Será el décimo intento en Euskadi y el tercero en España. En ambos el resultado es previsible. No en el primero, sí en el segundo. La posición que EH Bildu defenderá en los dos procesos de negociación presupuestaria ahora en marcha ha comenzado con directrices similares a la que lo hicieron en todos los casos anteriores. En el PNV no confían en que la izquierda abertzale cambie y se avenga a facilitar las cuentas al Gobierno Urkullu, ni siquiera a tener un gesto y abstenerse. No les preocupa. La mayoría absoluta que ostentan PNV y PSE hace que no sean necesarios. En el PSOE de Pedro Sánchez, en cambio, confían en que EH Bildu siga siendo el aliado presupuestario que ya ha permitido sacar presupuestos al ejecutivo.
La relación política entre las dos formaciones nacionalistas no atraviesa por un momento que permita augurar un acercamiento. Tampoco las críticas que entre ellos cruzan a diario. El líder de EH Bildu, Arnaldo Otegi, acusó ayer al lehendakari de mantener una posición “absolutamente agresiva y beligerante” hacia ellos, subrayando la idea ante la sociedad vasca de que no es posible cerrar acuerdos con ellos. Tampoco faltaron críticas al PNV, un partido que actúa, dijo, con sesgos ‘machistas’ en política: “Si estás con él PNV puedes estar con él, mientras ellos tienen relación con todo el mundo”.
En el Congreso de los Diputados EH Bildu ya ha mantenido el primer encuentro con representantes del Ejecutivo y del PSE. La coalición de la izquierda abertzale no ha elevado ni la voz ni el precio, todo parece encarrilado y orientado a no poner barreras en el camino de Sánchez. Otegi no lidera ERC y no requiere por ahora lanzar órdagos ni amenazas. Bastará algún gesto, algún movimiento en materia social “para los trabajadores vascos” para que sus cinco escaños en la Cámara Baja liberen el paso.
Duro con Urkullu, leve con Sánchez
Ni siquiera los incumplimientos que con ellos ya acumula el Gobierno Sánchez parecen ser un problema. El acuerdo que hace un año y cuatro meses rubricaron para derogar íntegramente la reforma laboral y que Otegi exhibió como un trofeo que se debía cumplir, sigue en un cajón. Bildu ni siquiera impone su cumplimiento, Otegi se conforma con que al menos se supriman los “aspectos más lesivos, eso sí parece que puede ir adelante”. Formalmente, Bildu asegura que el voto favorable “aún no está decidido” y que esperará a conocer el proyecto presupuestario para posicionarse.
En Euskadi, en cambio, todo apunta a que nada variará, que el no volverá a ser el signo del voto. En el año 2019 el escenario estuvo cerca de cambiar. EH Bildu apuró la negociación hasta una tercera ronda con el Gobierno Urkullu y parecía que la tendencia podría cambiar. No lo hizo. Los contactos se rompieron en el último momento.
EH Bildu es el único partido que no ha variado su posición, que se ha mantenido firme en su a las cuentas de Urkullu desde que el expresidente del PNV accediera a la presidencia del Gobierno vasco. En 2012 Urkullu juró el cargo pero no logró ni mayoría en la Cámara ni apoyos suficientes para sacar adelante los que debían haber sido sus primeras cuentas. En 2013 el País Vasco se vio abocado a prorrogar los últimos presupuestos de Patxi López.
Nueve veces no
A partir de ahí, el PNV comenzó un proceso de cortejo hacia el PSE, su aliado tradicional en el frente no nacionalista, y que fraguó en un acuerdo parlamentario. De él, salió el apoyo a las primeras cuentas de Urkullu, que también apoyó el PP presidido por Alfonso Alonso. Los presupuestos de 2014 fueron el segundo no de EH Bildu. Después llegaron ocho más.
En estos años hasta Elkarrekin Podemos ha logrado virar. Lo ha hecho incluso en momentos delicados, como en 2020, cuando su respaldo permitió sacar adelántelas cuentas a Urkullu.
Sin embargo, en la izquierda abertzale niegan que su rechazo al PNV sea premeditado y buscado. Más aún, culpan a la formación de Andoni Ortuzar de mantener una actitud que impide el entendimiento. Muestra de ello es, según EH Bildu, el acuerdo de bases alcanzado para la negociación del nuevo estatuto vasco o los contactos y sintonía que se apunta ya para la negociación de la nueva ley vasca de educación.
No son muchos los apoyos que EH Bildu ha dado al Gobierno Urkullu ni al PNV. Y en algunos casos, como el relativo al nuevo estatus, finalmente ha sido más conflicto que acuerdo. El PNV optó por ignorar el documento y entenderse con su socio de Gobierno el PSE y permitiendo que la cuestión más espinosa, el derecho a decidir, sea enmendada en la propuesta de articulado.
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