El ex ministro de Transportes y ex secretario de Organización del PSOE José Luis Ábalos se acercará este sábado por el 40 congreso de su partido. Sería difícilmente comprensible que no tuviera ningún papel quien fue tan importante para el sanchismo habida cuenta, además, que la cita tiene lugar en su ciudad natal, Valencia.
Se le estaba buscando un "encaje", a decir de fuentes de Ferraz, pero su nombre no aparecía por ninguna parte de la agenda oficial de actos de estos tres días de cónclave. No participaba en lo que llaman Ágora, donde ministros y barones territoriales hablan de digitalización, energía, feminismo y de "hacer el amor", en palabras del presidente extremeño, Guillermo Fernández Vara; ni en los debates "Entre socialistas", que suena a programa de radio de madrugada; ni en las comisiones de la ponencias ni, mucho menos, en el plenario. Nada.
Ábalos era una especie de unicornio congresual. Pero sí. Estará e intervendrá, aunque sea en un acto semiclandestino que consistirá en una breve entrevista en el set de televisión colocado en un rincón del recinto de Feria Valencia donde se celebra el congreso. Le entrevistará un miembro del gabinete de prensa del PSOE, por lo que no se prevé que le fuercen a explicar por qué salió del Gobierno y del partido casi dando un portazo, cuáles son los motivos por los que se ha cortocircuitado cualquier comunicación con Pedro Sánchez y qué va a ser de él cuando sea mayor.
Ábalos no tenía ningún entusiasmo por acudir al recinto ferial donde se celebra el congreso
Pendientes también del destino que el líder socialista tiene pensado para su ex vicepresidenta primera Carmen Calvo, que forma parte de la ejecutiva saliente, la cordobesa tiene al menos un poco más de foco pues este viernes tomó la palabra en un debate sobre feminismo junto a la ministra de Justicia, Pilar Llop; el presidente del Principado de Asturias, Adrián Barbón, y la alcaldesa de Toledo, Milagros Tolón. Sus compañeros de partido la han recibido con una gran ovación y no ha podido evitar las lágrimas. Todo sonaba un poco a despedida, pero está claro que ha llevado su destitución con bastante más espíritu que su antiguo compañero de Consejo de Ministros. Ha aprovechado ese foco para reivindicar la lucha por el feminismo, la abolición de la prostitución y el "fin de los vientres de alquiler", acaso con la mente puesta en sus enfrentamientos con la ministra de Igualdad, Irene Montero.
Por su porte, Ábalos, entusiasmo, lo que se dice entusiasmo por acudir a la cita congresual una vez defenestrado, no tenía. Verá cómo el que era su mano derecha en Ferraz, Santos Cerdán, presentará el informe de gestión que le hubiera correspondido defender. Verá también, o quizá no se quede para verlo, cómo aplauden a otros en el plenario en este congreso de adhesiones.
Porque su presencia este sábado se verá eclipsada por las intervenciones de los ex presidentes del Gobierno Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, reconciliados con el inquilino de la Moncloa. Por la tarde el interés informativo estará en la composición de la ejecutiva reducida y en el debate de enmiendas, con cuestiones tan interesantes e incómodas como el debate monarquía-república, la ley LGTBi o el "dumping" fiscal madrileño.
Sólo si Sánchez se dejara ver y fotografiar con él, podría tener Ábalos el minuto de gloria que este congreso le ha hurtado.
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