Guillermo Díaz (Melilla, 1978) no responde al prototipo que cabe esperar de un diputado. Antes de que Albert Rivera confiase en él para protagonizar algunas de las intervenciones parlamentarias de un hercúleo Ciudadanos, el malagueño pasaba los días entre libros, salas de cine y espectáculos de magia. Desde su aterrizaje en el Congreso de los Diputados tras las generales de 2016 se encuentra en excedencia del trabajo que desempeñaba en el Festival de Cine de Málaga, donde se encargaba de la gestión de las salas de exhibición. Esa será la "casa" a la que regresará si la próxima vez que se abran las urnas se cumplen los peores presagios y Ciudadanos desaparece de la escena política nacional. "No me aterra la idea de quedarme sin escaño. Lo que me aterra es una España sin Ciudadanos", manifiesta. De hecho, le serviría para retomar viejas aficiones que abandonó por la atropellada vida pública.
- "¿Qué es lo que más echa de menos?"
- "Tengo muchos y muy divertidos proyectos aparcados desde hace años. Me gustan los cómics, y si nada me retiene en Madrid me gustaría guionizar uno. También retomaría las giras europeas de grupos de heavy metal, Iron Maiden, Judas Priest... es una de mis pasiones. Seguramente también volvería a hacer espectáculos de magia".
Magia, y no de cualquier tipo. Guillermo Díaz practica mentalismo desde hace años, una etiqueta de la que no presume pero que tampoco esconde. De hecho, varios compañeros de partido han sido testigos de algunos trucos de ilusionismo que, al menos de momento y según ha aclarado él mismo, no ha tenido que utilizar en el Congreso. Aunque quizá es la única explicación lógica para que perfiles políticos a la izquierda del PSOE y a la derecha del PP se hayan puesto de acuerdo en algo: alabar algunas de las intervenciones de este diputado. Una "rara avis" en el Congreso, como le definió el tertuliano Antonio Maestre.
Aunque nació en Melilla, ha vivido en diferentes puntos de España hasta echar raíces en Málaga, ciudad por la que concurrió en las generales de 2016. Se licenció en Derecho, pero nunca ejerció. Antes de entrar en política, su vida se centró en el cine, en la historia -sobre todo militar por influencia de su padre, Coronel del Ejército- y en los libros. Surfeó en la ola del Ciudadanos de 57 escaños y salió a flote cuando la formación se hundió meses después. Ahora se ha convertido en casi la última estrella del partido naranja y uno de los dirigentes que luchan contra encuestas y análisis para volver a despertar a la España de 'centro'. Algunos de sus discursos rozan la friolera de las 500.000 visualizaciones en Twitter.
La réplica parlamentaria es uno de los fuertes del diputado malagueño, aunque él insiste en saberse "satélite de alguien que proyecta luz", en alusión a la jefa de Ciudadanos, Inés Arrimadas. En una sola tarde, durante el último debate en el Congreso para la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, Guillermo Díaz subió a la tribuna hasta en cuatro ocasiones para asumir el papel de nuevo azote del PSOE, a cuya fuerza acusa de normalizar los pactos con Bildu. Y personalizó esa batalla contra Odón Elorza. El histórico diputado socialista se dirigió a la bancada de "la derecha" para gritar que "¡ETA desapareció, ETA no está aquí, aquí no hay terroristas! ¡Aquí lo que hay es franquistas y una derecha de vocación franquista!", espetó. "¿Sabe usted por qué me grita, señor Elorza? Para acallar su conciencia", respondió Díaz horas después.
El foco mediático siguió sobre el diputado naranja en los días siguientes por la defensa que, entre lágrimas, pronunció sobre las víctimas del terrorismo, en el marco de la presentación de una iniciativa del Grupo Parlamentario de Ciudadanos para prohibir los homenajes a etarras. "ETA mataba esencialmente a policías y guardias civiles cuyo papel era proteger a la sociedad. Cuando asesinaban a uno de ellos, sus compañeros tenían problemas para enterrarlos (...). Yo soy hijo de un padre al que señalaban como un objetivo complicado, porque todos los días salía con la pistola en la mano, y porque todos los días comprobaba el bajo del coche (...). Mi padre enterró a sus amigos", añadía un emocionado Díaz. "No me vuelvan a desautorizar para hablar de ETA por haber tenido la suerte de no ser huérfano a los 2 años", zanjaba, ante la atenta mirada del socialista Olorza y el aplauso de sus compañeros de filas, pero también de la bancada de PP y Vox.
Las palabras de Guillermo Díaz tardaron poco en viralizarse en redes sociales y en ser compartidas incluso por aquellos poco sospechosos de votar a Ciudadanos. "En principio, el discurso sobre las víctimas lo iba a hacer Inés, pero decidió que yo lo defendería mejor. Lo preparé con ella, mano a mano. Hay muy pocos líderes que hacen eso", cuenta a El Independiente. Pero no es el único alegato que ha situado al diputado malagueño en el centro del foco mediático. Hubo otro discurso por el que también gozó de un momento especialmente álgido, por una materia que domina especialmente bien: "la dignificación del sector del cómic en España".
