El nuevo curso político arranca marcado por las desavenencias en el seno del Gobierno de coalición y por la incipiente negociación de los Presupuestos Generales del Estado. La progresiva recuperación económica tras el impacto de la crisis del Covid es la baza a la que Sánchez fía su permanencia en Moncloa tras las generales de 2023, y unas nuevas cuentas públicas no harían sino allanar el camino del actual Ejecutivo durante la recta final de su legislatura, con el impulso añadido de la inyección de los fondos europeos de los que España ya ha recibido un primer pago de 9.000 millones de euros.
El deterioro de las relaciones entre PSOE y Podemos no parece impedimento para que el ala socialista de Moncloa, según fuentes gubernamentales, mantenga el objetivo de aprobar las cuentas de 2022 "en tiempo y forma", lo que implica su presentación en el Congreso de los Diputados antes del 30 de septiembre. La ronda de contactos con los grupos parlamentarios, presuponiendo un principio de acuerdo con la formación morada, debería comenzar en cuestión de semanas. En el Ejecutivo suscriben que se priorizará a aquellas formaciones "que durante la legislatura han mostrado su compromiso con las políticas progresistas y han apoyado las cuentas otros años", aunque en los planes de Sánchez también entra intentar de nuevo un diálogo con Ciudadanos.
Aunque "la confianza es débil", tal y como suscriben fuentes de la dirección del partido naranja, la posición del partido de Inés Arrimadas es la de "esperar" y "escuchar" lo que les tiene que decir Sánchez acerca de los próximos Presupuestos Generales cuando éste descuelgue el teléfono.
El escepticismo es palpable, pero Ciudadanos se niega a autodescartar su huella de las próximas cuentas públicas a pesar de que hace tan sólo un par de meses parecía que todos los puentes entre los liberales y el Gobierno habían saltado por los aires por la aprobación de los indultos. Ciudadanos ya advirtió que aquella decisión conllevaba un "punto de inflexión" en unas relaciones que, hasta entonces, se habían mantenido más o menos en pie. Arrimadas volvió a posicionarse en el bloque de Casado y Abascal, promoviendo incluso una moción de censura contra Sánchez quien, a su juicio, había cruzado una "línea roja" que Ciudadanos, un partido nacido como ariete contra el independentismo catalán, no podía tolerar.
Con todo, en la dirección liberal mantienen la mano tendida al Gobierno para pactar unas cuentas "moderadas" y "sensatas" para 2022 incluso aunque, de momento, Sánchez "haya optado por otras vías" y el nuevo equipo gubernamental del presidente haya decidido priorizar a ERC, Bildu y PNV en la negociación. Pero si sale mal, deslizan, la puerta naranja seguiría entreabierta.
"Si me preguntan si vamos a tratar de mejorar los Presupuestos Generales este año, la respuesta es que por supuestísimo. Somos un partido responsable. Intentaremos convencer al Gobierno de que nuestras propuestas son buenas", aseveró el portavoz de Ciudadanos, Edmundo Bal, el pasado lunes. Y defendió la postura de su partido frente a los que el año pasado se cerraron en banda a intentar cualquier suerte de acuerdo con el Gobierno -en alusión a PP y Vox- recordando que el partido naranja consiguió arrancar a Sánchez compromisos "relevantes" como la tarjeta sanitaria única o que no subiera el IRPF.
Antes del choque de trenes a cuenta de los indultos, el acercamiento de PSOE y Ciudadanos había avanzado a pasos agigantados en los últimos meses. Importante recordar que, hace justo un año, Arrimadas estrechó la mano a Sánchez y ofreció sus diez diputados -ahora conserva nueve- para aprobar las cuentas públicas del presente ejercicio. Incluso accedió a compartir mesa de negociación con Unidas Podemos, lo que desató una fuerte contestación interna en el partido naranja que terminaría saldándose con importantes bajas en los meses posteriores. Pero Sánchez desdeñó la oferta de Arrimadas y decidió a última hora a coger la mano de ERC, una decisión que no disuade a la dirección de Ciudadanos de volver a intentarlo en las próximas semanas.
El interlocutor en este caso sería un viejo conocido para Arrimadas que ya consiguió estrechar lazos el pasado año con la dirección naranja. Félix Bolaños, convertido en 'hombre fuerte' del nuevo Gobierno de Sánchez, fue el encargado de negociar las sucesivas prórrogas del estado de alarma con Ciudadanos durante la pandemia. El nuevo ministro de la Presidencia tuvo también un papel protagonista en la operación que el PSOE pactó con los de Inés Arrimadas para desbancar al popular Fernando López Miras de la Región de Murcia, y que no sólo terminó en fracaso, sino que tuvo como principal consecuencia unas elecciones adelantadas en Madrid que se saldaron con la desaparición de Ciudadanos en uno de sus principales bastiones.
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