Lo único que puede sorprender de la designación de Joan Subirats como sustituto de Manuel Castells al frente del Ministerio de Universidades es su edad: Con 70 años recién cumplidos, hace apenas cinco meses que abandonó el Ayuntamiento de Barcelona alegando precisamente esa circunstancia. Aunque ya entonces advirtió que "no me retiro de la política, seguiré activo en política". De hecho, hace poco menos de un mes fue designado para dirigir la futura fundación de los comunes.
El nombramiento del catedrático de Ciencia Política envía sobre todo el mensaje de que los Comunes de Ada Colau mantienen intacta su cuota de poder en el Gobierno. Especialmente tras la alianza escenificada durante las últimas semanas entre Colau y la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz.
En defensa del 1-O y los "presos políticos"
Considerado uno de los teóricos fundamentales del nuevo municipalismo, su trabajo académico se ha centrado en el "gobierno democrático e inclusivo de las ciudades" explica un colega universitario. Integrante de ICV, fue uno de los grandes defensores del referéndum de independencia del 1-O dentro de la izquierda catalana.
En 2015 ya defendía que "es casi impensable que la salida al conflicto catalán no pase por un referéndum". Y tras la celebración del referéndum del 1-O cuestionó la actuación del Gobierno y la aplicación del 155, que tachó en sus artículos de "injustificable dinámica autoritaria y represiva".
También fue crítico con la detención de los "jordis", Cuixart y Sánchez, y el posterior proceso judicial a los líderes independentistas en el Tribunal Supremo. Pero tras el fracaso del procés defendía "explorar vías factibles para que la identidad nacional de Cataluña sea institucionalmente reconocida preservando y mejorando el autogobierno".
De Bandera Roja al colauismo
Más allá del proceso independentista, Subirats es uno de los ideólogos fundamentales tras la creación de Barcelona en Comú. El que fuera número dos de Colau en las últimas elecciones municipales y regidor de Cultura y Educación del consistorio forma parte del sanedrín universitario que actuó de mentor del grupo de activistas que después formaría los comunes. Lo hizo junto al propio Castells y el sociólogo Jordi Borja, alma mater del movimiento.
El núcleo de Barcelona en Comú se forjó en el Observatorio DESC (derechos económicos, sociales y culturales), que dirigía Borja. Pero también cuenta con elementos formados en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona, especialmente a través del IGOP (Institut de Govern i Polítiques Públiques) que dirigía Subirats.
Con su antecesor comparte además los tiempos de militancia en Bandera Roja durante los últimos años del franquismo. Una época en la que coincidieron en el partido inspirado en el comunismo italiano con Borja y Jordi Solé Tura. El padre de la Constitución y también ex ministro dirigió la tesis de Subirats, una de las primeras que dirigía, centrada en cómo las empresas públicas italianas incidían en el Gobierno.
Hace una casi una década, Subirats fue uno de los responsables de la fusión de Iniciativa per Catalunya (ICV) con el nuevo partido de Colau. El nuevo ministro de Universidades teorizó entonces la necesidad de que el partido que intentaba superar la crisis posterior al tripartito catalán se sumara a los nuevos movimientos sociales.
No con Podemos, entonces liderado por Pablo Iglesias, sino con la plataforma que estaban gestando Colau, Gerardo Pisarello o Jaume Asens. No formó parte, sin embargo, de la primera candidatura al Ayuntamiento. Fue en 2017, a raíz de la ruptura con el PSC por la aplicación del 155, cuando entró en el equipo de gobierno de Barcelona como comisionado de Cultura.
Nunca renuncia a la Universidad
Pero nunca renunció a su plaza como catedrático en la UAB, que siguió ejerciendo hasta este verano. Con la jubilación de la universidad dejó también el Ayuntamiento, como había anunciado al inicio del mandato. Las malas lenguas afirman que el código ético de los Comunes, que fija un sueldo máximo de 2.200 euros mensuales, lo persuadió de conservar su emolumento como catedrático de la UAB.
En julio, cuando abandonó el Ayuntamiento aseguró que lo hacía para dedicarse a lo que "realmente le gusta, escribir". Lo hacía de forma periódica en medios como El País, Ara o El Diario.es, que avanzó su designación como nuevo ministro. De hecho, su entrada en las listas de 2019 se produjo en el último momento y a regañadientes, por petición expresa de Colau, lo que hace más desconcertante ahora su designación como ministro.
De su legado al frente de la Cultura y Educación del Ayuntamiento de Barcelona él mismo destaca el acercamiento de la cultura a los barrios y el Plan de Derechos Culturales. En los dos últimos años ha conseguido salvar las ediciones del Festival Grec pese a la pandemia, pero dejó abierto el conflicto sobre el Museo del Hermitage, al que el Ayuntamiento se ha opuesto pese al acuerdo de los promotores de la pinacoteca con el Puerto para que se instalara en sus dominios.
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