Llegará un momento en que PP y Vox deban alcanzar un equilibrio y enterrar el hacha de guerra para firmar una hipotética coalición electoral a nivel nacional que consiga desbancar a Pedro Sánchez. Pero ese momento aún no ha llegado. En los cuarteles generales de ambos partidos la posición es la de ruptura total, y la estrategia pasa por acentuar las diferencias discursivas, ideológicas y programáticas entre ambas 'derechas' con diferentes objetivos: el de los populares, extender al máximo el balón de oxígeno de las elecciones madrileñas; y el de Abascal, recuperar el terreno electoral perdido en favor del PP desmontando el discurso de la "alternativa" de Pablo Casado.
Mientras el PP ha optado por "ignorar" a Vox, según señalan fuentes del partido, Vox ha pasado a la confrontación directa por muy diversas cuestiones. Y el último gran choque entre ambos partidos puede producirse en los próximos días, a cuenta de la situación en Afganistán tras la caída del país en manos de los talibanes y la crisis humanitaria que está por venir. El líder de Vox, Santiago Abascal, dejó claro este martes cuál sería la posición de su partido ante la acogida de los miles de refugiados que tratan de salir desesperadamente del país. "Los afganos que huyen del terror talibán deben ser acogidos en los países musulmanes limítrofes, aunque el consenso de los políticos progres pretenderá ahora que sean los europeos los que sufran las consecuencias", escribía el dirigente en Twitter.
Las declaraciones de Santiago Abascal chocan no sólo con el llamamiento de otras fuerzas políticas, como Podemos o Ciudadanos, a la acogida de refugiados, sino que ha activado una nueva cuenta atrás para el enésimo choque con el PP que, de nuevo, puede tener consecuencias para los acuerdos que ambos partidos mantienen en distintas comunidades autónomas, empezando por Madrid. De hecho, la región presidida por Isabel Díaz Ayuso ya se ha puesto "a disposición" del Estado para acoger a los afganos que soliciten asilo a la Unión Europea y la de Madrid, según aseguró ayer mismo el consejero de Transportes e Infraestructuras, David Pérez, será la de una "posición leal de colaboración" con el Gobierno en esta materia.
La vicealcaldesa de Madrid, Begoña Villacís, también anunció a principios de semana que el Ayuntamiento de la capital ofrecerá 12 plazas -ampliables a 100- del centro de acogida temporal de Las Caracolas, en Vallecas, como primera iniciativa para responder a la crisis afgana. De entrada, todas estas propuestas no han sido bien recibidas por Vox, que ya denuncia en La Gaceta de la Iberosfera -el periódico lanzado por la Fundación Disenso, que preside el propio Abascal- que PP y PSOE compartan posición en cuanto a la acogida de refugiados. En este punto, algunos dirigentes de Vox han denunciado en redes sociales las "terribles consecuencias del buenismo" hilando la situación que vive Afganistán con el cuarto aniversario del atentado yihadista en Barcelona.
La gota que colma el vaso
Pero el vaso de la paciencia de Vox ya estaba rebosando por las afrentas que en las últimas semanas han librado con los de Pablo Casado, a cuenta por ejemplo del 'certificado Covid' que defienden algunas autonomías del PP y, sobre todo, la declaración de Santiago Abascal como persona non grata en la ciudad de Ceuta -con la abstención de los populares encabezados por Juan Jesús Vivas-, que ha terminado en ruptura -casi- total en las autonomías donde conviven ambas fuerzas. Para los populares, las amenazas de Vox no responden más que al "nerviosismo" que detectan en el partido situado justo a su derecha por la caída que registran en los sondeos. Y Vox insiste, no obstante, en que los últimos acontecimientos dibujan un "punto de inflexión" en su relación con el PP, y exigen a Pablo Casado aclarar más pronto que tarde su posición respecto a Vox: la de ruptura o la de acuerdos sin complejos. Y recuerdan: llegar a la Moncloa "será con Vox o no será".
Sin embargo, para los de Santiago Abascal el choque de trenes que se ha producido en julio y agosto será sólo el aperitivo de la ofensiva que preparan a partir de septiembre. Abascal ya ha amagado con el divorcio definitivo entre ambas fuerzas, pero aún no lo ha firmado. Ha decidido esperar a que el PP "repare el daño", en este caso en Ceuta, donde Vox ha presentado una propuesta para revocar la declaración que afecta al presidente del partido y que se debatirá aproximadamente en un mes, en cuanto se reanude el período de sesiones. El órdago es sencillo. Si el PP no da marcha atrás y se reafirma en la abstención habrá consecuencias en aquellos territorios donde los populares dependen de Vox para gobernar, véase la Comunidad de Madrid, Andalucía o Murcia.
