La dirección nacional del PP se siente engañada. En esa lucha sin cuartel por el futuro liderazgo del partido en Madrid entre la planta séptima de Génova y la Puerta del Sol, sede del gobierno de la Comunidad, todos parecen tener sus razones o, al menos, sus interpretaciones sobre quién debe ostentar esa responsabilidad. Y todo retrotrae al momento en que Pablo Casado ofreció a Isabel Díaz Ayuso ser cabeza de lista a la presidencia de la región. El 11 de enero de 2019 la citó en su despacho para comunicarle su elección, pero también le explicó que ello no conllevaba el liderazgo del partido en la región, "cosa que la entonces secretaria de Comunicación del PP de Madrid, aceptó", según han trasladado a El Independiente fuentes solventes.
Por aquel entonces, la dirección nacional tenía claro que quería volver al modelo anterior al de los tiempos de Esperanza Aguirre. Un sistema excepcional para la Comunidad de Madrid, por el cual no coinciden en la misma persona el aspirante a la presidencia del Gobierno autonómico -ni siquiera cuando consigue hacerse con el gobierno- y el líder del partido en el territorio.
De la etapa de Aguirre, Génova aprendió el peligro que conlleva dejar en unas mismas manos tanto poder
Por ejemplo, Alberto Ruiz-Gallardón nunca presidió el PP madrileño, lo que a la larga, le llevó a perder el pulso interno con Aguirre en un enfrentamiento bochornoso al que envió como carne de cañón a su mano derecha, Manuel Cobo.
Precisamente, de la etapa de Aguirre -que ya ha anunciado que apoyará la candidatura de Ayuso- Génova sacó la lección del peligro que conllevaba dejar en unas mismas manos tanto poder, aunque posteriormente la sucediera Cifuentes. Pero fue con la dimisión de ésta, en tiempos todavía de Mariano Rajoy, cuando se volvió al modelo que tan bien había funcionado en época de Gallardón, José María Álvarez del Manzano y Rodrigo Rato.
En el entorno de la presidenta de la Comunidad niegan que ella aceptara quedar al margen del poder que otorga controlar una región como Madrid y recuerdan que el secretario general popular, Teodoro García Egea, al que se dirigen muchas de las invectivas por esta crisis, llegó a apostar por ella.
De hecho, el pasado 2 de junio García Egea pareció "apadrinar" las aspiraciones de la madrileña. "Si yo fuera afiliado, lógicamente mi total apoyo a la presidenta Isabel Díaz Ayuso, que ha demostrado que trabajar con firmeza, y trabajar por las personas es su santo y seña", dijo en "La hora de la 1". Bien es cierto que también alabó a la senadora y secretaria regional del PP, Ana Camins, la propuesta favorita del secretario general.
Una organización sumida en la interinidad desde 2018
Cuando la designación de Díaz Ayuso en enero de 2019, el partido en Madrid ya llevaba varios meses sumido en la interinidad tras la dimisión de Cristina Cifuentes en abril de 2018 y esa sigue siendo la situación que se arrastra a día de hoy. Aunque en puridad no se trata de una gestora, la dirección regional del PP no fue elegida en ningún congreso, y su presidente, Pío García Escudero, tampoco.
En este tiempo se han renovado todas las estructuras internas, y mucho antes de que Ayuso decidiera presentar batalla, los nombres que había sobre la mesa eran los de Ana Camins, principalmente y el de Antonio González Terol, actual vicesecretario de la dirección nacional.
Fue muy significativo que Camins acudiera el pasado lunes al acto institucional del Congreso con motivo del Día de la Constitución con el séquito que acompañaba a Pablo Casado, formado además por Cuca Gamarra, Javier Maroto, Alberto Núñez Feijóo y Pablo Montesinos. Poco antes había hecho su entrada Díaz Ayuso y hecho declaraciones a los periodistas, acompañada por su jefe de prensa en la Puerta del Sol, José Luis Carreras.
Ana Camins acudió con Casado y no con Ayuso, al Día de la Constitución
La designación de Díaz Ayuso se interpretó en 2019 como una candidatura accidental, pero nadie puede negarle a la madrileña el hecho de haberse convertido en uno de los principales activos del PP y la persona que consiguió doblar el pulso a las encuestas el 4-M, no porque no vaticinaran su triunfo, sino porque fue superior al esperado, sacó del tablero político a Ciudadanos y puso a Casado por delante en los sondeos sobre intención de voto, los mismos que ahora alertan del desgaste de la lucha fratricida entre los populares.
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