Que no se preste a equívocos. En esta tierra “prestar” no es “entregar algo a alguien durante algún tiempo” sino “gustar o agradar” sin más, sin opción de ser restituido ni devuelto. Cuando aquí “se aguanta más” es que, simplemente, se llega antes o se va más deprisa. En León, en los confines del “prestar” y “aguantar”, llevan años pidiendo un cambio de vínculos con Castilla, la otra mitad de una comunidad autónoma en la que, aseguran, sigue sin prestarle estar casi cuatro décadas después del inicio de la convivencia.
“No somos castellanos y estamos hartos de que en todos los sitios nos llamen castellanos porque no lo somos. Es que no lo somos. Y, claro, esto es muy duro para nosotros”, confiesa Luis Mariano Santos, secretario general de la Unión del Pueblo Leonés (UPL), en conversación con El Independiente.
Santos es el único procurador de la formación en las Cortes de Castilla y León, una gota de agua en un océano de 81 diputados. Su partido, establecido en 1986 con el afán de soltar amarras con la mitad castellana, mantiene 152 de los 3.144 concejales a los que aspiraría en las provincias sobre las que reclama la región leonesa: León, Salamanca y Zamora.
Un sentimiento transversal
“El leonesismo es algo transversal. Ojalá fuéramos capaces de captar todo ese voto pero resulta evidente que no lo estamos logrando”, vocea Santos. En el invierno de 2019 UPL inauguró una ofensiva de mociones a favor de la autonomía leonesa ante las corporaciones municipales que han conseguido despertar una demanda dormida.
“Es cierto que el sentimiento ha estado un poco adormecido en los últimos años pero siempre ha estado ahí. Prueba de ese descontento es que UPL ha sido durante años la tercera fuerza en León”, subraya el político. En su renovado empuje, han contado con la inestimable colaboración del alcalde de León, el socialista José Antonio Díez.
“Los leoneses llevamos cuarenta años sufriendo y padeciendo las consecuencias de la auténtica cacicada que se hizo imponiendo la comunidad autónoma de Castilla y León sin dejarles marco para su identidad”, declaró Díez el pasado julio. Sus reivindicaciones constantes llevaron a UPL a presentar en diciembre de 2019 una moción a favor de la autonomía leonesa que en el consistorio leonés halló la complicidad del PSOE y Podemos y concitó el rechazo del PP y Ciudadanos.
LA ESPAÑA CENTRÍFUGA
En la patria de Casado, el PP vota sí
Aquel mismo día, con apenas unas horas de diferencia, la moción desembarcó en el pleno municipal de Matadeón de los Oteros, el pueblo leonés de 232 habitantes del que procede la familia paterna de Pablo Casado, presidente del Partido Popular.
“Estamos acostumbrados a que a veces haya gente de otros partidos que se suba al carro leonesista y, ante las declaraciones del alcalde de León, mi partido decidió elaborar esa moción”, explica a este diario Miguel Ángel Lozano, alcalde de Matadeón, en manos leonesistas. “Aprovechamos que aquella misma jornada teníamos pleno y presentamos la moción aquí”, recuerda. En Matadeón, de la que también dependen de tres pedanías, el pleno votó por unanimidad a favor de la constitución de la decimoctava comunidad autónoma española. El único concejal de la oposición, del PP, también se subió al tractor, entre las críticas de su formación.
Creo que Casado no conoce en profundidad el problema de León. Si lo conociera, cambiaría de opinión
Miguel Ángel Lozano, alcalde de Matadeón de los oteros
Casado, que se dejó fotografiar en el páramo hace dos años trepando por un tractor, también se enroló en la polémica el pasado junio. “Ahora dicen que tienen derecho a decidir. ¿Derecho a decidir el qué? Lo que tenemos derecho es a que no decidan por nosotros y esto no lo hago solo porque sea Cataluña. Lo haría si esto fuera en Cartagena y quisieran volver a montar el cantón de Cartagena un siglo después. O lo haría en León, que por cierto es la tierra de mi padre, si ahora de repente la UPL quisiera la escisión de la autonomía de Castilla y León”, manifestó. “Creo que Casado no conoce en profundidad el problema de León. Si lo conociera, cambiaría de opinión. Hemos perdido 80.000 habitantes en la provincia y estamos en la cola de todo”, responde Lozano.
El llamativo respaldo del concejal popular en la patria paterna de Casado, donde residen aún sus tíos, ya no es una excepción. “Está siendo un camino difícil porque nos hemos encontrado enfrente al PP y el PSOE, intentando coartar la libertad de sus propios concejales”, denuncia Santos. “Esa orden expresa de los grandes partidos, sin embargo, ha sido desoída por la mayoría de los concejales. Hemos sumado a concejales de Vox, Podemos, Izquierda Unida, PSOE y PP”.
Con una pandemia por medio, el apoyo de los ayuntamientos está ya cerca de superar a la mitad de la población de la provincia de León. Algunas localidades de Salamanca y Zamora, pocas, también han secundado la propuesta. “Son plazas más complicadas porque no tenemos tanta implantación política”, admite el secretario general de UPL.
Agravios e historia, las semillas
Pasado y presente se entrecruzan en la nueva singladura por la que apuesta León. Historia y agravios recientes han tupido una red que, con los ecos lejanos del “Brexit”, exige un “Lexit”, una salida ordenada del mastodonte de Castilla y León. “Históricamente siempre hemos sido dos regiones diferentes, León y Castilla. Todo viene desde la Edad Media, desde que nace el Reino de León en el año 910. Ya entonces existía el condado de Castilla, que en un principio pertenece al Reino de León al igual que el Condado Portucalense, que luego forma Portugal”, evoca Carlos Javier Salgado, presidente del Colectivo “Ciudadanos del Reino de León”.
