En la plaza todo estaba preparado desde primera hora. La Ertzaintza con su amplio dispositivo preparado para ‘blindar’ Mondragón. Los simpatizantes de Sare dispuestos a concentrarse en favor de una nueva política penitenciaria que impida ‘cadenas perpetuas encubiertas’ como la que denuncian que se le aplica a Henri Parot -4.800 años de condena por 39 asesinatos- y los simpatizantes de Vox arribando a la plaza banderas rojigualda e himnos en mano. Y en las calles, los jóvenes ‘antifascistas’, dispuestos a elevar la tensión.
En el centro de Arrasate, dos pancartas recuerdan cuál es su consigna. Los etarras ‘Unai, Arbe y Peixoto’ deben regresar “a casa”. También cuál es su objetivo esa mañana, “No sois bienvenidos, los fascistas a las llamas”.
Permanecieron toda la mañana sin que nadie osara tocarlas, menos aún retirarlas. A mediodía, ambas tuvieron una réplica inesperada. Una tercera pancarta, de tipografía y lema distinto, surgió junto a ellas para recordar por quién se había organizado la movilización de unos y otros: “Parot, hiltzaile’ (Parot, asesino), se podía leer en ella. Apenas duró una hora y provocó los reproches previsibles -“qué vergüenza…”- y terminó como se esperaba, arrancada. Poco después, por redes sus autores aparecían con una segunda pancarta para que el mensaje no pudiera ser arrebatado del todo. Pertenecían a la recién constituida plataforma ‘Ego Non’. En ella exhibían otra pancarta con el lema “Porque fueron asesinos, son presos”.
Ha sido su acción más visible. Hace apenas unos meses que surgieron. Su nombre resume su motivación. Recurren a la máxima latina, 'Etiam si omnes, ego non' (Aunque todos -lo hagan-, yo no). Su logo, una barra negra firma, ante seis barras rojas inclinadas, simboliza la resistencia y firmeza.
Rebelión civil ante la indiferencia
Sus mensajes, sencillos, se han plasmado en redes, artículos o pequeños actos simbólicos. Incluso mediante pequeñas pegatinas que tapaban ‘goras’ a ETA, emblemas de la banda o mensajes de apoyo a los presos. ‘Ego non’ (Yo no) se autodefine como una voz de la sociedad civil integrada por ciudadanos vascos y navarros cansados de que el conjunto de la sociedad mire hacia otro lado mientras se homenajea a presos de ETA, mientras se recibe como héroes a sus militantes a su salida de la cárcel o mientras los discursos de memoria de la izquierda abertzale intentan retorcer lo sucedido durante décadas de dolor.
“Nuestras calles son periódicamente decoradas con fotos de terroristas”, aseguran en su manifiesto fundacional, “nuestro espacio político está ocupado por adoradores de asesinos”, añaden, “y la reacción a esto es la indiferencia, la normalidad y el silencio”. Subrayan que no pertenecen a ningún partido, ni institución. Tampoco forman parte del colectivo de víctimas. Se presentan como meros ciudadanos a los que el terrorismo no atacó directamente pero que consideran que una década después del cese de actividad de ETA aún es necesario dar un paso adelante para frenar el apoyo que aún se brinda a sus presos y a su pasado.
“Vemos que, aunque la mayoría de la sociedad condena todo esto, persiste cierta inacción, cierta indiferencia en la gente. Gran parte de la sociedad sigue prefiriendo no meterse, no complicarse y no posicionarse. Nuestra asociación busca ofrecer una plataforma a la gente que no quiere mirar hacia otro lado, que quiere ser activa en su rechazo a todo lo que está sucediendo”, asegura Óscar Monsalvo, impulsor de la asociación 'Ego Non'.
Afirma que quienes pertenecen a ella han decidido dar “un paso al frente”. En su caso, todo comenzó vio una pancarta con el anagrama de ETA en su localidad. Una gran pancarta ante la que pasó una patrulla de la Policía Municipal de su localidad y no hizo nada. Fue una gota más: “Aquello me hizo pensar. Lo escribí en mi blog. Otro día vi cómo aparecían carteles con la imagen de los presos de ETA del pueblo y tampoco nadie decía nada, nadie se preguntaba por qué no se quitaban. Fue entonces cuando pensé que había que hacer algo más que escribir en un blog”. Los resultados de las últimas elecciones, terminaron siendo el último empujón para promover la iniciativa que el pasado sábado logró ‘contraprogramar’ una pancarta en Mondragón para recordar que Parot acumula 31 años de cárcel por su largo historial de asesinatos.
Ejercitar el 'yo no'
En 'Ego Non' invitan a la ciudadanía a “ejercitar el no” ante “la normalidad de los homenajes a etarras, ante la manipulación de la Historia y ante el olvido institucional”. Consideran que en los últimos años se ha caído en “pequeñas cesiones” convertidas ya en costumbre y hábito en una sociedad vasca y navarra que sigue mirando hacia otro lado: “Es necesaria la denuncia de lo que ha sido ETA, sin eufemismos”. Consideran que es necesario proclamar en la sociedad con mayor intensidad un “yo no”: “Un yo no justifico los asesinatos, yo no enaltezco a los asesinos, yo no apartaré la mirada sobre nuestra historia”.
Monsalvo recuerda que detrás de ellos no existe ninguna formación política, ni asociación de víctimas, tan sólo una incipiente rebelión civil, que aspira a “llamar la atención a la gente para que no esté con los ojos cerrados y que vea que se puede criticar algo que se ha convertido en normal, porque, nos guste o no, todo esto ya se ha hecho normal. Por eso tenemos que poder decir abiertamente que no lo apoyamos”.
Por el momento sus acciones son sencillas, su estructura también. Confían en poder contar con el apoyo de cada vez un mayor número de ciudadanos de todas las sensibilidades políticas "estamos abiertos a todos”. La proyección de documentales o la concentración en determinados actos serán a corto plazo otras de las acciones que proyectan.
“No es normal recibir con fuegos artificiales a quienes han asesinado a otros ciudadanos por motivos políticos. No es normal que cada poco tiempo veamos actos públicos de celebración, homenaje o recibimiento a quien decidió asesinar, amenazar o agredir”. Monsalvo defiende que además de una defensa de las víctimas también es necesaria una defensa de la dignidad y condena del horror y hacer como meros ciudadanos: “Existe un déficit como sociedad, todos tenemos que involucrarnos. Ese creo que puede ser nuestro valor, ser una voz cívica que se rebela contra todo lo que está sucediendo y que no quiere mirar hacia otro lado”.
Como profesor de Filosofía, asegura la juventud debe conocer lo sucedido. De su experiencia, señala que los jóvenes no son responsables de no conocer quién fue Miguel Ángel Blanco “el problema está en los adultos que no les cuentan todo eso asegurando que es tiempo de mirar al futuro”.
Una responsabilidad que también sitúa en las iniciativas de memoria promovidas por las instituciones y el entorno político: “Hay proyectos de memoria que son la antítesis de lo que deberían ser. Son políticas de memoria ambiguas, imprecisas y que evitan decir las cosas que hay que decir, llamarlas por su nombre. Evitan decir que éste hizo esto, éste resistió así, etc. En definitiva, poner nombre a quién hizo qué y quién no hizo qué”.
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