La advertencia de Vox se materializará en un momento especialmente delicado: tal y como publicó El Independiente, Isabel Díaz Ayuso espera tener sus primeros presupuestos regionales listos este mismo otoño, concretamente antes de que finalice octubre. La baronesa popular deberá negociar con Vox en el peor momento posible para conseguir el visto bueno de la Cámara regional, y los de Santiago Abascal no ocultan que condicionarán de modo alguno las cuentas públicas madrileñas -y también las andaluzas- ante la afrenta planteada por el PP en Ceuta. Una de las posibilidades que se plantean en Vox es exigir a los líderes autonómicos del PP que se posicionen sobre lo ocurrido en la ciudad autónoma y enmienden públicamente la decisión de sus compañeros de partido antes de sentarse a abordar cualquier acuerdo.
Vox tampoco le pondrá las cosas fáciles al presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno ya que, como declaró el portavoz del grupo parlamentario de Vox en el Parlamento regional, Manuel Gavira, en una entrevista para El Independiente, "las relaciones entre PP y Vox están muy dañadas", aunque acudirán si el barón popular descuelga el teléfono y les llama para negociar unos presupuestos que Moreno está dispuesto a aprobar, pese a la amenaza de un posible adelanto electoral.
Allí, Vox ya ha cumplido más de una vez sus amenazas y dejó caer dos proyectos clave de la legislatura del presidente del PP: la Ley de Impulso para la Sostenibilidad del Territorio -conocida como ley del suelo- y la de Salud Pública, que la Junta quería reformar para controlar la expansión de los contagios por coronavirus. ¿El motivo? La decisión de Moreno de acoger a inmigrantes menores no acompañados en Andalucía para aliviar el desbordamiento migratorio que sufrió Ceuta hace unos meses y que puede servir de precedente ante la crisis de refugiados por la caída de Afganistán en manos de los talibán.
Así las cosas, los de Santiago Abascal no dudan en que harán valer su posición en los parlamentos autonómicos, y aprovecharán la dependencia del PP en todos ellos para marcar agenda y acentuar las contradicciones de su discurso. Y dibujan otras líneas rojas que ampliarán este otoño, como la negativa a aceptar "revoluciones verdes" en las cuentas públicas autonómicas o partidas dirigidas a políticas de género.
¿Otra moción en otoño?
El PP tiene clara cuál es su respuesta a esta cuestión: no habrá una moción de censura encabezada por Pablo Casado, ni en otoño ni en lo que resta de legislatura. Pero Vox mantendrá la presión sobre los populares también en la arena nacional y reactivará a la vuelta de las vacaciones el órdago de la moción contra Pedro Sánchez que, a su juicio, debe encabezar el primer partido de la oposición, una petición que en esta ocasión apoyarían los nueve diputados con los que Ciudadanos cuenta en el Congreso de los Diputados.
Según pudo saber este medio, Vox sopesa en todo caso presentar su segunda moción de censura en caso de que el PP no dé el paso porque "no puede no haberla", aún sabiendo que la aritmética parlamentaria hace imposible que triunfe una iniciativa de estas características. La que defendió Santiago Abascal hace casi un año finalizó con una amarga ruptura entre PP y Vox, al entender los populares que la iniciativa del partido situado a su derecha no tenía otro objetivo que el de retratar a Pablo Casado, y no a Pedro Sánchez. "Hasta aquí hemos llegado", zanjó el jefe de la oposición.
'Viva 21', el contrapunto a la Convención del PP
Pablo Casado lleva meses trabajando en la convención política que el PP celebrará el 2 y 3 de octubre en Valencia, y que servirá no sólo como la presentación del jefe de la oposición como presidenciable, sino como punto de origen de una larga precampaña electoral en la que el PP quiere definir ya programa y equipo para llegar a la Moncloa.
Sin embargo, hace unas semanas Vox anunció que celebraría su IV Vistalegre tan sólo una semana después del gran acto del PP, que los de Abascal plantean como contrapunto a la Convención de Casado y la de otros partidos en las que "hablan de agendas ideológicas que no aportan soluciones" sino que "dividen a los españoles". Con este movimiento, Vox plantea la enésima batalla del otoño con sus homólogos del PP con una convocatoria que puede desviar el foco del acto político más importante para Pablo Casado desde que se hizo con las riendas del partido. El acto, que recibirá el nombre de 'Viva 21', aún no tiene ubicación pero promete ser tan multitudinario como las anteriores ediciones del congreso. Así, en pleno auge del PP, Vox explotará de nuevo una de sus principales prerrogativas: su capacidad de convocatoria, superior no sólo a la de los populares, sino a la de la mayoría de fuerzas políticas.
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