"No me gusta que alguien utilice la posición de un Gobierno para la proyección personal. Es muy legítimo, pero no me parece adecuado”. La titular de Defensa, Margarita Robles, replicó así esta semana a una pregunta en Onda Cero sobre el futuro político de su compañera de Consejo de ministros y vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz. Y añadió: “Las prioridades de un Gobierno deben ser pensar en los ciudadanos, no en clave personal. No hay que distraerse con otras inquietudes”.
¿Se trataba de una reflexión a título personal o reflejaba el sentir de un sector del Ejecutivo? Pues quizá más lo segundo si atendemos a las últimas tensiones que ha vivido la coalición a cuenta de la reforma laboral y del uso de tanquetas para evitar el bloqueo de Cádiz por la huelga del sector del metal. La sensación entre los socialistas es que Díaz usa este tipo de conflictos para diferenciarse y alimentar su futura plataforma electoral.
Porque si bien la marcha de Pablo Iglesias supuso un giro copernicano en la estrategia de los morados en el Gobierno, eso se ha roto en las últimas semanas. Díaz impuso en mayo un cambio de modelo por el cual las discrepancias internas con los socialistas se lavaban internamente, sin declaraciones públicas ni salidas de pata de banco.
"Sánchez sólo se mueve con presión de la opinión pública"
Todo ello para desesperación de no pocos dirigentes morados que entendían que "Pedro Sánchez sólo se mueve con presión de la opinión pública", dice uno de ellos. Pero aún así, el resto de los miembros del Gobierno de Unidas Podemos se atuvo a las consignas de su nueva jefa de delegación.
Ni siquiera cuando el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, echó mano de las devoluciones en caliente en la frontera de Ceuta con Marruecos, que incluía a menores, levantaron a voz. Pero todo estalló a finales de octubre con la comprometida reforma laboral. En Unidas Podemos arguyen que "el pulso vino del PSOE hacia nosotros" y apuntan a una responsable, esto es, la vicepresidenta primera y ministra de Economía, Nadia Calviño.
"Entró como un elefante en una cacharrería y paramos el reloj", dicen muy gráficamente en Unidas Podemos respecto a los intentos de Calviño de llevar la batuta de la reforma laboral. "No sabe nada de política, literalmente", agregan.
Que Calviño es una de las bestias negras de Unidas Podemos no es nada nuevo. Como tampoco el poco entusiasmo que les provoca la propia Margarita Robles, una de las ministras que menos oculta sus discrepancias con los socios morados. La titular de Derechos Sociales y Agenda 2030 y líder morada, Ione Belarra, tampoco ha tenido inconveniente en replicar a Robles a través de las redes.
Calviño no sabe nada de política, literalmente", dicen en Unidas Podemos
Pero algo ha ido cambiando desde mayo. Díaz comienza a ser una adversaria a tener en cuenta, la más presidenciable para los españoles y la mejor valorada por el electorado, según el CIS, con un grado de conocimiento del 93 por ciento. Iglesias siempre se hundía en popularidad. La gallega no hace más que subir y marcar la agenda política.
Moncloa lleva tiempo estudiando el fenómeno Díaz. Al principio con expectación, más tarde con las luces de alarma encendidas. A raíz del conflicto de la reforma laboral, el gabinete de Presidencia alertó a Sánchez "de que se estaba equivocando y esto nos podía laminar", según fuentes gubernamentales. Se manejaban informes respecto al daño que podía hacerles este conflicto entre su base electoral. Conclusión, sacó la negociación del área económica y la puso en manos del ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, "y se cerró el acuerdo en 24 horas con el gabinete de la vicepresidenta segunda".
Además, Pedro Sánchez y Yolanda Díaz desayunaron la mañana del 2 de noviembre, antes de la reunión del Consejo de Ministros de ese día. Se trató de una cita "muy seria" en la que también resolvieron otras cuestiones del medio plazo, como la negociación de las pensiones.
Para el presidente del Gobierno la situación no deja de ser endiablada. Necesita que la próxima plataforma de izquierdas que encabezará Diaz no se hunda, asumiendo que necesitará de una nueva coalición si tiene alguna posibilidad de volver a gobernar. Pero tampoco que crezca tanto como para que le arañe base electoral. Fuentes conocedoras de los movimientos de la izquierda a la izquierda del PSOE afinan un poco más: "A Pedro le interesa a Yolanda, no Unidas Podemos". Acaso una líder sin partido sea menos peligrosa, debe pensar Moncloa.
Sólo la salida de Calvo ha aliviado en parte la presión interna
Pero no todos son roces en el Ejecutivo. De hecho, la salida de Carmen Calvo ha rebajado la presión de la olla en que no pocas veces se convertían los debates sobre según qué temas, preferentemente los de igualdad. El equipo de la ministra Irene Montero está encantado. "Trabajamos con más libertad que nunca", aseguran y la interlocución con Bolaños es excelente, al menos, de momento. Acaso porque ahora el foco está puesto en Díaz, que apenas ha comenzado a moverse para construir un nuevo proyecto político, pero lo hará a no mucho tardar y eso puede enrarecer aún más el ambiente en el Consejo de Ministros.
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