Es el tercer vértice, el que aún está por cerrar. Los dos primeros ya lo hicieron. Primero Madrid, después Navarra y ahora, quizá Euskadi. La relación entre el socialismo y la izquierda abertzale ha sumado en los últimos tres años y medio acercamientos hasta entonces desconocidos. Lo ha hecho más por necesidad que por sintonía, pero ha terminado por normalizar una relación que aún hoy incomoda en muchas Casas del Pueblo y en la mayor parte de la oposición. Esta mañana el PSE oficializará un cambio que puede ser determinante para que el puente PSOE-EH Bildu consolidado en la capital y la comunidad foral incluya pronto un tercer viaducto ‘de izquierdas’ en el País Vasco. Eneko Andueza será proclamado nuevo secretario general de los socialistas vascos. Lo hará bajo la atenta mirada y aplauso de Pedro Sánchez y recogiendo el testigo de su antecesora y valedora, Idoia Mendia.
Andueza ocupa el liderazgo del PSE con un respaldo del 95% de quienes participaron en el proceso de elección. También con la intención de renovar una nueva Ejecutiva en la que no estará quien ha dirigido el partido en Euskadi desde 2014. Mendia ha preferido quedarse fuera, limitarse a dar forma a la ‘bicefalia en la que ahora se moverá el PSE, el partido por un lado, las instituciones por otro. La ya ex líder del PSE seguirá ocupando el más alto cargo que hoy ostenta el partido, la vicelehendakaritza del Gobierno vasco.
Los 354 delegados que hoy proclamarán a su nuevo líder lo harán acompañados de tres ministros –Política Territorial, Ciencia e Innovación y Exteriores- y de algunos barones autonómicos. El IX Congreso del PSE abre un nuevo tiempo con un secretario general singular. Andueza afirma que es constitucionalista. También defiende la necesidad de dialogar con los nacionalismos con plena normalidad. Incluso ha llegado a defender la necesidad de hacer “pedagogía” política entre los suyos para defender “sin complejos” poderse entender con Bildu. Su concepto de nación es particular, “hay tantas naciones como uno quiera”, aseguró durante una entrevista: “Claro que Castilla y León es una nación”. Para Andueza la nación es un sentimiento de pertenencia, nada más.
Se sabe perteneciente a otra generación de dirigentes. A sus 42 años, nacido en Eibar, cuna de dirigentes socialistas, es partidario de desprenderse del pasado más oscuro del PSOE, el que le vincula con la ‘guerra sucia’. Defendió la posibilidad de crear una comisión de investigación para profundizar en la posible implicación de Felipe González en los GAL, “algo que fue asqueroso”, si con ello “se contribuye a esclarecer lo ocurrido”: “Se lo debemos a las víctimas”.
Andueza no es Mendia
Andueza no es Mendia. Su predecesora nunca tuvo ojos ni palabras amables para la izquierda abertzale. Los suyos siempre estuvieron orientados al socio en el que históricamente se habían apoyado todos sus antecesores, el PNV. Apenas un año después de asumir la dirección del PSE –en sustitución de Patxi López-, Mendia volvió a poner rumbo hacia Sabin Etxea. Primero con un acuerdo de legislatura y después con pactos de coalición que permitieron a los socialistas ocupar, de la mano del PNV, el gobierno de las principales instituciones vascas. La decisión permitió a Mendia rescatar al PSE de la caída de votos y apoyos que arrastraba. La recuperación electoral no parece haberse resentido hasta ahora.
El nuevo líder del PSE anuncia cambios. Andueza quiere un nuevo tiempo que lleve su sello personal, como lo desean todos los líderes al ocupar el despacho de mando. En él no sale el PNV de la ecuación pero sí entra, por ahora como mero campo a explorar, EH Bildu. En realidad, sólo secunda lo que ya hicieron antes sus compañeros de partido en Moncloa y la Cámara Baja y en el Gobierno de Navarra y que ya aceptan con normalidad.