“La situación fue cambiando pero eran oficialmente reinos diferentes, al menos sobre el papel. Es cierto que es en la alta Edad Media cuando el Reino de León tiene una mayor personalidad desde el punto de vista institucional pero eso no quita que después haya seguido existiendo, aunque haya sido con una pérdida progresiva de instituciones propias”, agrega Salgado, quien atribuye la sensación actual de parias a un cúmulo de factores. “La creación de las provincias en 1833 refuerza mucho el provincialismo y la región pierde peso”, arguye. “Aquí no existe una lengua regional con una fortaleza que pueda ser motor para la identidad, como sucede en Galicia, Cataluña o País Vasco”.
La España autonómica que sucedió a la dictadura franquista alumbró un proyecto de región de la que finalmente terminaron apeándose Santander y Logroño, constituidas en sendas autonomías uniprovinciales, las de La Rioja y Cantabria. En febrero de 1983 las Cortes Generales aprobaron el Estatuto de Autonomía de Castilla y León.
El texto no fue sometido a referéndum ciudadano, como sí ocurrió en otros territorios del país. “Unas 100.000 personas salieron a la calle en León a reivindicar entonces la región. La propia Alianza, germen del PP, presentó incluso un recurso de inconstitucionalidad. Casi todos los partidos estaban en contra, excepto el PSOE y la UCD. De ellos fue la idea de crear esta comunidad”, recalca Santos.
Es una región inmensa e ingobernable que no tiene absolutamente ningún sentido desde el punto de vista territorial y económico
Luis Mariano Santos, secretario general de la Unión del Pueblo Leonés (UPL)
Camino de cumplirse la cuadragésima efemérides, la unión de los dos viejos reinos continúa en la palestra, como un espiral interminable. “Es una región inmensa e ingobernable que no tiene absolutamente ningún sentido desde el punto de vista territorial, tampoco del económico”, alega el líder de UPL.
“Las provincias del oeste de la comunidad han ido perdiendo poder económico y puestos en todas las clasificaciones económicas, contándose entre las más despobladas y con menor tasa de actividad de España. Se ha consagrado un desarrollo a doble velocidad, donde prácticamente todo se centraliza en Valladolid y en ese eje político alrededor de la capital y Palencia”, detalla Santos.
La vía del bisturí
Para los acólitos de la causa leonesa, la única vía es recurrir al bisturí, desgajar lo que -en su opinión- jamás debió ser unido. “El artículo 143 de la Constitución respeta fundamentalmente las regiones históricas. Fue así en prácticamente todo el país salvo en la región leonesa. Para nosotros, resulta fundamental que León, Zamora y Salamanca tengan su propia comunidad autónoma”, establecen desde la formación leonesista.
Entre sus partidarios apuestan por un cese voluntario y pacífico de la convivencia, un divorcio en el que todos ganan. “En la medida en que se nos metió en una comunidad para la que no se consultó a la ciudadanía, lo suyo es que la cosa hubiese ido más o menos decente pero es que, encima, el invento está siendo malo para ambos”, asevera Salgado. “No está sirviendo para el desarrollo de ninguna de las dos regiones”.
Hemos tenido que ver cómics en los que unos prehistóricos dibujan los símbolos de Castilla y León o leer en libros de texto que los romanos llegaron a Castilla y León
Carlos Javier Salgado, presidente del Colectivo “Ciudadanos del Reino de León”
Una ruptura sin dramas al abrigo de una organización territorial, la española, que parece no tener fin. “No estamos hablando de romper España. Nosotros somos españoles y estamos encantados de serlo. Y no, no tenemos nada que ver con movimientos independentistas. Estamos hablando de una reivindicación territorial regional”, advierte, por si acaso, Santos.
Aclaración hecha, sin embargo, considera que “han caído ya muchos tabúes políticos” y que se trataría de “una reorganización de la actual comunidad autónoma”. “Entendemos que si es posible que se hagan mesas para hablar de la cuestión catalana, también resulta posible que se hagan mesas para hablar de otras cuestiones territoriales”, opina.
La demoscopia arroja cierta luz para entender el bosque. Algunas de las encuestas que se han realizado desde hace años desvelan que el sentimiento de arraigo autonómico se halla por debajo del 30 por ciento en Zamora, Salamanca y León. Unas cifras difíciles de hallar en otras comunidades.
“Y eso pese a que se invierte millón y pico de euros al año en una fundación que trata de crear conciencia de arraigo”, replica Salgado. “Hemos tenido que ver cómics en los que unos prehistóricos dibujan los símbolos de Castilla y León como si fuera un sueño o leer en libros de texto que los romanos llegaron a Castilla y León. Como mucho llegarían a la península ibérica”, insiste el dirigente de una de las asociaciones de la sociedad civil que mantienen vivo el anhelo de independencia autonómica.
En la tierra donde ir muy rápido es “embalarse” y llover poco se dice “pintear”, no parecen tener prisa por mudar de piel. Llevan casi cuatro décadas empapados. “Nacimos con este objetivo y sabemos lo difícil que es. No nos planteamos un horizonte. Somos incansables y entendemos que cada vez estamos más reforzados”, murmura Santos. “Nosotros no nos lo planteamos a corto plazo, pero lo vamos a intentar sin pensar si va a ser mañana, pasado, dentro de un año o dentro de dos. No vamos a cejar en nuestro empeño”, añade. Con la firmeza de “un arao”.
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