El catalán está en minoría en el área metropolitana de Barcelona, retrocede en la universidad y ha perdido medio millón de hablantes en los últimos 16 años. Las denuncias sobre el retroceso del catalán se multiplican, mientras Govern, partidos y entidades centran sus discursos en un ámbito en el que confían para recuperar la cohesión del movimiento independentista.
En plena polémica por la inclusión de cuotas de catalán en las plataformas audiovisuales, que ERC ha forzado para permitir la aprobación de los presupuestos, la Plataforma por la Lengua acusa a la Generalitat de incumplir la Ley del cine catalana por la falta de oferta de películas en esta lengua en las salas de cine. De hecho, advierten, "solo uno de cada tres catalanoparlantes cree que la Generalitat protege el catalán más ahora que antes de empezar el procés".
Las sentencias del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) en las que se exige la inclusión del 25% de las clases en castellano en la escuela o que se ofrezcan los exámenes de selectividad en esta lengua sin que lo alumnos tengan que solicitarlo han abundado en esa alarma por el retroceso del catalán. De ahí el anuncio de la consejera de Universidades, Gemma Geis, que ha prometido una ofensiva para priorizar el uso del catalán en las universidades, o el consejero de Educación, Josep González-Cambray, prometiendo que no se va a aplicar ese 25% exigido por el TSJC.
Informe de la Plataforma por la Lengua
En "el conjunto del dominio lingüístico", en el que la Plataforma incluye Cataluña, Comunidad Valenciana, Baleares, Cataluña francesa y Andorra, "solo el 32,4% de la población es hablante habitual del catalán" denuncia el último informe de la Plataforma per la Llengua, hecho público esta semana. Ocho de cada diez catalanoparlantes cambian de lengua cuando les hablan en castellano, añaden como señal de minorización del catalán.
En el ámbito metropolitano "la situación es aún peor". El 56% de los consultados asegura que no usan nunca o usan poco el catalán, mientras que los que lo utilizan mucho se reducen al 27,6%. Unas cifras que se multiplican en ciudades como Hospitalet del Llobregat, con un 71,5% de los consultados que se expresan poco o nada en catalán, según una encuesta de Gesop para la Plataforma.
Retroceso entre los jóvenes
La escuela es otro de los puntos de preocupación de los defensores del catalán, conscientes de que la inmersión lingüística no ha impedido que el castellano sea la lengua más utilizada por los más jóvenes. La Plataforma destaca la Encuesta de juventud del Ayuntamiento de Barcelona, según la cual solo el 53,3% de los jóvenes entre 15 y 34 años asegura tener una buena competencia en catalán, por el 92% convencido de que tiene un buen nivel de castellano y un 58% que asegura dominar el inglés.
Así, la lengua vehicular de la escolarización en Cataluña es la que obtiene peor grado de conocimiento, se lamentan en la Plataforma. Reconocen, eso sí, que en la muestra utilizada casi el 20% de los consultados lleva solo entre seis meses y dos años viviendo en la capital catalana.
En un ámbito supuestamente más propicio al uso de catalán se repite la preferencia por el castellano. Se trata de Valls, donde la Plataforma realizó un polémico estudio hace tres años -polémico porque se hizo sin el permiso de padres ni docentes- según el cual casi el 60% de las conversaciones informales de los alumnos son en castellano.
La universidad, a examen
Aunque la batalla más ruidosa se está produciendo, en los últimos meses, en la universidad. En junio, tras varios encierros, los rectores de las universidades públicas catalanas firmaban el "Compromiso contra la crisis educativa" promovido por sindicatos de estudiantes de corte independentista. Entre sus puntos, junto a reivindicaciones sobre el acceso y los costes de la universidad, se incluía un punto para "frenar la regresión del catalán" en este ámbito.
Con el texto, los rectores se fijaban como objetivo alcanzar el 80% de la docencia en catalán "de cada grado, master o posgrado" y se comprometían a garantizar que "se utilizará efectivamente la lengua prevista en el plan de cada asignatura". Un compromiso que después ratificaron ante la consejera Gemma Geis, que impuso además un informe semestral sobre el cumplimiento del uso del catalán y las incidencias lingüísticas.