En esta cuestión, el objetivo 'a batir' era Pablo Casado. Con la aprobación del bono cultural de 400 euros para jóvenes que el Gobierno de Sánchez quiere poner en marcha de 2022, el jefe de la oposición ironizó con que el Ejecutivo utilizaba la partida de los fondos europeos destinada a España para "comprar cómics y videojuegos". "He visto cómo el señor Casado ha tratado con displicencia a quienes compramos cómics. Le aconsejo que lea cómics porque a lo mejor protagoniza uno que es 'La cizaña', de Asterix", contestó Díaz. No contento con esa respuesta, Díaz consiguió llevar la cuestión a la Comisión de Cultura del Congreso, unas palabras que incluso celebraron en Twitter propios y muy ajenos al partido naranja, como es el caso del tertuliano Antonio Maestre.
Díaz dice representar a esa parte de la clase política que contribuye a enseñar a la ciudadanía que la bronca y la crispación que se percibe en el Congreso no es la tónica habitual en la relación entre parlamentarios. Asegura tener una relación de "amistad" con diputados tan dispares como Alberto Asarta, de Vox; Nacho López, del PSOE, o Noelia Vera, la dirigente de Podemos que abandonó el pasado mes de septiembre la política y la secretaría de Estado de Igualdad. "Al final somos compañeros de trabajo y con el tiempo te das cuenta de que has cogido cariño a la gente". Explica que hay una lección esencial que aprendió hace años y que se le quedó grabada durante su trayectoria política: "En política nada es personal".
Rufián y yo compartimos algún gusto musical, el sentido del humor y el amor por nuestros hijos
guillermo díaz
- "Entonces, ¿se tomaría un café con Gabriel Rufián?"
- "Sí, gustosamente. Hay cordialidad y compañerismo. Estamos cerca en el Congreso y muchas veces comentamos cosas. Gabriel Rufián y yo compartimos algún gusto musical, el sentido del humor y el amor por nuestros hijos".
- "¿Y hay alguien en el Congreso al que no le aceptaría ese café?"
- Con la gente de Bildu. Lo tengo muy claro.
Cayetana, Albert... ¿y un salto al PP?
Con sólo 18 años, Guillermo Díaz militó en el PP e, incluso, llegó a concurrir en las listas de Zarátamo (Vizcaya) en el año 2004. Lo hizo por "servicio público". "Entonces, el PP tenía problemas para presentar a gente. Ofrecerte al PP o al PSOE en el País Vasco en aquellos años lo veía como un servicio a la libertad", explica. Pero a día de hoy no volvería al PP, ni aunque Ciudadanos desapareciese como proyecto político nacional en las próximas generales. Es el camino que han tomado otros ex compañeros de filas, como Toni Cantó o Marta Rivera, pero asegura que no es el suyo. "Mi intención es ir con Ciudadanos hasta el final. Yo no soy conservador, soy liberal. Es mi esencia vital, mi forma de vida", zanja.
Díaz cogió la matrícula al partido naranja cuando sólo era una plataforma de ámbito catalán. Admiraba a algunos de sus fundadores, como Félix de Azúa, Aracadi Espada o Albert Boadella. Defendió a Albert Rivera hasta el final y ahora hace lo propio con Inés Arrimadas. De aquella etapa también se llevó otras amistades, como la de Juan Carlos Girauta, también alejado de la política tras la salida del político catalán y especialmente crítico con la actual dirección de Ciudadanos, de la que Guillermo Díaz forma parte. Las informaciones que apuntan a la posibilidad de una colaboración entre Albert Rivera y Pablo Casado le parecen utópicas, "el Bigfoot", "el monstruo del lago Ness", "la chica de la curva de la política". "Son leyendas urbanas", concluye.
Cayetana es una figura que aporta en sí misma, que tiene una gran relevancia, peso e influencia en la política española
GUILLERMO DÍAZ
Aunque se dice alejado ideológicamente del PP, acudió "encantado" a la presentación del polémico libro de Cayetana Álvarez de Toledo en Madrid. Lo hizo junto a Edmundo Bal y María Muñoz, compañeros de filas. También se presentaron algunos dirigentes de Vox, pero ninguno del PP -salvo los dos diputados afines a la diputada, Gabriel Elorriaga y Pilar Marcos-. "Siento una inmensa admiración por ella", reconoce Díaz. "Tenemos coincidencia en asuntos muy importantes, pero desencuentros en otros. Ella milita en el PP, y yo en Ciudadanos".
La diputada por Barcelona compartió esta semana una charla junto a Inés Arrimadas en la que volvió a pedir la reunificación del constitucionalismo en Cataluña. Pero, ¿tendría encaje Cayetana Álvarez de Toledo en el proyecto político de Ciudadanos? Díaz no se moja: "Creo que es una figura que aporta en sí misma, que tiene una gran relevancia, peso e influencia en la política española. Pero responder a esa cuestión no me corresponde a mí".
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