"Modernización", pero no derogación. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha insistido en la posición que fijó desde hace días respecto a la pugna interna por la derogación de la reforma laboral, cuyas discrepancias en el seno del Ejecutivo han provocado una de las peores crisis gubernamentales desde el arranque de la legislatura. Desde Trujillo (Cáceres), donde Sánchez se ha trasladado en el marco de una cumbre con su homólogo portugués, el presidente ha prometido que "cumplirá con sus compromisos", incluido el de la renovación del marco laboral que aprobó Mariano Rajoy en 2012. "Tenemos que modernizar nuestras normas laborales. Es fundamental que lo hagamos", ha afirmado.
Ante la atenta mirada de la plana mayor de Moncloa, incluidas la vicepresidenta primera, Nadia Calviño; y la segunda, Yolanda Díaz, Sánchez ha evitado abordar la crisis de Gobierno y ha esquivado también fijar una posición respecto a cómo se debe abordar la derogación de la reforma laboral, cuyos contenidos ha enfrentado de nuevo a PSOE y Unidas Podemos. "Yo asumí un compromiso en el acuerdo de investidura, en el acuerdo de coalición y con la Comisión Europea", ha aseverado. "El Gobierno lo que quiere es coordinación para abordar esta reforma, el máximo diálogo y el mayor de los consensos". La unidad en el seno del Ejecutivo por la cuestión de la reforma laboral sigue siendo una utopía, pero socialistas y morados tratarán de encontrar una posición común de aquí al martes para poder continuar con las reuniones sobre la reforma laboral con sindicatos y empresarios.
El Gobierno hizo público ayer un pacto de no agresión entre los socios de coalición tras la tormenta política que ha provocado el proyecto para derogar la reforma laboral de 2012. Los escollos en cuanto a los contenidos de la reforma ha abierto una enorme grieta entre PSOE y Podemos y, más concretamente, entre los departamentos que dirigen Yolanda Díaz y Nadia Calviño en el seno del Ejecutivo. Moncloa ha hecho gala de esa aparente reconciliación interna y este jueves el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha reaparecido públicamente con la vicepresidenta primera y la segunda en la cumbre hispanoportuguesa que se ha celebrado en Trujillo (Cáceres), y a la que ha asistido buena parte del Gobierno de coalición.
En el encuentro con el primer ministro portugués, Antonio Costa, han asistido, además la vicepresidenta tercera, Teresa Ribera; el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares; el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska; la de Transportes, Raquel Sánchez; la de Industria, Reyes Maroto; el titular de Agricultura, Luis Planas; y el de Cultura y Deporte, Miquel Iceta. Al margen de Yolanda Díaz, ningún ministro de Unidas Podemos ha arropado al presidente del Gobierno en la cumbre.
La presente edición de la XXXI Cumbre Hispano-Portuguesa ha estado esta vez centrada en la movilidad sostenible. Los mandatarios de España y Portugal han mantenido un encuentro bilateral en el Palacio de los Duques de San Carlos y, posteriormente, se ha celebrado una reunión plenaria de las delegaciones española y portuguesa, donde han participado tanto los presidentes como los ministros de ambos gobiernos. El encuentro tenía como objetivo la firma de un nuevo Tratado de Amistad y Cooperación entre España y Portugal para actualizar el último que se rubricó en 1977, así como la consecución de diferentes acuerdos en materia medioambiental, de igualdad de género, de cultura, o de infraestructuras.
Antonio Costa, en la cuerda floja
El encuentro entre Antonio Costa y Pedro Sánchez ha tenido lugar en un momento especialmente complicado para el mandatario portugués, que se encuentra en la cuerda floja después de que sus presupuestos para 2022 hayan sido rechazados por el Parlamento. Se trata de una circunstancia que abre la puerta a la celebración inmediata de comicios, pese a que las elecciones no tocarían hasta 2023, igual que ocurre en España.
La de Antonio Costa ha sido en muchas ocasiones reflejo de la propia trayectoria política de Sánchez. El mandatario portugués llegó al poder tras una moción de censura, igual que el jefe del Ejecutivo español, y ahora el resto de fuerzas de izquierda -comunistas y Bloque de Izquierdas- han roto el acuerdo por el que elevaron a Costa al poder dejando caer las cuentas públicas de los socialistas. El futuro es oscuro e incierto para el mandatario luso ya que, aunque ha expresado que no piensa dimitir, podría caer del poder si el presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, opta por disolver el Parlamento y convocar elecciones anticipadas si considera que no se dan las circunstancias para mantener una cierta estabilidad gubernamental en el país.
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