En esos informes se incluirán, presumiblemente, las denuncias incentivadas por la Plataforma a través de la web A la universitat, en català. Un espacio diseñado para recoger denuncias contra los profesores que no impartan las clases previstas en catalán. Una campaña que ha provocado la hilaridad de algunos profesores.
"Es demencial" responde Isabel Fernández, profesora de Ciencias de la Comunicación de la UAB y miembro de Universitarios por la Convivencia. "Se cambia de idioma por circunstancias sobrevenidas" explica, desde la presencia de alumnos extranjeros a profesores de seminarios que no dominan el catalán. Asegura que la convivencia lingüística en la universidad no tiene problemas, y advierte además que limitar el derecho a impartir las clases en la lengua que se prefiera contraviene el Estatut, que recoge el derecho de profesores y alumnos a expresarse en la lengua que quieran.
Fernández advierte, además, que la pretensión de ofrecer un 80% de las clases en catalán en los máster y posgrados es inviable, porque la mayoría de los alumnos, por lo menos en su facultad, son extranjeros y extracomunitarios, que buscan oferta de docencia en castellano e inglés. Las universidades catalanas ofrecen el 50% de las clases de grado en catalán, según los datos de la Consejería.
De Disney a Netflix: la batalla del audiovisual
En este contexto, todos los defensores del catalán son conscientes de que la batalla fundamental está en los contenidos audiovisuales. A esa convicción responde la batalla de ERC por tener un papel determinante en la nueva Ley del audiovisual, en la que quieren incluir cuotas de producción en catalán para Netflix, HBO, Disney o Amazon.
Lamentan que TV3 haya perdido la batalla frente a los dos grandes grupos privados. Mediaset y Atresmedia, acumulan el primer cuatrimestre de este año el 49,0% de la cuota de pantalla en Cataluña, frente al 17% de los medios de la Corporación de Medios de la Generalitat.
En cuanto a las plataformas, Disney tenía este verano 35 películas disponibles en catalán en su catálogo, pero la ONG del catalán denuncia que había otras 144 con versión doblada al catalán que no se ofrecía en la plataforma. Disney+ España ofrece 36 películas en catalán, pero en cambio dispone de 91 películas en islandés, con 300.000 hablantes, y 328 en noruego.
Multas lingüísticas
En el comercio y servicios, la batalla sigue centrada en las multas lingüísticas. Durante 2020, pese a la pandemia, la Agencia Catalana de Consumo impuso 87 multas por motivos lingüísticos, del total de 790 sanciones impuestas. Fueron 52.770 euros en multas lingüísticas, una cifra demasiado baja a juicio de la Plataforma.
La ONG del catalán denuncia además que según el estudio Ofercat, realizado en 2019 en Santa Coloma de Gramanet (Barcelona) "solo el 38% de los establecimientos" de la ciudad tenían rotulación informativa en catalán. Una cifra similar a la de otra ciudad metropolitana, Cornellà, con un 41% de comercios en catalán. "Estos datos demuestran que la tarea inspectora y sancionadora no es la adecuada" concluye la Plataforma.
Eso sí, la presión de esta y otras plataformas ha favorecido que marcas como Zara, Mango, Pull&Bear, Stradivarius y las marcas del grupo Tendam, que representan el 60% de la facturación del textil en España, han incorporado el catalán al etiquetaje. Calzedonia y H&M se comprometieron a empezar a hacerlo este año.
Derecho a elegir... lengua
Bajo el control en la universidad, las alertas en los colegios o las multas lingüísticas a los comercios subyace una idea pocas veces explicitada: la defensa del catalán está por encima del derecho a escoger lengua. Así lo reconocía, descarnadamente, el periodista Ot Bou al criticar a Gemma Geis por acatar la exigencia del TSCJ de facilitar el acceso al examen de selectividad en castellano.
Geis "osó decir que se había conseguido preservar el derecho de elección de los alumnos, como si existiera, como si el espíritu preciso de la inmersión lingüística no fuera precisamente impedir que los alumnos escojan el castellano a cambio de proteger la cohesión social".
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