Un mismo mensaje lleva días sobrevolando los medios de comunicación: ¿es factible un adelanto electoral en 2022? En diversos foros comunicativos, tanto Pablo Iglesias como Iván Redondo -reconvertidos ahora en analistas políticos con gran cuota mediática tras su salida del Gobierno- creen no sólo que pulsar el 'botón rojo' antes de agotar la presente legislatura es un escenario plausible, sino que sería un negocio lucrativo para el PSOE en general y para Pedro Sánchez en particular. Y aunque la idea ya la tanteó el ex líder de Unidas Podemos hace semanas, fue el ex jefe de gabinete del presidente en Moncloa quien profundizó más en una indirecta disfrazada de ocurrencia: hacer coincidir las próximas generales con las autonómicas andaluzas, que podrían convocarse en la próxima primavera.
"La izquierda estaría en disposición de recuperar la Junta y ganar las elecciones generales", desgranó esta semana Iván Redondo en La Vanguardia. En una columna bajo el título La audacia de Sánchez: adelantar con Andalucía el consultor político explica los motivos por los que el jefe del Ejecutivo debería estar alerta para propiciar una apertura de urnas cuando Juanma Moreno decida activar el reloj electoral en Andalucía, un movimiento "difícil" pero que supondría un "beneficio extraordinario para los socialistas": por una parte y según su análisis, este experimento frenaría la caída en las encuestas del PSOE de Juan Espadas frente a la fortaleza de un Partido Popular que en la región roza la mayoría absoluta; y, por otro, Sánchez se beneficiaría también a nivel nacional del auge político de Yolanda Díaz y de la crisis interna que lastra a Pablo Casado.
No obstante, el escenario que plantea Iván Redondo roza lo utópico. Al menos ese es el criterio de expertos en demoscopia y comunicación política, que no dudan en pinchar el globo del todopoderoso ex asesor en la sombra de Pedro Sánchez y niegan que propiciar una concurrencia electoral pueda garantizar la permanencia de las izquierdas en Moncloa ni mucho menos dar la vuelta al tablero electoral andaluz donde, según todas las encuestas, Moreno Bonilla gobernaría sin ninguna complicación si suma a Vox -incluso a Cs- a la ecuación. ¿El motivo? La "debilidad" del PSOE, tanto en Andalucía como en el ámbito nacional.
Pero el plan de Iván Redondo no es fruto de la casualidad. Parte del análisis de la experiencia histórica de los socialistas andaluces que hicieron coincidir sus comicios con las generales. Este experimento cuenta con hasta cinco precedentes: las primeras fueron las de 1986 y 1996, pero se repitieron en las siguientes tres convocatorias, en el 2000, 2004 y 2008. 'Pepe' Griñán, sin embargo, rompió la tradición en 2011, cuando decidió no pulsar el botón de adelanto electoral para hacer coincidir de nuevo las andaluzas con el anticipo nacional impulsado por José Luis Rodríguez Zapatero, en este caso para evitar que las malas perspectivas electorales del PSOE en el resto del territorios terminasen pasándole factura también en Andalucía.
Pero la coyuntura es ahora muy diferente. El bipartidismo pasó a la historia por lo que ahora entran en juego muchas y diferentes variables que hace una década, más allá de la pulsión social de las dos grandes formaciones. Además, se da la circunstancia de que no sólo el PSOE está en una posición de desventaja en Andalucía, con un candidato no consolidado y aún desconocido, sino que las derechas están en mucha mejor forma que en las últimas autonómicas de 2018, con un crecimiento sostenido en las encuestas tanto de PP como de Vox. Sucede algo parecido en la esfera nacional: aunque la guerra interna entre Casado y Ayuso ha lastrado el crecimiento de los populares, Sánchez permanece anclado en torno al 25% de los votos, una mayoría insuficiente a juicio de los expertos para obrar un milagro conjunto en San Telmo y en La Moncloa.