Hoy la fluidez en el diálogo entre ambas formaciones es alta y sin apenas crítica. Andueza ya ha lanzado la advertencia al PNV de que su relación, pese a ser buena, no debe entenderse como exclusiva. Ensanchar la izquierda es el mantra con el Andueza justifica que la izquierda abertzale pueda ser un interlocutor a tener en cuenta y con el que no se deben descartar acuerdos. No sería, pese a todo, algo novedoso. El PSE sabe lo que es cerrar pactos con la izquierda abertzale. Lo ha hecho en ámbitos menores, en ayuntamientos.
Ahora el reto es saber si una vez arrinconado el pasado, el futuro de apoyo a la violencia, puede permitir nuevas fórmulas. El nuevo líder del PSE no ha ahorrado críticas a EH Bildu por su resistencia a condenar la violencia de ETA y desligarse del pasado. Sigue reclamándole más gestos y pasos. Lo hizo recientemente en el Parlamento Vasco con motivo del Día de la Memoria instándoles a desmarcarse completamente de los ‘ongi etorri’ a los presos de la banda.
Alianza de izquierdas
La mano tendida a EH Bildu ha ido acompañada de una advertencia al PNV. En el PSE creen que en Sabin Etxea no deberían dar por seguro que estarán a su lado. Andueza no ha tardado en recordárselo. También que explorar opciones con la izquierda abertzale no es algo exclusivo de su partido. En diversas comparecencias ha criticado que al PNV se le “erice el vello” cuando escucha la posibilidad de acuerdos PSE-Bildu y, en cambio, los de Ortuzar no duden en llegar a acuerdos relevantes con el mundo de Otegi: el Pacto de Lizarra, las bases para un nuevo estatus vasco, acuerdos municipales para desbancar al PSE de determinados ayuntamientos…
La inquietud en el PNV tiene motivos. Perder la sintonía con su aliado tradicional en Euskadi supondría poner en riesgo, quizá, parte del poder institucional que hoy posee. El Sociómetro publicado por el Gobierno vasco el pasado mes de octubre concluía que la suma de escaños entre Bildu, PSE y Elkarrekin Podemos permitiría una mayoría absoluta del Parlamento Vasco y desbancar al PNV del poder.
Por el momento pocos creen que esa opción pudiera darse, que la alianza PSE-Bildu-Podemos se llevara a cabo para conformar una pinza contra el PNV. En las pasadas elecciones la formación morada insistió en esta opción como un camino a desbrozar. Ni EH Bildu ni el PSE la secundaron. Sin embargo, a corto plazo, y con un proceso de autocrítica por su pasado en la izquierda abertzale las opciones crecerían de modo importante. La encuesta de intención de voto revelaba que la formación de Ortuzar gozaba de solidez y seguiría siendo la más votada pero habría alcanzado su techo electoral. En cambio, EH Bildu recuperaría apoyos y crecería, al igual que el PSE.
Sin desgaste
Ambos saben que entenderse no les ha pasado factura. Ni en las generales, ni en las autonómicas. Desde que en junio de 2018 la moción de censura alumbrara el Gobierno de Pedro Sánchez los resultados electorales les han sonreído tanto a Bildu como al PSE. La coalición que lidera Otegi mejoró de modo notable sus resultados en las autonómicas de hace un año. El PSE, ha consolidado su recuperación electoral.
Bildu no sólo fue clave para proclamar presidente a Sánchez en dos ocasiones, también para aprobar sus presupuestos. Esta vez todo apunta a que volverán a serlo. La izquierda abertzale se ha volcado también con el socialismo navarro. Sus votos fueron determinantes para facilitar a María Chivite ser elegida presidenta de Navarra. Lo volvieron a ser para para aprobar sus presupuestos de 2021 y lo serán para las cuentas de 2022.
Ahora el PSE comienza una nueva etapa que a corto plazo tiene la salida de la crisis sanitaria y económica como reto y la actualización del estatuto de autonomía como camino más delicado. El PSE de Mendia cerró un acuerdo parcial con el PNV, que optó por anular el acuerdo de bases que él mismo firmó meses atrás con la izquierda abertzale. Ahora, con Andueza, la incógnita será saber si hace suya la premisa de convertirse en "muro de contención del nacionalismo", como su partido defendió en las autonómicas de hace un año y profundiza en su tesis de abrir nuevos caminos, de hacer "pedagogía" en favor de un entendimiento de izquierdas con EH Bildu.
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