"¡Aquí ya no cabemos!". Hace 26 años, José María Aznar clausuró el acto central del PP para las autonómicas y municipales de mayo de 1995 con estas palabras. Entonces, la Comunidad Valenciana ya iba camino de convertirse en uno de los principales graneros de papeletas azules. La ciudad del Turia no tardaría en convertirse en un talismán para el PP. Rita Barberá ya había conquistado el Ayuntamiento de Valencia, y Eduardo Zaplana hizo lo propio con la Generalitat a los pocos días de aquel gran cierre de campaña en la plaza de toros de Valencia, que precedió al histórico mitin de Mestalla, donde Aznar logró reunir a más de 55.000 personas antes de las generales de 1996, en las que el PP logró poner punto y final al mandato de Felipe González.
Eran otros tiempos. José María Aznar subía al escenario valenciano arropado por miles y miles de simpatizantes, en actos que desbordaban todas las previsiones y que estaban amenizados por figuras como Manolo Escobar o Julio Iglesias. Valencia no sólo traía suerte a los populares, sino que se convirtió en bastión electoral y ejemplo más representativo de la capacidad de movilización no sólo del PP de Aznar, sino también del de Rajoy. El último presidente del Gobierno tras la llegada de Sánchez a la Moncloa reventó también el coso valenciano en actos previos a generales, autonómicas y municipales: allí acudió en 2008, en 2011 y en 2015. En las dos últimas convocatorias, la foto se convirtió en noticia: 20.000 y 15.000 personas, respectivamente, rebosaron la icónica plaza de toros de Valencia pese a que el PP regional ya atravesaba sus horas más bajas por los casos de corrupción que salpicaban a varios de sus dirigentes.
Cuando Pablo Casado comenzó a diseñar su mimada Convención Nacional -los preparativos comenzaron hace ocho meses-, tenía claro que Valencia debía ser protagonista. Las razones pesaban demasiado como para dejar esta decisión al azar y no aprovechar la oportunidad de salir 'a hombros' del coso taurino como hicieron sus antecesores. La dirección del PP vio la coyuntura perfecta para hacerlo, incluso aunque las restricciones derivadas del Covid-19 no le permita aspirar a fotografías tan imponentes como las que consiguieron Aznar y Rajoy en la misma plaza y que terminaron convirtiéndose en una de las principales bazas electorales del PP. Al final, es el lugar donde "se han anticipado las grandes victorias electorales", afirmaba Casado a principios de septiembre.
La actual dirección nacional del partido se ha marcado una serie de objetivos clave a cumplir en la cumbre valenciana, y uno de los principales puntos pasa por "rebosar" el coso valenciano y "demostrar la indudable capacidad de convocatoria del PP en torno a Pablo Casado y a lo que representa", según trasladan fuentes del partido, una aserción que evoca a la época de aquel PP de las mayorías absolutas. "Será una convocatoria masiva, icónica (...) una cita que se recordará durante mucho tiempo", prometen.
Ciertamente, Casado lo tendrá más 'fácil' que sus antecesores para colgar el cartel de 'completo', pues la Generalitat ha fijado el máximo de aforo permitido en 8.000 personas. Pero no es impedimento para la intención de que la foto vuelva a convertirse en noticia, y los populares aseguran que no habrá "ningún problema" para llenar todas y cada una de las localidades permitidas.
Sin embargo, más que de optimismo, las semanas previas al gran cónclave popular han estado marcadas por la tensión y la polémica a cuenta de la fuerte afrenta interna que ha sacudido al partido y ha terminado enfrentando a Pablo Casado con Isabel Díaz Ayuso, un perfil al que no pocos señalan como futura líder nacional. El motivo ha sido la guerra por el control del PP de Madrid, a cuya presidencia aspira Díaz Ayuso entre otros motivos por los resultados que cosechó en las elecciones del 4-M y que no se veían en el PP desde hacía años. Y Casado no está dispuesto a ceder el órgano de control de la organización territorial madrileña, la más importante y de mayor influencia de España, a un 'contrapoder' interno, como ocurrió en su día entre Mariano Rajoy y Esperanza Aguirre.
La dirección de Génova intentó taponar la polémica -sin que ello significase una rendición- para redirigir la atención mediática a la convención de Valencia y no condenar al fracaso un evento que debe servir, al menos en la teoría, como relanzamiento del proyecto de Pablo Casado y como "punto de partida" de su camino al Palacio de la Moncloa.
El presidente del PP no quiere compartir el foco, mucho menos con la presidenta de la Comunidad de Madrid, que finalmente sí estará presente el próximo sábado en Valencia. "Él es el líder indiscutible de la convención. Punto", insisten fuentes del partido, que utilizan también este argumento para justificar la ausencia de Aznar y Rajoy de la cumbre de Valencia. Ambos estarán presentes en los diferentes actos que el partido desplegará por distintas ciudades de España en los días previos al fin de semana del 2 y 3 de octubre -Rajoy en Santiago y Aznar en Sevilla-, pero no arroparán a Casado durante la clausura del domingo en la plaza de toros de Valencia.
Un plantel que no "ensancha" su base política
Fiar al éxito de la convocatoria el alcance de su convención nacional no es baladí cuando el plantel de expertos que ha reunido Pablo Casado, aunque ancho y repleto de líderes internacionales, no incluye ningún revulsivo como Angela Merkel o Ursula von der Leyen, dos nombres con los que se especuló para dar el impulso definitivo al jefe de la oposición hacia el Palacio de la Moncloa. La lista de invitados tampoco incluye a ningún dirigente socialdemócrata, pese a la declarada intención de los populares de utilizar la convención para "ensanchar" el partido "a izquierda y derecha".
Además de Carlos Mazón y de María José Catalá, previsibles candidatos del PP a la Generalitat y a la Alcaldía de Valencia, el próximo 3 de octubre Pablo Casado subirá al escenario acompañado del canciller de Austria, Sebastian Kurtz, uno de los fichajes 'estrella' de una convención a la que también acudirán el vicepresidente de la Comisión Europea, Margaritis Schinás; el anterior presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk; o el ex presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani. Ni los ex presidentes del Gobierno ni los barones territoriales del PP estarán en el escenario el domingo junto a Casado. Su protagonismo, insisten, ha de ser indiscutible.
Al cónclave popular asistirán también Alejo Vidal-Quadras y Juan Carlos Girauta, dos ex dirigentes de Vox y de Ciudadanos, con los que el PP intenta hacer guiños a los votantes de uno y otro partido. Otros nombres destacados son los de Leopoldo López, Mario Vargas Llosa, Felipe Calderón, Andrés Pastrana o Nicolas Sarkozy, que participarán en las distintas mesas de debate que se organizarán a lo largo de toda la semana en Santiago, Madrid, Valladolid, Sevilla y Cartagena. Los populares han decidido mantener la invitación al ex presidente francés pese a que el pasado mes de marzo fue condenado a tres años de prisión por corrupción. "Tiene mucho que aportar", insisten.
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