arguye Alonso, partidario de avanzar en la autonomía del consejo comarcal, a imagen del consejo general del Valle de Arán, en Lérida.
“Queremos dar un paso más y tener una hacienda propia, una elección directa del consejo que hasta ahora no lo es y empezar a prestar servicios en zonas deprimidas, despobladas y envejecidas”, enumera el líder de un movimiento autodenominado “regionalista”. “No entendemos que existan fronteras administrativas con territorios de Galicia para determinados servicios como la sanidad, la educación, las industrias y las nuevas infraestructuras. Y por esa razón tenemos sin desarrollar la autovía Ponferrada-Orense o no pasa la alta velocidad. Tardamos dos horas en llegar a León desde Ponferrada y se necesita ir allí para hacer determinados trámites administrativos”, denuncia.
“Lo que pedimos es que los bercianos puedan opinar. Hasta ahora nadie les ha preguntado el encaje territorial que desean. Estamos aquí en esta autonomía porque Rodolfo Martín Villa en su día dijo que había que hacer una autonomía más grande que Portugal”, añade el político. Encasillar a El Bierzo resulta tarea harto difícil. Hay muchos Bierzos en El Bierzo. Y no es un tópico. “Date cuenta de que ni siquiera es una comarca. Son muchas comarcas”, comenta “Jota”.
Y lo ilustra tirando de biografía: “Yo soy de Ponferrada pero la familia mía es de la zona de Villafranca. Allí se habla y se piensa en gallego. Es muy diferente a la zona que va más para Castilla, más para León o más para Asturias, que también la hay. Históricamente son unos 4.000 kilómetros cuadrados en los que hay partes que tiran más por un lado o partes que tiran más hacia el otro”. Y ese “tirar” hacia uno u otro flanco explica también que las opciones sean diversas, tanto como las vecindades y sus temperamentos.
Las tres vías
El Bierzo es hoy la única comarca reconocida por ley en Castilla y León. Y mañana, podría ser quién sabe qué: la décima provincia de Castilla y León; la quinta provincia de Galicia o la segunda provincia de la utópica región de León. A principios de este año el Bloque Nacionalista Galego, en coordinación con Coalición por el Bierzo, presentó una propuesta de adhesión de El Bierzo a la Xunta. La Proposición No de Ley, que instaba a explorar las opciones de encaje de El Bierzo, fue tumbada en abril con los 52 votos de PP y PSOE.
El partido de Alonso, no obstante, asegura mantener abiertas todas las opciones. “Lo que tenemos claro es que los bercianos tienen que expresar su opinión. Empecemos por una encuesta”, propone. “Nosotros abrimos el abanico. Hemos votado a favor de las tres opciones. En el ayuntamiento de Ponferrada se presentó una moción a favor de hacer una consulta para ser la décima provincia de Castilla y León. También lo hemos hecho a favor de ser una provincia dentro de una autonomía leonesa y apoyamos la moción del BNG. Las tres posibilidades la dejamos abiertas en el partido aunque a día de hoy la mayoritaria es la vía gallega. Lo que sí que está claro es que existe un desapego con la actual administración autonómica”.
Con el leonesismo también ejercitan los recelos. “Los leonesistas son tan nacionalistas como los que más. No es malo pero hay que llamarlo como es. Tenemos relaciones normales y corrientes con ellos. Intentan impulsar la decimoctava autonomía de España y nosotros lo que le decimos es que si intentas impulsar una autonomía, tienes que respetar lo que una parte de lo que consideras tu territorio quiere. Y hasta ahora esto no ha sido así. Que respeten que, si ellos quieren su autonomía, nosotros queremos nuestra provincia. La modificación constitucional es tan grande para crear una nueva autonomía como para una nueva provincia y no pueden arrastrarnos a su proyecto si los bercianos no quieren”, aclara Alonso.
Quizás la solución no es la provincia. A mí me parece algo obsoleto, incluso colonial
Miguel José García, historiador
Huérfanos de un camino preciso, afloran todas las opiniones. “Quizás la solución no es la provincia. A mí me parece algo obsoleto, incluso colonial. Para el siglo XIX estaba muy bien porque había que articular el país de algún modo, pero hoy se podría buscar otro sistema, llámale cantonal o autonómico”, opina “Jota”, el historiador. Sea como sea, el sentimiento ha prevalecido. “He visitado recientemente Játiva y Calatayud, que también fueron provincias, y no existe este sentimiento que uno encuentra en El Bierzo”, apostilla.
“La provincia de El Bierzo fue algo tan efímero que ojalá hubiese tenido mayor continuidad. Por lo menos, para saber si el hecho de ser una provincia con una idiosincrasia propia nos hubiese servido para tener otras otras posibilidades económicas y sociales”, medita Pérez. “Uno de los problemas que hubo en la provincia de El Bierzo fue la rivalidad entre los diferentes municipios. Ahora mismo lo más importante es la colaboración. Si pensamos en dividir, nos vamos a quedar solos y aislados”, recalca.
En la comarca en la que reina la Virgen de La Encina -con sus dos procesiones, la de los nazarenos y la de las mujeres de mantilla-, cada pascua sus paisanos se van a “matar judíos”, esto es, a beber limonadas que -ya saben- que precisamente aquí no es agua con limón. Por estos lares, aún se recuerda cuando fueron oficialmente provincia aunque lo fueran tan poco tiempo que apenas sí vieron la diferencia de serlo. “Muchas provincias han ido cambiando a lo largo del tiempo. Han aparecido nuevas y unas han pasado de un lado a otro. En El Bierzo nos hemos quedado en la periferia de la periferia”, murmura “Jota”.
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