Yolanda Díaz ha puesto en marcha lo que de momento no parece ser más que un incipiente movimiento, encabezado por ahora por unas cuantas mujeres destacadas en distintos ámbitos de la administración pública, destinado según parece a hacer política de otra manera: lejos de la crispación, del odio y, a tenor de lo dicho por la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, lejos también de los partidos políticos y de las siglas, lo cual es de entrada una pretensión de éxito más que dudoso.

El acto, con un aroma remotamente adanista, que estuvo compuesto por intervenciones dispersas y plagado de lugares comunes, contuvo, sin embargo, una afirmación interesante: "Aquí tenemos un proyecto de país" dijo la vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo. Pero en la reunión femenina y feminista de Valencia ese proyecto no fue expuesto, quedó en el aire.

Tan sólo Yolanda Díaz fue capaz de esbozar las líneas maestras de lo que se supone que va a pretender este movimiento "apartidista" dentro de la vida política española. Ella dibujó con algo más de concreción un planteamiento propio de cualquier partido de izquierdas: combatir la precariedad, situar a la Educación como “principal herramienta de igualdad social”, ser conscientes de la “importancia de la salud pública y la salud mental” y contar con una amplia “red de cuidados públicos.

Las demás revolotearon en torno a su particular ejecutoria y reivindicaron el municipalismo y la política de vivienda (Ada Colau), la defensa de las políticas de dependencia (Mónica Oltra), la prevalencia sobre el diálogo frente a los gritos (Mónica García) o la atención a las necesidades de localidades o ciudades como Ceuta ( Fátima Hamed Hossain).

Y todas ellas coincidieron en celebrar este encuentro que, al parecer, tiene por objeto el de hablar, reflexionar y poner en pie algo parecido a una alternativa política que dispute al PSOE los votos y que orille al mismo tiempo a Unidas Podemos, o lo incluya pero sin que esa formación ejerza liderazgo alguno en el nuevo movimiento, o como quiera que vaya a llamarse lo que ayer se nos presentó como embrión de algo más grande.

Las participantes en el encuentro de Valencia quieren hacer "política bonita", dijo Mónica García, y según parece desde una perspectiva feminista en la que se escuche más a la gente porque "la gente espera cosas diferentes", dijo alguna de las asistentes al acto.

En definitiva, no se sabe qué es esto. Puede ser el primer movimiento de la plataforma que ponga en pie Yolanda Díaz para liderar una alternativa a Podemos que trate de llevarse los votos más a la izquierda del PSOE. Pero la realidad es que después de dos horas de intervenciones no se ha explicado. "Es el comienzo de algo maravilloso", confesó la ministra. "Ilusión, futuro y esperanza", resumió al final del acto Ada Colau. "Caminamos juntas desde la diferencia" declaró Mónica Oltra.

La pregunta es hacia dónde caminan, con qué instrumentos y con qué objetivos concretos. Y si estamos ante un movimiento exclusivamente liderado por mujeres o esto de ayer es una pincelada feminista para empezar a actuar en un espacio más amplio.

De momento, y según declararon varias de las presentes, es simplemente el comienzo de un diálogo al margen de las siglas. Pero ese diálogo iniciado ayer no habría tenido el enorme interés que concitó en los medios de comunicación si se hubiera tratado exclusivamente de eso.

Porque lo que movía a los medios y a los analistas era averiguar qué es exactamente lo que se propone Yolanda Díaz, dado que aún no ha dicho que vaya a aceptar encabezar la lista electoral de Unidas Podemos, el partido gracias al cual ella está en el escaparate político, y en vista de que parece tener otras aspiraciones más altas.

Bien, pues ayer nada de eso quedó despejado. Entre otras cosas, porque no todas entre sus compañeras de tertulia están en su mejor momento político y acontecimientos como éste les benefician más a ellas de lo que ellas aportan.

Es el caso de Mónica Oltra, la anfitriona del acto, a la que le ha venido como una bendición del cielo esta convocatoria que le ha puesto en primera fila de notoriedad pero que afronta serios problemas dentro de su propia coalición, Compromís, y también dentro del pacto del gobierno de Ximo Puig.

Y lo mismo se puede decir de Ada Colau que ayer confesaba su alborozo por participar en el acontecimiento -"Qué contenta estoy!", dijo- pero cuya posición dentro de la alcaldía de Barcelona se tambalea cada vez más con una fuerte contestación vecinal que hace temer por su futuro político dentro del consistorio. Quizá por eso sostuvo ayer que "el reto que tenemos no es el de las próximas elecciones, sino el de las próximas generaciones".

La conclusión a primera vista es que Yolanda Díaz no se rodeó ayer de políticas triunfantes si hacemos excepción de ella misma y de Mónica García que ha conseguido nada menos que superar al PSOE en las elecciones de Madrid. Sí fue vistoso el acto porque una reunión de cinco mujeres presentando un proyecto político feminista "un tsunami feminista", dijo la ministra de Trabajo, es sin duda algo interesante.

El problema es que de ese proyecto apenas atisbamos una mínima brizna. Habrá que esperar a ver en qué queda todo esto.

Yolanda Díaz ha puesto en marcha lo que de momento no parece ser más que un incipiente movimiento, encabezado por ahora por unas cuantas mujeres destacadas en distintos ámbitos de la administración pública, destinado según parece a hacer política de otra manera: lejos de la crispación, del odio y, a tenor de lo dicho por la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, lejos también de los partidos políticos y de las siglas, lo cual es de entrada una pretensión de éxito más que dudoso.

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