Sucedía todos los años. Aún hoy ocurre en algunos lugares. La festividad del 12 de octubre convertida en una oportunidad para reivindicar la ‘antiespañolidad’ y proclamar la singularidad de la nación vasca. En unos casos con actos reivindicativos en la calle, en otros acudiendo a trabajar a las instituciones públicas sorteando el día festivo de ‘la hispanidad’ e incluso, mediante pintadas, carteles o incidentes en la calle. La fotografía, pese a todo, es hoy muy distinta. Este martes serán los menos los que se movilizarán contra de esta fiesta, los que secundarán las consignas de los más radicales. En Euskadi el 'Día de la Hispanidad' hace años que dejó de ser foco de movilización.
Los vascos y vascas han cambiado. Lo han hecho socialmente con el final de la violencia de ETA hace ahora una década y políticamente con el nuevo tiempo dedicado a sanar la herida que sangró medio siglo. Las encuestas revelan además que las cuestiones identitarias cada vez están menos presentes en la sociedad vasca. La Euskadi de 2021 empieza a diferenciarse mucho del País Vasco de hace una década y más aún de la de hace dos.
La identidad vasca ha perdido peso, el interés y la defensa de la independencia también. Los vascos quieren más autonomía pero se desmarcan de los procesos de independencia. Lo hicieron dando la espalda a la vía unilateral que durante años promovió Cataluña y que ha fracturado la sociedad catalana entre nacionalistas y no nacionalistas y a los primeros entre ellos. En Euskadi ya se padecieron demasiadas décadas de fractura social que ahora no se quieren prolongar.
En este proceso se ha producido un fenómeno significativo en un día como el de hoy. Mientras un pequeño porcentaje de la población mantiene aún un claro rechazo a España y de oposición a todos sus símbolos, la indiferencia parece haberse extendido más que el odio. Mientras ayer las juventudes de Sortu -Ernai- volvían a protagonizar actos de rechazo a España y su pasado, con el derribo de una cruz franquista en Lemoa (Bizkaia), y con acciones en contra de la bandera española además de la convocatoria de movilizaciones, cada vez más vascos reconocen abiertamente un sentimiento de identidad tan vasca como española.
En mayor o menor medida, los últimos años se ha registrado un incremento de ciudadanos que dicen sentirse tan vascos como españoles. A finales de los años 90 apenas un tercio de la ciudadanía decía sentirse tan vasco como español. Según los datos del Sociómetro elaborado por el Gobierno vasco, del 30% que lo afirmaba en 1996 se ha pasado a un incremento progresivo que ha alcanzado este año al 40% de la población que dice ser “tan vasco como español”.
En ese mismo periodo el descenso de quienes aseguran ser “únicamente vasco” también ha ido en claro retroceso. Las nuevas generaciones muestran en mucha menor intensidad ese sentimiento si se compara con décadas anteriores. En el conjunto de la población apenas un 19% de los encuestados afirma ser “sólo vasco”. Supone la cifra más baja de toda la serie iniciada en 1995, muy lejos de los porcentajes por encima del 30% que se registraron hasta 2007, cuando comenzó el descenso imparable en este sentimiento.
La evolución revela que el sentimiento identitario de carácter excluyente o separatista se ha rebajado de forma muy importante en Euskadi. El último ‘Sociómetro’ muestra cómo la apuesta por la independencia está hoy en sus niveles más bajos, de apenas el 21% de la población. En sentido contrario, quienes afirman no ser favorables a la independencia de Euskadi han ido en aumento progresivo en la última década. Si en 2008 el porcentaje de los contrarios a la segregación de Euskadi era del 30% en la actualidad ha alcanzado ya el 40%.
El cambio de posición y prioridades en la sociedad postETA y en las nuevas generaciones no pasa desapercibida para las formaciones políticas. En los últimos años los discursos identitarios, de autogobierno o incluso independentistas han perdido mucho peso en la actualidad política vasca y en los discursos de los partidos. Incluso entre la izquierda abertzale, principal defensora hoy de procesos en clave soberanistas.
Sin 'pulso' independentista
En el Parlamento Vasco hace más de un lustro que se trabaja en el intento de dar forma a un nuevo estatuto de autonomía que sustituya al Estatuto de Gernika, el primero aprobado en España en octubre de 1979 y cuyo cumplimiento íntegro aún sigue pendiente. El PNV ha anunciado sin gran eco su intención de recuperar este debate. La pandemia obligó a arrinconarlo en favor de la emergencia sanitaria y la crisis económica podría relegar aún más su reaparición en el tablero político vasco.
Hoy los vascos no reclaman con tanto fervor como en años atrás un pulso con el Estado en favor del derecho a decidir. Incluso crece el número de ciudadanos que no oculta que su prioridad pasaría por una mera actualización del Estatuto de Gernika pero sin romper con lazos con España.
Incluso en el entorno de EH Bildu comienza a imponerse más el pragmatismo que el deseo de avanzar con paso firme hacia una Euskadi independiente. Comenzaron por separar los territorios, por permitir procesos diferenciados en tiempo y forma en la Comunidad Autónoma vasca, Navarra y el País Vasco francés. Después, llegó la rebaja de la aspiración para contemplar fórmulas intermedias como una Euskadi confederal o incluso exprimir el marco legal para facilitar avances identitarios.
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