"Si se celebran las dos elecciones juntas, el PSOE andaluz sí podría obtener mejores resultados, pero en absoluto podría producirse un vuelco respecto a lo que dictan las encuestas ni traducirse en que la izquierda gane en Andalucía y en España. El efecto de la movilización electoral fruto de la concurrencia de unas generales y unas autonómicas darían algún resultado, pero hay que tener en cuenta que la movilización de la derecha también sería muy importante", analiza Pablo Simón, politólogo y profesor de la Universidad Carlos III de Madrid. "El análisis de Iván Redondo es muy optimista para el PSOE y demasiado utópico en el corto plazo, ya que tendría que cambiar toda la coyuntura actual", coincide el director general del Instituto DYM, Carlos Rello.
La crisis del PP, ¿oportunidad para el PSOE?
La casa demoscópica que dirige Rello fue la encargada de distribuir uno de los últimos sondeos nacionales para el Grupo Henneo, que reflejaba con claridad otro de los condicionantes que ensalzó Iván Redondo para un nuevo triunfo del PSOE en las urnas: el desgaste político del PP. Según la citada encuesta, y aunque aún le saldrían las cuentas con Vox, Pablo Casado bajaría más de tres puntos en un mes, pasando del 29,2% al 25,8% en intención de voto. En paralelo al hundimiento del PP, el PSOE progresa adecuadamente en los sondeos y, en este caso, crece un punto en sólo 30 días, hasta el 25,5%.
Pero la creciente erosión de la marca popular "no significa necesariamente que vaya a propulsar al PSOE" y, además, se trata de una cuestión que por el momento sólo tiene efectos en el PP nacional, no en Andalucía ni en el resto de territorios. "La crisis penaliza a Casado, no al barón", reitera el experto del Instituto DYM, una afirmación que sostiene con los datos de su propio barómetro, que dejaba claves como que el 47% de los votantes del PP responsabilizaba al presidente del partido de la crisis interna, y sólo el 13% a Isabel Díaz Ayuso. "Es verdad que a la gente no le gusta el ruido en los partidos y que sería mejor llegar a unas elecciones con fuerza interna, pero las crisis no parece estar afectando a los líderes regionales", ahonda.
La crisis del PP penaliza a Casado, no al barón
carlos rello (instituto dym)
"Los presidentes autonómicos están reforzándose en todos los territorios", coincide Simón. "Y Juanma Moreno podría beneficiarse de la misma estrategia que utilizó Ayuso en Madrid, alimentarse en parte de los 'votos de castigo' a Sánchez". El politólogo pone de relieve, además, otro aspecto "fundamental" para tumbar definitivamente la teoría que esta semana alentaba Iván Redondo: la dificultad que tendría Sánchez para construir una razón lo suficientemente sólida como para convencer a su electorado que son necesarios unos comicios generales en los próximos meses, con los Presupuestos ya aprobados y con diversas leyes en tramitación. "El argumento sería muy complicado de vender, y eso ya provocaría que la campaña fuese especialmente complicada para Sánchez", otro factor que lastraría sus expectativas electorales. Fue, además, uno de los motivos que explicó la caída de la izquierda en las segundas elecciones de 2019, "cuando el electorado de izquierda no entendió por qué se habían convocado elecciones". En unos pocos meses, el PSOE perdió tres escaños, siete en el caso de Podemos.
Conjeturas aparte, el adelanto electoral en Andalucía lleva meses rondando las quinielas de no pocos dirigentes autonómicos y nacionales. Y ahora ese escenario cobra fuerza por el naufragio de los presupuestos regionales y una situación de enfrentamiento total entre la coalición de PP y Ciudadanos con Vox, que sustenta con sus votos el gobierno de Juanma Moreno. Con esta coyuntura, los comicios podrían llegar en la primavera de 2022. El objetivo pasaría por alumbrar un nuevo ejecutivo antes de verano -la ley electoral andaluza prohíbe celebrar elecciones en julio y agosto-, y contar así con el margen suficiente como para aprobar unos nuevos presupuestos antes de que finalice el año, necesarios para ejecutar la llegada de los fondos Next Generation a la región.
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